Los principales abanderados de la marcha del sábado, no fueron, no son ni serán el modelo más apropiado.
Desde tiempos inmemoriales se utiliza la palabra tridente para significar algo que tiene tres elementos –en el caso original, dientes o puntas– y el más famoso de ellos fue por los siglos de los siglos el que portaba Satanás para amedrentar a los pecadores.
Con el tiempo dejó de utilizarse la palabreja hasta el día en que algunos periodistas españoles decidieron bautizar con ese nombre las tripletas de ataque de los equipos Barcelona y Real Madrid, integradas por elementos, a cual más temible y certero en las áreas rivales.
Por eso muchas personas que desconocían su significado, original, lo han asimilado únicamente con los estragos dominicales que en vallas débiles y mal paradas pueden producir los súper futbolistas de esta época.
El tridente del Real Madrid – BBC- lo forman Gareth Bayle, Karin Benzemá y Cristiano Ronaldo, y muchos de los equipos del mundo preferirían ver al diablo en persona que a estos tres elementos con sus dribles y disparos en cercanías del arco.
No se sabe a ciencia cierta cuál periodista o medio de comunicación fue el autor del bautizo a estas tripletas infernales en el fútbol, pero lo cierto es que en Barcelona no se quedaron callados y decidieron también tener el suyo: la ahora famosa MSN, integrada por Messi, Suárez y Neymar, con cuyas iniciales formaron su propio tridente.
En el campo futbolero ninguna otra nación del mundo parece disponer del privilegio, por ahora, de contar con su propio tridente, y de acuerdo con la calidad demostrada por los seis jugadores antes citados, no es muy viable que en el futuro puedan tenerlo.
Colombia que es un país singular, hasta el punto de hacerse conocer en el resto del orbe en algunas ocasiones como el más feliz del mundo, no podía quedarse atrás en este propósito, y aunque no en el campo futbolero si no en el político, puede preciarse ahora de tener el suyo, más temible tridente: el que en adelante será denominado, tridente UPO.
Uribe, Popeye, Ordoñez, algo que quedó materializado en la marcha del pasado sábado, luego del “respaldo” que el pupilo de Pablo Escobar le diera a esta demostración realizada dizque para protestar contra la corrupción, promovida por dos eximios exponentes de la misma: el expresidente Álvaro Uribe y el exprocurador, Alejandro Ordoñez.
No resulta aventurado afirmar que la adhesión del exsicario de Escobar a ese desfile ahuyentó -como corriéndole a la peste– a muchos ciudadanos que de buena fe se proponían recorrer algunas calles de sus ciudades para protestar, no sólo contra los últimos escándalos sino también contra los ocurridos en gobiernos anteriores.
Lo que no resulta entendible es que los principales auspiciadores del acontecimiento, quienes también tienen un pesado fardo a cuestas que les resta toda legitimidad y autoridad moral para actuar de adalides, no hayan dicho esta boca es mía, y con su silencio complaciente hubieran aceptado semejante compañía.
Los más experimentados suelen decir que se predica más con el ejemplo que con el consejo, y el que pueden ofrecer los principales abanderados de la marcha del sábado, no fueron, no son ni serán el modelo más apropiado que deban imitar las actuales y nuevas generaciones.
Lo de Popeye ha llegado a tanto que algunos, en broma o en luto, le han atribuido una supuesta intención, por él negada, de pretender la Alcaldía de Medellín. Pero no lloren, ni se rían, ni se asusten, porque con sus brillantes antecedentes bien puede convertirse en el candidato de los nuevos caudillos de la moral que con tanta aceptación ya lo recibieron en su causa eminentemente política y politiquera.