Acceder al concepto de bien común, de que las partes están mejor si cooperan que si confrontan, es fundamental para entender la importancia de la integración comercial
En varias columnas he venido destacando lo desafortunado de la elección de un populista nacionalista de la peor clase como presidente del mundo y la gravedad de las implicaciones políticas, económica y ecológicas (para no hablar para la decencia tanto en materia de ética de medios de comunicación como de cortesía elemental) de su Presidencia. Que tal populismo va de la mano de una falta de honestidad severa llega, como lo he señalado también, en este caso a un nivel dramático en la forma como el populista manipula a su base política sobre la base de promesas mentirosas sin sentido alguno de realidad económica.
Señalaré a continuación cuatro aspectos en los cuales la miopía de las mentiras de Trump va a ser fatal, no solo para todos nosotros, sino para su propia base política que carente de educación política y económica lo sigue fascinada por sus espejismos.
1) El déficit con China, Alemania y Japón no es por estafadores que son estos sino por falta de competitividad y eso no se resuelve regresando las regiones afectadas por la desindustrialización a un estadio superado e insostenible sino con reestructuración y reconversión hacia la flexibilidad postindustrial. Claro que es más fácil culpar a los demás (ahora, como siempre con su tono inadecuado, a la Sra Merkel) que adelantar las políticas de desarrollo productivo, formación de capital humano, difusión tecnológica e inversión en infraestructura física, tecnológica y organizacional-infraestructural necesaria para que la inversión tenga lugar y se traduzca en empleo.
2) El retiro de Paris no solo es fatal (como lo expresó el gesto altamente simbólico, si bien ingenuamente optimista, de Francisco al obsequiarle Laudato si) para el medio ambiente universal (ver última columna sobre estas trumpadas) sino para la economía americana a la que de nuevo en su miopía e ignorancia va a regresar a estadios superados de la economía del carbón mientras todos sus competidores avanzan hacia el futuro de las tecnologías limpias y las fuentes alternativas. Sólo esta miopía e ignorancia puede atrasar así la economía americana privándola de estas enormes posibilidades en materia de innovación y de empleo.
3) Reversar las avances de Obama con Irán y con Cuba privará, en su envión nacionalista demagógico, a los inversores americanos vs sus competidores europeos de importantes negocios, para no hablar del horror que es profundizar el conflicto sunita-chiita en el Medio Oriente tomando partido por el primero acusando a Irán de ser el principal promotor del terrorismo islámico (una estupidez si se considera que este es casi totalmente sunita) siendo que su aliado Saudí Arabia efectivamente lo ha sido y continua siéndolo.
4) Acceder al concepto de bien común, de que las partes están mejor si cooperan que si confrontan, es fundamental para entender la importancia de la integración comercial y los acuerdos que la facilitan. Desde luego que estos se prestan para asimetrías como las que USA impone a economías como las nuestras evitando los escenarios multilaterales para poder matonear a cada paisito individualmente. Pero en general, y en particular en el caso de Nafta, la expansión de los negocios para empresas americana ha sido gigantesca, así unos sectores (el automotriz en particular) se hayan visto afectados (emigración de plantas a México, en lo que las multinacionales americanas han estado acompañadas por las europeas y japonesas). Pero claro esperar que un matón como Trump acceda al concepto de bien común es (como en el caso de tantísimos de nuestros matones locales que, como en el caso de los enemigos de la paz, enfrentan testicularmente los problemas) pensar con el deseo, por lo cual, dada su mentalidad de que lo que yo logro ganar es porque te fuerzo a ti a perder, es igualmente despistado esperar que Trump entienda que las economías se pueden beneficiar conjuntamente del establecimiento de sistemas de producción internacionalmente integrados y cadenas globales de valor, que su torpedeo de los acuerdos también destruirá.
Suele ser un síndrome característico del caudillo populista, Maduro al igual que Trump, pensar en su paranoia omnipotente que él es tan macho que se puede llevar por delante la lógica económica. Que eso no es así es triste y claramente ilustrado por el horror de Venezuela.