La politizada lucha tardía contra el narcotráfico y la impunidad, y en favor de la extradición, no unirá a esta Colombia polarizada, y menos cuando el llamado es parcial.
Recordar el pasado es una de las maneras de comprender el presente. Es un ejercicio muy útil.
Útil y, además, sencillo cuando ese pasado no es lejano y cuando sus actores aún existen y están vigentes en el campo que se quiere analizar.
Hace 30 años un gran líder político de Colombia vivía sus tres últimos meses. Se sentía triste y solitario. En sus ojos claros que parecían entrecerrados era clara su mirada de desesperanza. La compañía de un pequeño grupo de colombianos que creían en sus ideas y luchaban con él no era suficiente. Por aguerridos y valientes que fueran eran pocos y débiles frente al gran enemigo que enfrentaban: el narcotráfico sumado a la indiferencia política y social. Un delito que apenas empezaba a tomar visos de emporio y a la vez de tragedia nacional.
Confrontar ese pasado reciente de Colombia con el presente que vivimos nos abre los ojos frente a los verdaderos motivos de muchos de quienes hoy toman ciertas banderas.
Más claro:
¡Ah falta que le hizo a Luis Carlos Galán esta inusitada fuerza que ha surgido en Colombia en los últimos años -en especial en el último mes- contra el narcotráfico y en favor de la extradición!
Quienes hoy dicen adoptar esas dos banderas y en aquella época eran dirigentes, ¿por qué ayer nos dejaron solos y hoy se rasgan las vestiduras frente a lo que defendíamos unos pocos? ¡Si hasta algunos se burlaban de nosotros por ilusos y por exagerar el desastre que se venía!
Si esa hubiera sido una causa nacional la historia del país y su presente serían otros. Claro que tendríamos problemas. Claro que aún existiría el narcotráfico, pero no en las dimensiones de hoy, pero no hubiera permeado todas las esferas de la sociedad, pero posiblemente no hubiera alimentado a las guerrillas y a los paramilitares y no hubiéramos vivido esas épocas de estruendo que incluso no han desparecido: bombas, asesinatos de policías, jueces, periodistas, políticos y miles de colombianos.
Poner el pasado en el presente.
Por eso es tan importante la Historia. La historia de la lucha contra el narcotráfico en Colombia nos sirve para analizar las intenciones de quienes habiéndolo podido combatir hace 30 años no lo hicieron y hoy sí lo dicen hacer y lo pregonan a los cuatro vientos teniendo en cuenta que el delito y sus daños son los mismos. ¿Acaso lo que importa es quién lo cometa? ¿Hay narcotraficantes malos y narcotraficantes buenos? ¿Por qué ayer no era perversa la extradición y hoy sí lo es? ¿Han ideologizado un delito y su forma de contrarrestarlo? Y eso para no ahondar en aquellos que directa o indirectamente se lucraban de su nuevo mejor enemigo.
La justicia, la impunidad y la cruenta lucha contra el delito no puede ser una carta de sacar y poner según las circunstancias políticas o electorales, ni menos según las conveniencias personales.
Mucho para pensar que hoy el gobierno y su partido pidan la unión del país en torno a la lucha contra el narcotráfico y la impunidad y en favor de la extradición. Primero, por la extemporaneidad; segundo, porque no son esos los únicos problemas que hoy tiene Colombia para que su consenso sea el gran aglutinante nacional; y, tercero, porque un país tan grande y diverso no solo se une convocando a una fracción, a la fracción que piensa como el gobierno y su partido, a la fracción que ha manejado al país durante los últimos 60 años. En pocas palabras: es absurdo unir una fracción que, además, ha estado unida desde hace tanto tiempo con el fin de repartirse el poder simulando diferencias para mantener una apariencia de democracia.
Pregunta:
Si las Farc no se hubieran nutrido del narcotráfico, si no hubiera existido proceso de paz, si el lamentable caso Santrich no hubiera ocurrido, ¿habría nacido esta novedosa preocupación contra el narcotráfico por parte del partido de gobierno?
Pero hay algo más que hace dudar de la efectividad y por tanto de la sinceridad de esta lucha tardía: Luego de 30 años de combate infructuoso contra el narcotráfico ha pasado mucha sangre bajo el puente. Los contextos son diferentes y los nulos resultados cada día son más palpables. Es decir, no solo llegan tarde sino que intentan dar una lucha hoy equivocada luego del fracaso mundial. Si seguimos con esos medios dentro de 30 años estaremos en las mismas y con un monstruo aún más grande.
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, dijo Einstein. Eso lo saben el presidente Duque y su partido, eso lo saben la mayoría de gobernantes del mundo. Por eso hay que cambiar el enfoque: Se trata de un grave problema de salud pública, de la corrupción criminal que permea todas las actividades y posibilita el delito, del comercio de armas y de la carencia de oportunidades en inmensos sectores poblacionales de los países productores de drogas.
Pero es más fácil dar una lucha vana y vendedora que por sí misma deja réditos políticos sin importar a sabiendas que no dará resultados.