Urgente pero aún pendiente

Autor: Jaime A. Fajardo Landaeta
6 septiembre de 2019 - 12:00 AM

Agilizar la implementación de los acuerdos de paz para frenar locuras en marcha.

Medellín

No puede ser más descabellada la decisión que tomaron varios miembros de las antiguas Farc de volver a la guerra, golpeando seriamente el proceso de paz, al igual que lo han hecho los más encarnizados detractores de éste.

Ese reducido número de combatientes, que sale armado en un vídeo muy publicitado, con Iván Márquez, Santrich, el Paisa y Romaña, entre otros, no representa a la inmensa mayoría de desmovilizados que se mantiene firme en el cumplimiento de los acuerdos de paz: son más de 10.000, que exigen el apoyo de toda la sociedad y de la comunidad internacional, pues se la están jugando por el éxito de los acuerdos de paz.

Desde hace un tiempo, Márquez venía ambientando la idea de que las Farc se estaban volviendo a armar; ahora nos echa el cuento de la “nueva Marquetalia”. También en otro momento hizo un llamado para que se suspendiera el proceso de negociación y denigró de la entrega de armas, pero esa necedad no encontró eco.

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Hacen bien los líderes del partido Farc en catalogar como un engaño lo que pretende hacer esta disidencia, y pedir perdón por los efectos negativos que produce sobre el acuerdo de paz, al tiempo que reitera su voluntad inquebrantable de continuar defendiendo lo pactado, mientras urge su implementación integral.

A su vez el presidente Iván Duque advierte que nadie se dejará intimidar y ordena crear un grupo elite para combatir esta agrupación de delincuentes, pero guarda silencio acerca del todavía pendiente proceso de implementación. El Gobierno solo habla de algunos aspectos referidos a la reincorporación de los combatientes, y les ofrece apoyo, pero no se ocupa de los acuerdos en su totalidad.

Entonces, ¿dónde queda la agenda negociada en La Habana? Ni se mencionan los temas que permitirían dar cumplimiento a los acuerdos, para finiquitar el conflicto armado. ¿Qué pasó con los asuntos agrarios? ¿Y con la libertad de cientos de guerrilleros que siguen detenidos, cuando deberían estar en libertad y trabajando por la paz? ¿Y con las garantías de seguridad para los excombatientes y líderes sociales, que siguen cayendo asesinados? ¿Qué pasa con el enfoque integral del problema del narcotráfico incluido en los acuerdos, que además le exige al Estado colombiano crear escenarios internacionales para abordarlo con sus posibles soluciones? En fin, son muchos los casos que permiten comprobar que el gobierno Duque soslaya la implementación del conjunto de los acuerdos.

Además: Las desgastadas treguas

El caso es que ya deberían estar vigentes unas 50 leyes que permitirían consolidar los pactos firmados, pero el Gobierno se mantiene renuente a presentar dichas iniciativas al Congreso. Eso sí, le hace creer a la comunidad internacional que todo va viento en popa, logrando que ésta mantenga su respaldo al proceso, para que fluyan los recursos económicos prometidos, lo que constituye una evidente burla.

Los sectores más radicales, que a la vez son los más representativos del partido Centro Democrático, siguen empeñados en tumbar los acuerdos, mientras ocultan su interés de propiciar la impunidad de los terceros financiadores del conflicto armado y creadores en gran parte del paramilitarismo. No está entre sus prioridades aportar a la construcción de la verdad y a la posibilidad de que realmente se haga justicia.

En fin, no creemos que la decisión de Iván Márquez y los otros miembros de las antiguas Farc de retomar las armas tenga algún futuro. Pero una de las imperiosas tareas del momento para anular sus argumentos es implementar integralmente los acuerdos de paz y es ahí donde aparece una de las mayores debilidades del Gobierno de Iván Duque, principal responsable de que no avance y se consolide el proceso de aclimatación de la paz.

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