¿Están dispuestos los Estados Unidos a una invasión a sabiendas del costo económico que representaron experiencias similares?
El mundo observa estupefacto el genocidio en Siria con una población civil que sufre los ataques del régimen y la respuesta igualmente sangrienta de grupos aislados que se oponen al gobierno de Bashar Al Assad. Entretanto, la guerra civil eleva el número de muertos a medio millón y quienes ahora deambulan como refugiados supera los 2 millones. La ONU ha dejado de contar las víctimas. Una tragedia humanitaria que no parece llamar la atención de quienes nada pueden hacer y que se ha convertido en un juego de pelota caliente entre Occidente y Rusia e Irán como soportes del sátrapa.
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Lo ocurrido en Douma un suburbio de Damasco el pasado fin de semana, donde nuevamente decenas de civiles murieron asfixiados por el uso de armas químicas en una clara violación de los protocolos de Ginebra, es una muestra la pasividad de la comunidad internacional en su obligación por no solo detener las acciones de Al Assad, sino de poner fin a su sangriento gobierno.
El dilema es si la salida sería una intervención militar por parte de los Estados Unidos y sus más cercanos aliados Francia y Gran Bretaña, pudiendo desencadenar una guerra de consecuencias desconocidas pues el Kremlin ha reiterado su apoyo incondicional al monstruo de Damasco. Las fallidas amenazas comenzaron desde los tiempos de Barack Obama cuando en 2011 pidió ‘’dar un paso al costado’’ y luego con ocasión de un ataque también con armas químicas en 2012 se indicó que Al Assad había traspasado una ‘’línea roja’’.
Hace apenas un año, la respuesta de Trump al ataque con gas sarín fue usar misiles de crucero desde el Mediterráneo, sin que Al Assad se sintiera por aludido pues sabe que cuenta con el apoyo militar de Rusia e Irán. El presidente norteamericano fiel a su confusa política de anunciar una cosa para posteriormente hacer todo lo contrario, amenaza con nuevos bombardeos aéreos a sabiendas que un día antes había pedido al Pentágono retirar a los 2 mil soldados que actualmente ayudan en labores de control, entrenamiento de las fuerzas opositoras e impidiendo una reagrupación del estado islámico.
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Para los partidarios de una confrontación militar amplia, la pregunta es muy simple: ¿están dispuestos los Estados Unidos a una invasión a sabiendas del costo económico que representaron experiencias similares? Trump se excusó de participar de la Cumbre de las Américas en Lima argumentando que la crisis siria ocuparía toda su atención. Si la opción es sacar a Al Assad mediante la fuerza, el riesgo es que el gobierno sirio colapse a un costo incalculable pues ello implicaría prolongar la guerra civil que dejaría en el medio a quien sabe cuánta gente.
Una segunda implicación es eventualmente confrontar a una Rusia cuyo poderío nuclear fue ampliamente difundido recientemente en una parada militar. El propio Putin a través de su canciller y el representante en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas advirtió de una escalada que rápidamente se expandiría al Medio Oriente y Europa donde hay presencia de tropas rusas.
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La guerra en Siria es muy compleja y difícil de resolver. Al Assad no se siente intimidado por los avisos de un posible bombardeo a sus bases militares y a instalaciones de gobierno en la capital. En la ONU por su parte, cualquier iniciativa de fuerza va a terminar vetada teniendo en cuenta que Rusia tiene ese poder. Todo indica que de darse un ataque por parte de Estados Unidos, volveremos a una repetición de la ‘’Crisis Cubana de los Misiles’’ de los 60.