Los norteamericanos redujeron sus deudas en más o menos 3.8 billones de dólares, lo que equivale a 19 puntos del PIB.
Han pasado 10 años y la Gran Recesión es historia. Volver a explicar sus causas no sería apropiado sino fuera porque algunos de los males que le dieron origen se están repitiendo. Puede ser que no lleguemos a lo mismo pues se hicieron correctivos de modo que el crédito sea más transparente, pero otra vez estamos ante hechos que ameritan atención. El mercado de crédito de vehículos es uno de ellos. Las entidades prestamistas en su afán por colocar recursos, han flexibilizado los requisitos para aquellos cuya calificación crediticia no es la mejor. El resultado ha sido un aumento en el número de morosos y de quienes han incumplido las obligaciones.
En el ámbito global las noticias son alentadoras. Las economías se afianzan en su proceso de recuperación, salvo lo que están viviendo Argentina y Turquía. El “default y el corralito]” son fantasmas que reaparecen y Macri con las medidas de austeridad que está implantando, va a terminar frenando la economía y un costo muy alto para la gente. Asimismo, el alto endeudamiento de países como Brasil, India y China puede generar una nueva crisis. Si no logran conseguir los dólares, vía comercio, para pagar lo que deben llegarían a incumplir y el contagio sería inevitable.
El McKinsey Global Institute ha hecho una recopilación de los cambios financieros de la última década destacando lo bueno y malo que ha ocurrido. Lo primero es la drástica caída de la deuda de los hogares en Estados Unidos y Europa, presumiblemente por las limitaciones de crédito y el menor gasto de consumo. Los norteamericanos redujeron sus deudas en más o menos 3.8 billones de dólares, lo que equivale a 19 puntos del producto. Una cifra descomunal.
Lo siguiente es la disminución en los “flujos de capital” cuyos montos desde 2007 son la mitad. Eso implica que hay menos inversionistas extranjeros comprando acciones o bonos de otros países. Lo mismo está ocurriendo con la inversión extranjera en activos productivos (compra de compañías existentes, construcción de nuevas factorías o negocios). Los bancos europeos y en particular la banca alemana son otro ejemplo. En 2007 dos tercios de los activos estaban por fuera de Alemania y hoy es un tercio. Sin duda que la crisis griega y las dificultades de la economía italiana explican lo sucedido.
Por último, los desbalances globales, es decir, grandes superávits o déficits en la balanza comercial, también han disminuido. Los más conocidos son el crónico déficit comercial de los Estados Unidos y la contracara el significativo superávit chino. Muy a pesar de la retórica trumpista y de otros, el desbalance en la cuenta como porcentaje del producto sugiere lo contrario. Para 2007 el superávit chino era un 9.9 por ciento del producto, cayendo hoy a solo 1.4 por ciento. Mientras tanto, el déficit de los Estados Unidos llego a su nivel más alto en 2006 representando un 5.9 por ciento del PIB, para caer a 2.4 por ciento el año anterior.
La balanza muestra un saldo en favor de lo positivo pero hay motivos que generan preocupación. China como segunda economía del planeta muestra una enorme dependencia del crédito, reflejada en préstamos a empresas estatales y otros negocios para estimular el crecimiento de su economía. La burbuja en los precios de la construcción es un asunto que aqueja con gran impacto. Los aranceles y las menores exportaciones generan incertidumbre.
McKinsey lo dice con toda claridad: “Algo que sabemos por la historia es que la próxima crisis no se va a parecer a la última. Si algo nos enseñó el 2008, es la importancia de estar vigilantes en los momentos en que las cosas están bien”.