Tampoco ha sido extraño ver como Trump en su fantasía retorica miente sin pudor alguno. Su discurso no fue la excepción
En su alocución del Estado de la Unión el presidente esboza las ideas de lo que ha sido y será la agenda de gobierno y una invitación al Congreso a actuar en consecuencia. La del martes mostró la polarización existente con la ausencia notable de varios representantes demócratas en protesta por la forma como según ellos Trump trata a las minorías y la actitud displicente y descortés de los líderes del partido demócrata durante el discurso. Una muestra clara del clima político en Washington donde el consenso y los acuerdos bipartidistas parecen cosa del pasado.
Trump en su narrativa a la nación con su acostumbrada exageración de los hechos, fue reiterativo en el “progreso increíble” de la economía y los bajos niveles de desempleo, en particular entre los afroamericanos y latinos. Como acertadamente afirman los analistas, es cierto que la economía atraviesa por un excelente momento, la inflación está dentro de los límites esperados y la bolsa crece como espuma.
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Sin embargo, no es el ejecutivo quien debe proclamarse victorioso por el momento favorable de la economía. En justicia, Ben Bernanke y últimamente Janet Yellen como directores de la Reserva Federal son los directamente responsables por el rumbo económico del país, pues con sus políticas permitieron a los Estados Unidos y de contera al resto del mundo salir de la Gran Recesión de 2008.
Tiene razón Trump en observar que los índices alcanzados en los precios de las acciones crecieron positivamente durante el primer año de su gobierno, también lo es que ello se debió gracias a los recortes impositivos para los más ricos que muy seguramente van a pasar cuenta de cobro a las futuras generaciones en la forma de una mayor deuda pública.
Desde los tiempos de Bush hijo, pasando por los 8 años de la administración Obama el Estado de la Unión ha sido el escenario para invocar una nueva forma de hacer política y pedir que se dejen atrás las divisiones y diferencias partidistas. Desde su posesión el actual mandatario ha mostrado una y otra vez que tiene muy poco interés en hacer realidad la unión y dejar atrás las heridas. Sus constantes alusiones a la comunidad inmigrante como delincuentes y criminales definitivamente no es la mejor manera de contribuir a la reconciliación. Los estudiosos del tema migratorio coinciden en afirmar que los índices de criminalidad entre los inmigrantes indocumentados de lejos son más bajos que los de los nacidos en el país.
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Tampoco ha sido extraño ver como Trump en su fantasía retorica miente sin pudor alguno. Su discurso no fue la excepción: falso que fue el de mayor audiencia como ha querido hacerlo ver. No es cierto que los Estados Unidos son ahora exportadores netos de recursos energéticos. Falta a la verdad cuando afirma que gracias a su reforma tributaria ha significado bonificaciones de ‘’ miles y miles de dólares para millones de trabajadores’’.
Ausente de toda mención Rusia y su papel en las elecciones pasadas que hoy son objeto de crítica de grandes sectores de opinión. Ni una sola referencia a la palabra deuda durante su intervención, asunto prioritario para su partido republicano durante toda la presidencia Obama. Todo indica que el déficit ya no es importante cuando se comparte el poder. La educación fundamento para la competitividad que tanto gusta a Trump, la invitada de piedra. Ni una sola línea para el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica que era una de las prioridades de campaña.
En fin que pese a todos los impulsos autoritarios e imperiales del gobierno Trump, el espíritu norteamericano no deja de sorprender por su fortaleza y resiliencia. Se avecinan días cruciales para cientos de miles de Soñadores, expectantes de una solución a su status migratorio. ¿Podrán los políticos ponerse de acuerdo siquiera una vez?