El subsidio petrolero venezolano que salvó al socialismo cubano del colapso, al Alba que se construyó como defensa geopolítica de los gobiernos de izquierda, ha desaparecido.
Duele en el alma ver el éxodo masivo de venezolanos que desesperadamente buscan una mejor fortuna en otras tierras. La promesa de un futuro cierto choca con la incertidumbre e incapacidad de los gobiernos latinoamericanos por recibir a tantos que ingresan. A pocas horas de entregar el mando, el ex presidente de Colombia Juan Manuel Santos legalizo la permanencia por 2 años a 440.000 inmigrantes procedentes de ese país. Un permiso especial que les permite estudiar, trabajar y recibir atención médica. Ecuador y Perú son los otros 2 destinos próximos de la diáspora venezolana.
Venezuela es la peor tragedia de la historia reciente. No sobra volver a repetir lo ya dicho por tanta gente: de ser uno de los países con más alto ingreso per cápita, convertido en tierra arrasada donde la hambruna es generalizada y la muerte ronda los hospitales por falta de medicinas. La economía terminó en desastre como resultado de la expropiación de cientos de empresas y más de 500.000 cerraron por los controles y la falta de divisas.
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El chavismo-madurismo acabó con el sector productivo pensando en que los petrodólares serian la fuente inagotable, llevándose de paso a la clase empresarial y tecnológica. Muchos optaron por mover sus operaciones a la vecina Colombia donde encontraron un ambiente menos belicoso para la iniciativa privada. Ahora que los precios del petróleo van en ascenso, paradójicamente la otrora pujante y ejemplar Pdvsa es incapaz de alcanzar los niveles de producción de antaño, en razón al inadecuado mantenimiento y a la falta de técnicos y personal especializado.
El subsidio petrolero venezolano que salvó al socialismo cubano del colapso, al Alba que se construyó como defensa geopolítica de los gobiernos de izquierda, ha desaparecido y ahora lo que estamos presenciando son los efectos de la sequía del dinero gratuito. El sátrapa de Nicaragua que pudo mantenerse en el poder con la generosa cuota de petrodólares sufre por el ajuste obligado que genera en protesta social. Atornillado al cargo con su mujer, hijos y yernos procede a la represión brutal amparado en unos grupos de delincuentes que no son nada distinto a lo que utilizan sus mentores cubanos y venezolanos.
Miles de millones de dólares robados que poco a poco salen a flote en bancos e inversiones en propiedades nada menos que en el “imperio”. Un país colapsado y en bancarrota. Como el cuento del magnicidio ya nadie lo cree, se inventan un atentado con “drones” que sólo sirven para cazar a unos cuantos chivos expiatorios y seguir acusando al gobierno vecino de todos los males. El aislamiento internacional tarde que temprano va a surtir sus efectos. China que en su momento fue el mecenas y soporte financiero, encuentra que el riesgo es muy grande y las ganancias no existen.
Cuba el autor intelectual del embeleco Socialismo del Siglo XXI comienza a flirtear con la propiedad privada y la economía de mercado. El viejo truco de alentar conflictos en la periferia para evitar la presión sobre su régimen. Que sean Venezuela y Nicaragua las nuevas dictaduras y que los ciudadanos padezcan los rigores de la guerra interna y represión. Muy casual que primero fueron los cubanos que terminaron en Miami.
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Cuando la dictadura somocista, los nicaragüenses terminaron en Miami. Recientemente los venezolanos que pudieron, terminaron en Miami. Hasta que el emperador gringo cambie de opinión.