Estas funciones son abiertamente contrarias a la Constitución y a la Ley, por cuanto le desconocen públicamente el debido proceso, la presunción de inocencia y la dignidad a las personas allí señaladas
Por José Ricardo Mejía Jaramillo
“De todo lo escrito no amo sino lo que se ha escrito con sangre; escribe con sangre y comprenderás que la sangre es espíritu”.
Federico Nietzsche
Ver de nuevo al fiscal, al procurador al contralor en su tercera rueda de prensa conjunta, resulta ser un verdadero espectáculo. Sí, un verdadero y triste espectáculo.
Sólo les falta vestir esos trajes propios de los súper héroes. Les falta volar, aparecer y desaparecer súbitamente, como algunos de aquellos.
Pero un ciudadano serio, con formación y rigor, ¿qué debe preguntarse sobre estas presentaciones tan taquilleras?
¿Son necesarias estas funciones? ¿Por qué las realizan? ¿Son ajustadas a la Constitución y a la Ley? ¿Es verdad lo que estos funcionarios dicen en ellas? ¿Los servidores públicos señalados sí habrán cometido alguna falta?
¿Si es ético realizar este tipo de funciones y someter al escarnio público a tantas personas a la vez; personas que no tienen ninguna oportunidad de defenderse ante esa misma audiencia que ve cómo los destrozan moralmente?
¿El fiscal, el procurador y el contralor si podrán garantizarles a los señalados allí investigaciones imparciales y justas? ¿Alguno de estos súper héroes habrá leído, por casualidad, los consejos de El Quijote a Sancho antes de ir a gobernar su ínsula?
Las respuestas que ese mismo ciudadano serio encontraría en un escenario mínimamente académico seguramente serían estas.
Estas funciones son absolutamente innecesarias. Sobran. No le hacen bien a una sociedad civilizada. Las hacen para aumentar el nivel de aprobación de una opinión pública que los desconoce y no les cree. Son abiertamente contrarias a la Constitución y a la Ley, por cuanto le desconocen públicamente el debido proceso, la presunción de inocencia y la dignidad a las personas allí señaladas.
Lo que se afirma en ellas, aún no se puede decir que sea verdad, por cuanto la investigación no ha permitido aún refutar esos cargos que en muchos casos provienen de opositores que hace poco perdieron las elecciones.
A esta altura, no se sabe a ciencia cierta si las personas señaladas públicamente cometieron o no alguna falta, y por eso duele tanto a la justicia ese espectáculo macabro al que quieren acostumbrarnos.
No es en absoluto ético el comportamiento de estas altas personalidades, pues a ninguno de ellos, seguramente, les gustaría ser tratados así. Es imposible que esos funcionarios garanticen, de manera objetiva, investigaciones serias e imparciales en el futuro, y seguro tampoco se declararán impedidos.
Es imposible que alguno de estos señores haya leído al ingenioso Hidalgo. De haberlo hecho, seguramente su corazón estaría centrado en la grandeza que brota, cuando de hacer justicia se trata, de la serenidad y la prudencia.
Es triste tenerlo que aceptar. Pero los líderes de los órganos de control están infectados de una peste peor que la covid-19 y, lo más lamentable, es que esa peste ya lleva 29 años propagándose entre nosotros y no se vislumbra vacuna ni tratamiento. Ni siquiera tapabocas usan. Apenas intentan lavarse las manos.
Un par de preguntas finales vendrían bien: ¿Saben quién va a pagar, dentro de 10 o 15 años, las indemnizaciones a los servidores públicos de elección popular separados arbitrariamente de sus cargos por nuestros súper héroes? ¿Saben cuál de esos súper héroes va a responder por esas arbitrariedades?
CODA:
Una. El Congreso aprobó la cadena perpetua para violadores de niños. Yo solo aprobaría esa drástica sanción cuando sean los funcionarios públicos corruptos, los que se roban los recursos de la vivienda, la salud, la educación y el bienestar de esos niños, los primeros en dar ejemplo, imponiéndosela a ellos mismos. Eso sí, siempre respetándoles sus derechos constitucionales y legales.
Dos. Una precisión. Soy abogado, defensor por vocación. Ya no ejerzo la profesión de manera contractual. Sólo de manera excepcional y oficiosa. Con mi aparición en medios y redes, no estoy ofreciendo mis servicios.