La Universidad Tecnológica del Chocó se ha convertido en los últimos años en otro de los grandes focos de corrupción en el Chocó,
La Universidad Tecnológica del Chocó se ha convertido en los últimos años en otro de los grandes focos de corrupción en el Chocó, una especie de centro de prostitución académica, donde el trueque de calificaciones por dineros y sexo son unas de sus peores lacras que están incidiendo en sus pésimos indicadores académicos. Es un claustro universitario que cabalga hacia una profunda crisis administrativa y académica.
Increíblemente es una Universidad que tiene uno de los promedios salariales más altos de los docentes de las Universidades públicas en el país. Sin embargo, la producción académica de la mayoría de sus profesores es mínima y deficiente, salvo los casos de cinco o seis docentes de los más de 200 profesores titulares y catedráticos.
La Universidad del Chocó tiene 42 años de funcionamiento y actualmente no tiene un solo programa académico acreditado, tampoco tiene acreditación institucional y se está quedando sin registros calificados en todos sus los programas. En este contexto su crisis es aguda y preocupante, porque programas como Enfermería, Arquitectura, Tecnología en Administración Turística y Hotelera, entre otros no tienen registros. En otras palabras, el registro calificado es equivalente a una licencia de funcionamiento y hasta en eso va de mal en peor.
Además, los programas de extensión no operan y los de distancia mucho menos. Por consiguiente, la reforma curricular que hizo su rector Eduardo García Vega, ha tenido consecuencias funestas en su nivel académico y se constituye en uno de los peores desaciertos en los 12 años que lleva dirigiendo la institución.
Se sabe que varios de sus docentes han incurrido en irregularidades y falsedades en sus acreditaciones académicas. De allí que una somera investigación acuciosa de la Fiscalía sobre ese tipo de anomalías destaparía una de las tramas de corrupción más graves en contra del Estado en un centro universitario en el país.
Ahora los indicadores de gestión y de calidad del Ministerio de Educación señalan que la Universidad del Chocó ocupa el puesto 30 entre 32 Universidades públicas en el país, solo supera a las Universidades del Tolima y Pacífico. Es una institución que cabalga hacia el precipicio, debido a que afronta una profunda crisis académica, económica y administrativa. Son pocos los chocoanos que ante el poder inquisidor de García y su combo de áulicos, levantan sus voces de protestas y se han preocupado por examinar con profundidad y pericia las crisis que se incuba en este claustro universitario.
Una Universidad que se ha transformado en un centro de expedición de títulos académicos con una pésima calidad educativa y reproductora de la mediocridad regional. Igualmente, que en otro foco de corrupción y desgreño administrativo regional porque perdió el rumbo de su papel y su misión como claustro universitario para convertirse en fortín politiquero y de trampolín para las financiaciones de campañas políticas de congresistas, gobernadores, diputados y alcaldes.
Con las ejecuciones de una serie de proyectos de los recursos de las regalías entró a formar parte de otro eslabón regional putrefacto en las deficientes inversiones de las regalías en el país. Un tema que la Procuraduría, la Contraloría y la Fiscalía deberían investigar con lupa. Así como las interventorías que ha hecho la Universidad en obras públicas como en
la vía Quibdó-Medellín, la construcción de un muro de contención en el municipio de Río Quito y las construcciones de las sedes universitarias en Istmina y Bahía Solano.
La Universidad del Chocó, es una bomba a punto de explotar porque no existe un buen sistema de gobierno en sus procesos administrativos y académicos. Hace poco un empleado denunció una serie de irregularidades. Otras denuncias sobre irregularidades cometidas en su Consejo Superior duermen en los anaqueles del poder judicial. En conclusión: corrupción no es solo apropiarse ilícitamente de los dineros del Estado, sino que también se incurre en corrupción cuando no se administran con eficiencia, transparencia y eficacia los recursos públicos.