Cierro voluntariamente un ciclo de mi vida, como columnista de EL MUNDO. Mi primer artículo se publicó el sábado 16 de mayo de 1998 y lo titulé: “¡Prohibido emplearse sin suerte!” Trece días después (29 de mayo, viernes), se produjo la segunda publicación: “¿Salarios o aludes de plata?”. La tercera, fue martes; la cuarta, miércoles y así sucesivamente me fui yendo como un columnista eventual, sin fecha atornillada. La primera fotografía acompañante, se produjo en la cuarta columna y el nombre de “Largo & Ancho”, advino en la décima cuarta columna (“La absurda edad penal”), que salió el domingo 6 de septiembre de 1998. Ya era columnista de la plantilla del periódico, pero con periodicidad quincenal. Más tarde pasé a semanal.Lea también:Periodismo embrolladoEsa primera columna, tuvo como actor a don Arturo Giraldo Sánchez, quien fue profesor de mi fallecida hermana Ana Patricia Barrientos G. en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Antioquia, y quien era el editor de opinión de EL MUNDO. Oficiaba, además, como subdirector y mano derecha del doctor Guillermo Gaviria Echeverri. Era un purista para escribir. Me arriesgué, en plena ansiedad, a dejar una columna en la portería del periódico, en su sede de Los Colores, en una época en que los artículos no se enviaban por correo electrónico, como hogaño, sino que se remitían en físico y se transcribían en el medio. Era una especie de tiro al aire, porque don Arturo no sabía quién era yo y porque en un periódico, es apenas natural que la nómina de columnistas deba ser conocida y no arriesgada desde un N.N.Hubo gentileza de don Arturo, porque publicó la columna como a los quince días. Supone uno, que alguien no envió el artículo habitual y se aprovechó ese “hueco”. Animado con ello, envié la segunda y se publicó. Y la tercera, y se publicó. Ahí fui al periódico, animado por estas salidas a la luz pública y me le presenté a don Arturo y le entregué mi fotografía. Me atendió muy bien y desde entonces, fui formando parte de la selecta nómina de articulistas. Era todo un honor, porque EL MUNDO tenía un gran reconocimiento de las páginas de opinión y sus editoriales eran un suceso siempre. Me sentí muy orgulloso y muchas personas ya me señalaban como columnista. Me tocó pasar los filtros del ya citado don Arturo Giraldo (quien estuvo en dos épocas), Jairo León García U., Irene Gaviria Correa y Luz María Tobón V., todos extremadamente amables y generosos conmigo. Y del gran director, el inigualable Guillermo Gaviria Echeverri.Le puede interesar:ContrapoderHan sido, entonces, casi veintidós años de dispensar la disciplina de escribir bien, regular o mal, pero siempre con agrado y con devoción. En definitiva, ser columnista tiene una metamorfosis única: se viste primero de hobby y luego, termina siendo una responsabilidad con el medio, con los lectores y con las personas que se aluden. Ser polifacético y tratar los temas de más próxima actualidad, fueron mis faros como columnista. Y tratar de darle un buen producto al medio y al lector, se constituyeron en puntos de referencia que nunca abandoné. Terminé siendo articulista semanal de los viernes, tras venir de los jueves, haber trasegado los miércoles y haber sido público también los sábados, domingos, lunes y martes.Quiero darles las gracias a todos: al medio que me permitió sostener una columna por tanto tiempo, a sus directores aludidos, editores de opinión en comento, periodistas (como Nacho Mejía y Carmen Vásquez, y honro la inolvidable pluma de Jorge Gómez Vieira) y en esta última época a Irene Gaviria Correa y Luz María Tobón Vallejo. Por supuesto, a los lectores que me escribían, que me comentaban mis artículos, que me intercambiaban opiniones y que, en no pocas ocasiones, refutaron mis argumentos. Era un ejercicio de deleite. El columnista no cambia el mundo, pero por la benevolencia del medio, tiene el privilegio de expresar pública y abiertamente una opinión. Eso es suficiente para no claudicar en este maravilloso ejercicio del concepto. Al periódico El MUNDO y a sus directores y colegas columnistas, les deseo el mejor año y que todo siga siendo creciente en esta fase de solidificar periodismo moderno e incomparable. Gracias, muchas gracias. Otra vez, muchísimas gracias.
Un triunfo jurídico de campanillas, fruto de una jugosa demanda laboral del barranquillero Agmeth Escaf contra el Canal Caracol Televisión, agotada la Casación ante la H. Corte Suprema de Justicia (H. Magistrada Clara Cecilia Dueñas, ponente), tiene tambaleando, meditando y temblando a canales de televisión, programas deportivos y magacines de entretenimiento, entre otros. Escaf se echó a la mochila la friolera de $ 2.000 millones. Todo comenzó en 2012, cuando el famoso presentador de televisión Agmeth Escaf, vía pleito, reclamó al Canal Caracol Televisión, a instancias del Juzgado 30º Laboral del Circuito de Bogotá, el pago de prestaciones sociales, bonificaciones, indemnización, cálculo actuarial de seguridad social y moratoria por no haber depositado la cesantía ante un fondo, tras salir con las manos vacías del programa “Día a Día”, quien lo puso “de patitas en la calle” sin justa causa, luego de seis años de servicios.Lea también:Otro embeleco laboralEn el 2014, el actor ganó la primera instancia y un año después, obtuvo la confirmación del fallo de esa primera instancia, por el H. Tribunal Superior de Bogotá (un segundo trofeo procesal). Caracol Televisión, tras la fallida apelación, interpuso el recurso extraordinario de casación, que se ventila ante la H. Corte Suprema de Justicia – Sala Laboral. Escaf, había sido contratado por el Canal Caracol Televisión mediante un contrato civil de prestación de servicios profesionales, como muchos de los que hay hoy en la televisión colombiana. Sin embargo, en la demanda, la firma apoderada de Escaf, adujo: (i) subordinación con la empresa, (ii) cumplimiento de horarios, (iii) instrucciones precisas y libreto, (iv) actividades diarias a la misma hora y por igual tiempo, (v) emisión del programa en vivo y (vi) llamados de atención por llegadas tarde.La subordinación se afinó muy bien por su apoderado (era fácil demostrarla), pues su condición no difería de los empleados (para el caso concreto: Catalina Gómez y Mónica Rodríguez, estas sí trabajadoras directas). Estuvo en dicho canal, entre las fechas del 31 de julio de 2006 y 31 de julio de 2012. La sentencia de la H. Corte Suprema de Justicia enfatizó que “la diferencia entre un contrato de trabajo y uno de prestación de servicios, es la subordinación del trabajador frente al empleador, que se concreta en el sometimiento a órdenes. Y agregó que en el contrato civil por servicios, hay independencia del contratista para ejecutar la labor”. Todo se redujo al triunfo del “contrato-realidad” (la primacía de que habla el artículo 53 Constitución Nacional). Escaf, prosigue el fallo, estaba obligado a actuar como presentador en horario rígido, acordando sus actividades con la compañía, asistiendo a eventos sociales, haciendo menciones comerciales y no participando en portales diferentes al Caracol Televisión (exclusividad), amén de que hubo direccionamiento permanente sobre la actividad que realizaba Escaf, “ya que la empresa definía los temas a tratar, la forma de abordarlos, los productos que debía promocionar y en qué momento hacerlo”. Después del fallo de primera instancia (2014), los canales RCN y Caracol, prohibieron en todos los programas hablar de Escaf, ni bien ni mal. Quedó vetado y sin opción de ingresar a estos canales. Hoy, tienen casos similares que los trasnochan.Le puede interesar:Efectos difusos (45 horas)Hay preocupación, pues, en medios nacionales que contratan mecánicamente por prestación de servicios, cuando lo que se hace es un disfraz de la relación laboral. Es muy distinto un profesional a quien vinculan civilmente y entrega las tareas bajo el manejo de sus tiempos, a quien tiene que estar en un set de televisión todos los días a la misma hora y por un mismo horario, totalmente subordinado. Todos los contratos son buenos en Derecho, pero cada uno se aplica para una modalidad consecuente con su condición fáctica. El caso Escaf, es un cacerolazo para quienes creen que los contratos son por lo que se llaman. No, son como se desarrollan. Su triunfo jurídico, será bandera para muchas personas que estando en casos similares, optarán por el largo pero fructífero camino de la justicia, que se apoyará en una jurisprudencia bien calibrada. Ya el boquete se abrió.
Acaba de aprobarse en primer debate en la comisión séptima del Senado, el proyecto de ley presentado por el senador Álvaro Uribe Vélez, sobre la reducción de la jornada laboral en Colombia, de 48 a 45 horas semanales y sin afectación del salario. De salir a flote esta reforma al Código Laboral, su implementación sería de manera gradual durante los próximos tres años. Bien sabemos que se requieren tres debates más y sanción presidencial, para que este embrión legislativo se convierta en ley de la república y pueda –según el espíritu de quien presentó la propuesta– compensarse un poco el tiempo de demora en los desplazamientos de la residencia al trabajo y viceversa, más aumento del tiempo en familia, deporte y educación.Un primer análisis, más económico-laboral, nos adentra en que reducir la jornada de trabajo es elevar el valor del salario/hora, porque el ingreso no se modifica. Por lo tanto, la demanda por horas totales trabajadas cae en un porcentaje apreciable y ello significa que el número total de trabajadores contratados debería subir. Y viene una pregunta inevitable: ¿Se exigirá más eficiencia para que en 45 horas semanales, se lleve a cabo lo que se hacía en 48? Porque si la respuesta es afirmativa, ya no se necesitaría enganchar más trabajadores. Y frente a sumar trabajadores a la nómina, los empleadores meditarán en que traer personal adicional es impactar los costos. Por ello, la jugada es: propiciar y aumentar la productividad a cómo de lugar, máxime que si el precio que se cobra a los consumidores finales entra en alza, existirá un perverso efecto inflacionario.Lea también:Singapur, el incorruptible¿Están los empresarios y los trabajadores, preparados para producir más? Algunos dirían: desde luego, la automatización, la inteligencia artificial y la robótica, salen a flote y generan el logro. Otros dirán que no, dependiendo del sector de la economía en que se muevan y que habría que trabajar ese frente con mucho ahínco. En Alemania, se laboran menos horas y su economía es muy fuerte y sus trabajadores muy productivos. Bueno, es Alemania, por favor…Muchos argumentan que laborar menos tiempo mejora la salud y aumenta la calidad de vida. Desde la teoría es indudable que así sea. Pero uno recuerda la imagen del trabajador que llega al sitio de trabajo y arranca de una vez al cafetín a hablar de lo divino y lo humano, a calentar el desayuno y a arreglar el país, y ve cómo el tiempo empieza a desperdiciarse.Todo este embeleco de la reducción de la jornada de trabajo en Colombia, nos produce efectos ambiguos y difusos. Autores como Estevao y Sa, encontraron que los trabajadores franceses no mejoraron su felicidad luego de la rebaja en la jornada de trabajo de 39 a 35 horas semanales. Un estudio portugués, concluyó que luego de la rebaja de la jornada de 44 a 40 horas semanales, no se encontraron efectos positivos en la condición de salud de los trabajadores. Hay otra premisa importante y consiste en que el mercado laboral no es uniforme y una más: las metas y la mayor flexibilidad laboral (diferente al horario de trabajo), pueden alcanzar los milagros que se requieren. Y no puede perderse de vista la importancia de figuras como el teletrabajo y el trabajo remoto, que hasta ayudan a soliviar los problemas de movilidad.Le puede interesar:Reducciones (im) prudentesEn fin, están todas las variables: hay países que han rebajado no la jornada de trabajo, sino la semana laboral de 7 a 5 días y hay hasta de 4 días. Hay también personajes locatos, como Rutger Bregman, que en su libro “Utopía para realistas”, propone semanas laborales de 15 horas (3 horas por 5 días o 3 días por 5 horas). Jornadas disminuidas, también ayudan con el asunto de los permisos y también del medioambiente. Hay quienes proyectan un horizonte de 20 años de servicios, bajo los parámetros de reducción de horas y al final exhiben más años de vida.Desde dónde se le mire, hay muchas aristas en la conceptualización. No es fácil calcular lo que puede pasar, desde el empleador y desde el trabajador. ¿Tiempo libre para la familia? Será… Todo es difuso, aunque no nos adelantemos que apenas esta escaramuza pasó el primer debate.
Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, después de la reunión de los burgomaestres actuales con el presidente Duque, se fue lanza en ristre contra el ultrazurdo Gustavo Petro, al asegurar que el senador era irresponsable al, supuestamente, llamar niños para que marchen en contra del gobierno. Y adicionó que “pareciera que el líder de la Colombia Humana, no se hubiera desmovilizado nunca”. Sus frases textuales, son las siguientes: “Son increíbles los mensajes que escuchamos en las redes sociales, es inadmisible que él esté convocando niños a que vayan a los paros, a que no vayan a las escuelas, a que no vayan a estudiar”. Este nuevo mandoble de Fico, recuerda el primero que fue en diciembre de 2018, cuando el alcalde le dijo a Petro que era un populista por el dolor de tres madres en hechos de la comuna 13 de Medellín y otro por un trino borrado, vinculado con las Farc en el Caquetá, luego de motejarlo de mentiroso y polarizador. Y no está muy lejos la tirria, de una prohibición de concentración en plaza pública, por ausencia de requisitos, cuando Federico no le permitió hacer un acto político en plena campaña presidencial.Lea también:El de FicoDigamos que hasta ahí, estamos en total acuerdo, pues compartimos el fastidio hacia Petro. Pero, hay otra lectura que no puede pasar inadvertida: Federico Gutiérrez está en campaña presidencial y nada mejor que combatir a Petro frente al país, un rival de cuidado para el 2022. Fico, en realidad hizo el lanzamiento de su campaña presidencial el día 19 de febrero de 2019, en la demolición del Edificio Mónaco, cuando muy encachacado (vestido azul, corbata azul de bolitas blancas y zapatos lustrados) y con el presidente Duque a su siniestra, habló de narcotráfico, de cátedra en los colegios, de modificar la narrativa donde a los victimarios se les trata como héroes, Y Duque, le agregó a esta coyuntura, frases idílicas: “Es la derrota de la cultura de la ilegalidad, del resurgimiento de la esperanza, de la construcción de futuro y del cambio de ruta de la historia”. Todo un abreboca de programa de gobierno. Hubo aplausos y lágrimas furtivas. El presidente adicionó en pro de Fico, la valentía, el coraje y la transformación de la sociedad. Mejor, imposible. Rodrigo Lara Jr. y Miguel Turbay, hablaron de un mensaje de esperanza. El entorno, era inmejorable. La mesa estaba servida.Le puede interesar:ContrapoderGustavo Petro, desde el púlpito de su tuiter, ha sido incendiario e incitador y ha desafiado al empresariado colombiano. Y para retuitiar, su modelo es la joyita de Iván Cepeda y la alhaja de Evo Morales. Como quien dice: el hambre y las ganas de comer. Pidió burlarse de Duque y que nadie fuera a palacio a hablar con el presidente. Hasta Vicky Dávila explotó contra Petro en un trino: “mala persona, prepotente irremediable y narciso”. El 2 de agosto de este año, atacaron a huevos a Petro y a Carlos Caicedo, en Ciénaga. Quienes lo hicieron fueron unos jóvenes, tan pronto se estaban encaramando en una tarima. También, Petro tiene un distanciamiento político con Claudia Nayibe López. Y hasta la diva Claudia Bahamón, escribió contra él en tuiter: “No me aguanto ni el parado de Petro”. Y alcanzó 690 retuit. Pero no se quedó por fuera el tino Asprilla, quien le replicó trinos sobre el crimen del futbolista Andrés Escobar. Tremendo rifirrafe.Los propios sindicatos, por vocería de Julio Roberto Gómez, de la CGT, le dijeron a Petro que no incendiara el país. Que no generara zozobra. Que no dejara una constancia histórica. El cacerolazo contra Petro, debe ser efectivo: si no ahora, después. Ya las redes sociales se lo chantaron, falta que físicamente muchas personas marchen ruidosamente contra este malhadado personaje. Y yo voy con cacerola nueva, no regateo el precio e incluso me movilizaré con el tiquete de compra pegado.
Ya perdimos la cuenta de las embarradas del incorregible Pachito Santos. Esta nueva, donde critica al gobierno de Trump; al excanciller y hoy ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo; al exministro de Defensa, Guillermo Botero y también donde juzga mal algunas decisiones del presidente Iván Duque, lo vuelve a exhibir como un hombre sin filtros. Entre otras cosas, delata la mala unificación del actual presidente de la república en torno a su anillo central de gobierno y sus principales satélites. Pachito, que no dejó títere con cabeza, también produjo otro comentario a su estilo. Esto le dijo a Claudia Blum, quien le pidió que le ayudara a pensar sobre Venezuela: “Yo lo único que veo son acciones encubiertas allá adentro (Venezuela), para generar ruido y apoyar a la oposición allá adentro que está muy sola. Y si Maduro no se va, Colombia no tiene futuro”. Lea también:El derecho al insultoClaro que con él, también se han cometido embarradas, como la del doctor Ardila al nombrarlo director nacional de noticias de Rcn radio, en agosto del año 2010, no obstante sus limitaciones. Lo aguantaron hasta septiembre de 2012, cuando el rating tocaba estrepitoso fondo (puesto sexto) y sus comentarios eran más políticos que periodísticos. Y estando en ese cargo (donde había estado el maestro Juan Gossaín), pegó otra embarrada: dijo que “el gobierno debería innovar con armas no letales, como las que les metan voltaje a los muchachos”. Al día siguiente, ofreció públicas disculpas. En ese momento, se hablaba de #PachitoElElectrocutador. A sus 58 años, el gomelo Santos no tiene arreglo. Fue vicepresidente de la república, entre 2002 y 2010, quién lo creyera, y atacó sin piedad a su primo Juan Manuel Santos, pero brindaba en las fiestas familiares con él. En El Tiempo, fungió como jefe de redacción, desde luego, solo por su apellido.En redes sociales, de igual forma la ha embarrado ene veces. Se recuerda una metida de guayos, cuando se refirió a un policía que apoyaba una marcha y era un carabinero de Chile. Fue una carambola de equívocos: apoyarse en una imagen errónea e involucrar la policía en actos políticos. Hace también unos cinco años, para ilustrar la “paz sin impunidad”, se apoyó en imágenes de una marcha por la paz en apoyo a Juan Manuel Santos. Lo que lo catapultó fue la Fundación País Libre, en donde convocó a una marcha contra el secuestro en 1996. Fue secuestrado por orden de Pablo Escobar (1990) y el padre Rafael García Herreros, intercedió por su libertad. En el año 2000, sale de Colombia por amenazas y viajó a Madrid, donde tuvo la fortuna de ser asistente de dirección del leído periódico El País.Le puede interesar:Reducciones (im) prudentesMuchas veces le han jalado las orejas a Pachito. El presidente Duque, no ha sido la excepción porque sus declaraciones han puesto en dificultades al gobierno nacional. Sobre su última metida de patas, escribió en tuiter: “Tuve una conversación con @GuillermoBotero en inglés. Sí lo habla, y bien. Mi error. Lo siento doctor Botero”. La ilegalidad con la que se obtuvo el audio de la “conversa” entre Pachito y Blum, no lo exime de las repercusiones frente a las relaciones de Colombia con los Estados Unidos. Pachito es un lengua-suelta, lo sabemos. Pero hay unas salidas en falso que son peores que otras. Tampoco se gana toda el agua sucia, el exvicepresidente Santos. La Blum, también queda en entredicho, porque Pachito no estaba hablando solo. Santos, debió renunciar, pero ya advirtió que no lo hará. La diplomacia es cosa seria, aunque el gomelo crea que es como hablando en la finca con cinco whiskies encima…
La Corte Constitucional, en uno de esos fallos de obvia obviedad -¡otro más!- y de auténtica perogrullada, confirmó que los funcionarios no pueden ir borrachos al trabajo. La flamante sentencia, que hace el descubrimiento del año, se dio por paliza de siete votos contra cero. Se lee en sus apartes, que si dichos empleados llegan a su sitio laboral tres o más veces en estado de embriaguez, o bajo los efectos de las drogas, cometen una falta disciplinaria que puede ser investigada y castigada. Se anota que ese número mágico de tres veces, no es un invento de la Corte sino la transcripción de la norma, dado que llama la atención que se requieran tres ocasiones y no una ni dos.Lea también:El derecho al insultoEsta sentencia, se produce ante una oportunista demanda que pedía tumbar el artículo 55 de la Ley 1952 de 2019, pues bajo sus auspicios se “violaba el libre desarrollo de la personalidad”, so pretexto de que no se tenía en cuenta que ir borracho a trabajar no siempre tiene un impacto negativo en la labor de la función pública. Es decir, es la puerta giratoria a una clasificación de borrachos. El artículo de marras, reza: “Faltas relacionadas con la función pública - # 55: consumir, en el sitio de trabajo, sustancias prohibidas que produzcan dependencia física o psíquica; asistir al trabajo, en tres o más ocasiones en estado de embriaguez o bajo el efecto de estupefacientes (…)”.Pero aquí viene lo bueno. Muchos recuerdan que el 3 de abril de 2017, la misma Corte Constitucional, echó a rodar un ruidoso fallo que impedía “poner de patitas en la calle” a quienes llegaran a trabajar pasados de alcohol o drogados, reventando la normatividad laboral vigente, dizque porque si no se afectaba el desempeño laboral no se podía llevar a cabo un proceso disciplinario y, por supuesto, originar el despido del empleado. Todo comenzó, cuando dos culecos estudiantes de la Universidad Uniciencia de Bucaramanga, demandaron el numeral 2º del artículo 60 del C.S.T., pues aducían que la restricción de laborar bajo el efecto de sustancias enervantes vulneraba el derecho de los adictos.Con el fallo in illo tempore, la Corte Constitucional, clasificó dos tipos de borrachitos: (i) los que a pesar de la prenda, eran eficientes en sus labores y (ii) los que llegados con copas, no rendían en el trabajo en sus funciones. Entre otras cosas, en los considerandos de la Corte se mencionó que “no corresponde al empleador realizar un escrutinio sobre las conductas o modo de vida que el empleador realice en su esfera privada”. Se imagina uno, por ejemplo, un funcionario de la aeronáutica llegando a laborar pasado de copas. Ni hablar. Algunos abogados consultados, alcahueteando esa decisión de hace 2.5 años, engarzaron el fallo de la Corte con algunas disposiciones de la Ley 100 de 1993 que garantizan que nadie puede ser despedido por motivo de enfermedad.Le puede interesar:Justicia al gareteY hablando de borrachitos, hace un par de años, el Consejo Superior de la Judicatura, sancionó a un abogado litigante por estar copetón durante una audiencia y lo halló responsable de incurrir en una falta, a título de culpa, porque estar embriagado altera la conciencia y la voluntad. Y adicionó que se “incumplió con el deber del respeto y la rectitud” y de crear una imagen errónea de la profesión de abogado y su ejercicio. Estuvo de malas el abogado, pues lo clasificaron como borrachito sin solvencia moral. De pronto la Corte Constitucional lo hubiera salvado.Pasamos, pues, de una sentencia absurda del año 2017, en donde el empleador tenía que tener un detectómetro para descifrar si el borrachito era eficiente, si era un adicto y si había riesgo, a un fallo nuevo (vueltacanela), en donde la Corte confirma que los funcionarios no pueden ir borrachos al trabajo. Con tanto cambio en la jurisprudencia, la Corte Constitucional nos tiene borrachos a todos.
Alejandro Char, es el alcalde con mayor favorabilidad y aprobación en Colombia: 94%. Entonces, la opinión pública lo catapulta y refriega como precandidato presidencial. Federico Gutiérrez, con un nivel de aprobación como burgomaestre en la última encuesta, del 65,8%. Los medios, ipso facto, lo encumbran como precandidato presidencial. Rodolfo Hernández, controvertido, pelietas y grosero, tuvo un 67,4% de favorabilidad en la última medición. Y también pasa a los altares como precandidato presidencial. Pareciera que ser alcalde con popularidad, es coger el cielo con las manos, porque esa favorabilidad los pone a levitar como precandidatos presidenciales.Lea también:A propósito de encuestas...El día 3 de noviembre de este año, El Colombiano (página 8), titula en una crónica: “Presidenciables 2022, ¿ganaron o perdieron?” Y chanta las fotos de Alejandro Char y Federico Gutiérrez, de primeros. Explica que a Char le fue bien porque ganó con Jaime Pumarejo (Cambio Radical), como sucesor de su administración y con Elsa Noguera (Cambio Radical), como gobernadora del Atlántico. Y, al referirse a Federico Gutiérrez, la crónica explica que fue perdedor con su candidato Santiago Gómez (“El de Fico”). Por añadidura, el periodista Juan Camilo Montoya, del diario que comento, se refiere a Sergio Fajardo, diciendo que perdió con Beatriz Rave (alcaldía) y Mauricio Pérez (gobernación) y sobre Gustavo Petro, indica que sucumbió con su hijo para la gobernación del Atlántico y con Hollman Morris, para la alcaldía de Bogotá.¿Qué pasaría, entonces, si Claudia López (1.108.000 votos) o Daniel Quintero (303.400 votos), hacen alcaldías con amplia favorabilidad en Bogotá y Medellín? ¿Serían, por arte de birlibirloque, precandidatos presidenciales para el periodo subsiguiente? ¿También cogerían el cielo con las manos? Explican los expertos, que en las elecciones del 27 de octubre último, no solo estaban en juego alcaldías y gobernaciones de Colombia, sino también la representatividad y el poder regional para las presidenciales de 2022. Y agregan los que saben, que ganar en capitales y departamentos consolida caudales electorales como abono a las aspiraciones a la presidencia de la república. ¿Son las favorabilidades, fenómenos locales o proyecciones nacionales?Le puede interesar:El derecho al insultoAhora que pasaron las elecciones regionales, vimos muchas personas que como alcaldes eran muy buenos secretarios de despacho, valga decir, demasiado livianos. Y que como gobernadores, eran también excelentes secretarios de despacho. Quiero decir, que eran candidatos muy light. Nos estamos acostumbrando a un país en donde el caudillaje está en vía de extinción: No hay monstruos de la política nacional y menos de la regional. Recorrer calles, recoger firmas, utilizar lenguajes neutros, no ser de derecha ni de izquierda o situarse en el centro, son moldes que se venden bien para los votantes. Ante la ausencia de adalides, la retórica sale avante. Grandes figuras, de esas que avasallan por su inteligencia y liderazgo, no hay.Vuelven a jugar para presidenciales Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Germán Vargas Lleras. El primero, alicaído y bombardeado; el segundo, jugador hábil y astuto y el tercero, buscando recobrar alientos. Hay analistas, que miden los cargos por los resultados electorales y afirman que si Carlos Fernando Galán, sacó más de un millón de votos para la alcaldía de la capital, pues sería una fórmula vicepresidencial de lujo. No solo hay incienso para los alcaldes con amplia favorabilidad sino que, por el número de votos, se encasilla a otros para cargos encopetados. Ahora que el 1º de enero se posesionan tantos alcaldes en Colombia, habrá un trasnocho para todos: si les va demasiado bien en favorabilidad, pueden ser precandidatos presidenciales. Está bueno el confite…
Ha llamado muchísima atención, el hecho de que las encuestadoras ajusten seis descaches al hilo, en las elecciones para alcaldía de Medellín. Mejor aún, la media docena de burgomaestres en seguidilla han llegado de segundos en las encuestas y han terminado de primeros, en las famosas encuestas de “carne y hueso”. En el 2001, Luis Pérez derrotó a Sergio Naranjo; en el 2004, Sergio Fajardo derrotó a Sergio Naranjo; en el 2007, Alonso Salazar derrotó a Luis Pérez; en el 2011, Aníbal Gaviria derrotó a Luis Pérez; en el 2015, Federico Gutiérrez derrotó a Juan Carlos Vélez y en el 2019, Daniel Quintero derrotó a Alfredo Ramos. Todos los derrotados, “sacaban pecho” en la era de las encuestas y después se fueron a rumiar su dolor.Este año, el yerro encuestador no solo se dio en Medellín. En Bogotá, Cali y Bucaramanga, ni hablar. ¿Qué pasa con las encuestas? ¿Hay qué reglamentarlas? ¿Hay encuestas pagadas para distorsionar los resultados? ¿Existen demasiadas firmas encuestadoras? ¿Las muestras son suficientes? ¿El margen de error es muy amplio? Todas estas inquietudes, emergen desde varios frentes de opinión. Y, con absoluta seguridad, muchas más. Lo cierto del caso, es que hasta ahora las únicas razones que se han dado, apuntan a que las encuestas son la “foto del momento” y eso no se niega, pero algo más viene pasando.Lea también:Consejo Nacional ElectoreroLo primero que debe abordarse, es que es diferente una encuesta a un sondeo de opinión. Mientras las encuestas son herramientas de investigación para recolectar datos de un grupo de personas, a través de un cuestionario que es aplicado a un número reducido de población (muestra), el sondeo de opinión es una medición estadística a partir de encuestas destinadas a conocer la opinión pública. Cuando yo hago las primeras muestras (muchos meses antes de una elección), en mi sentir, se hace más un sondeo que una encuesta. Y aquí se confunde a la masa, con los resultados que se divulgan.Existe una figura, sí, bastante perniciosa que se denomina “sondeos de empuje”, que son pagados por campañas políticas y, por ende, parcializados y manipulados e incluso, ambientados desde preguntas con respuestas inducidas. Y también, vienen apareciendo las “encuestas notariadas”, que se hacen uno o días antes de elecciones ante notarios públicos, pero que no se dan a conocer ante la opinión pública. Una encuestadora asegura (y reivindica) que acertó en Bogotá, con Claudia López.No existe duda de que la nueva forma de hacer política, basada en redes sociales, complica el panorama para las encuestadoras. También hay grado de dificultad en el hecho de que cuando se encueste, se mencione que se va a votar en blanco o que se está indeciso, y no pocos cambien de decisión ese domingo, en el cubículo. En tela de juicio, se ponen: (i) el número de encuestados, (ii) el margen de error, (iii) encuestar gente que no va a votar; (iv) indagar personas que votan en otro municipio, (v) supervisión deficiente de la encuesta, (vi) mal análisis de los datos recolectados, (vii) gente que rehúsa responder, (viii) mala estratificación de la muestra, (ix) si lo ideal es encuestar cara a cara, por teléfono o por internet.Le puede interesar:El de FicoHechos, como el cambio de opinión a la hora de votar, o salir a una hora que no le dé para ejercer el voto (casi sobre las 4 p.m.) o desistir de votar porque va a caer un aguacero, y muchas otras explicaciones, juegan en favor de las firmas encuestadoras. Se asegura que para que haya un margen de error del 1%, se requieren unas 10.000 muestras y nadie las hace. Típicamente, se trabaja sobre unas 800, 1.000 o 1.500. Y existen, en nuestro medio, muchas encuestadoras que termina enloqueciendo la opinión pública: Yanhaas, Invamer, Guarumo-Analítica, Datexco, Centro Nacional de Consultoría y Gauss de Colombia.En conclusión, no es fácil estar en el pellejo de las encuestadoras, pero sí se requiere regulación sobre la materia. Entiendo que un congresista antioqueño, va a presentar un proyecto de ley al respecto. Estas últimas elecciones, prendieron las alarmas y las nuevas formas de hacer política, les dieron complejidad a los datos. Y otra cosa más: por favor, dejen de hacer encuestas ocho meses antes de unas elecciones… No tiene sentido eso, son meros sondeos de opinión disfrazados de encuestas.
No puede ser, que la Jueza primera civil del circuito de Valledupar (Zoraya Zuleta), vía decisión de tutela, haya frenado las sustentadas acciones de la Superintendencia de Salud contra la EPS Saludvida, que el día 15 de octubre de los corrientes había resuelto liquidarla –intervención forzosa administrativa–, mediante la resolución 8896 y trasladar sus afiliados a otras aseguradoras por graves fallas en el servicio, reclamaciones por costalados e insostenibilidad financiera. Repárese que los activos de la EPS son de $ 350 mil millones, mientras los pasivos son del orden de $ 790.000 millones y las pérdidas acumuladas se sitúan en los $ 867 mil millones.Saludvida, reporta 257 muertes por cada 100.000 nacidos vivos, cuando el estándar nacional es de 51 muertes. Todos los indicadores en cáncer, pacientes hipertensos y diabéticos y pacientes con insuficiencia renal, son deplorables y no llegan ni al 30% de los ponderados habituales. Se le suma a ello que el no pago de cartera a los proveedores, se ha visto reflejado en el cierre de 43 servicios en 11 departamentos. No hay, pues, ninguna viabilidad para operar y se había ordenado a partir del 1 de noviembre entrante, migrar los 1.1 millones de usuarios.Lea también:Reducciones (im) prudentesEs un acto irresponsable que una jueza civil, por hacerse la célebre, sin la profundidad de conocimientos financieros y de factibilidad, solo dizque para preservar los derechos a la salud de unos pocos pacientes (cuando se había ordenado mantener la atención al pasar los pacientes a otras EPS), tenga tan disparatada y facilista decisión. Índole civil y en Valledupar, son los cartones para quien se atraviesa a querer mantener un cadáver de la salud. Era obligatorio mantener la red: ¿consideró eso la falladora? ¿Se adentró en los indicadores inviables de la EPS? De ahí que se venga reclamando hace mucho tiempo la especialización de la tutela, para que los eventos de salud no los sigan fallando los jueces penales y de adolescencia, y en este caso una de carácter civil. Por eso, se ha convertido todo este tejemaneje en copias de fallos, que están preformatados y a los cuales se acude no solo por la velocidad de la decisión (diez días) sino también por la congestión judicial. Vemos permanentemente sentencias de tutela ordenando reintegros por pretensas estabilidades reforzadas (algunos casos sí tiene mérito), con un simplismo azaroso y peligrosista. ¿Cuándo se creará una jurisdicción de tutela especializada?Le puede interesar:Consejo Nacional ElectoreroEn el entretanto, se siguen resolviendo tutelas de sustratos inanes y para quedar como muy charritos: (i) un paciente de Bogotá (con adicción al sexo) logró una sentencia que obligaba a la EPS a proveerle una muñeca de plástico para no violarle el derecho fundamental a la salud; (ii) se ordenó tutelar los derechos de una persona que había sido eliminada de un chat de whatsapp; (iii) se determinó suspender para una persona en Bucaramanga, la restricción del pico y placa porque le venía provocando afectación para llegar al sitio de trabajo; (iv) se le concedió el derecho a una dama, para obligar a su marido a que fuera fiel y llegara temprano a la casa.En procura de la celebridad, muchas tutelas se “atraviesan” en el acontecer normal para volver mediático el acto. Hay mucha ausencia de sindéresis en algunos juzgadores, que sí la tienen otros, es innegable. Mientras jueces de otras disciplinas sigan fallando materias diferentes, se sigan proyectando modelos preordenados para cumplir con los diez días y no haya una jurisdicción especializada de tutela, seguiremos jugándole al peligrosismo y al “de pronto nos resulta” o al “tiremos el aventón”. Es la tutela una valiosa herramienta, pero requiere la dignidad de los jueces especializados.