Lo que no tiene presentación es qué ante ciertas situaciones o coyunturas, estos temas sean de nuevo traídos a la palestra
En el país del Sagrado Corazón, parece que, por calendario, hay temas que jamás se concretan o sobre los cuales no se alcanza un relativo consenso, y entonces se engavetan hasta una próxima oportunidad. Es claro que detrás de cada tema debe existir un grupo de interesados en sacarlo adelante, lo cual es válido y legítimo.
Lo que no tiene presentación es qué ante ciertas situaciones o coyunturas, estos temas sean de nuevo traídos a la palestra para distraer a la opinión pública, ante la imposibilidad de resolver alguna situación.
Tal es el caso de la discusión de si se debe o no abrir los campus universitarios, haciéndolos parte del espacio urbano y público, para lo cual deben derrumbarse los muros que la separan de otras propiedades o construcciones. Algunos dirán que los muros universitarios sirven para que no entren las ideas y otros sostendrán que es para que no salgan las ideas, pero ese es otro tema.
Una cosa es que las sedes universitarias sean planeadas y diseñadas para tener o no tener muros y otra es que de un día para otro a alguien se le ocurra o construirlos o derrumbarlos.
Otro asunto es el de la unificación de períodos entre alcaldes, gobernadores y presidente. Eso se debe hacer para sincronizar los períodos de campaña electoral, los planes de desarrollo y los presupuestos, pero para lograrlo debe existir un período de transición, que sin duda beneficiará a algunos y perjudicará a otros.
Tener un aparato legislativo de una o de dos cámaras, ha sido otro estribillo más politiquero que político.
Proponer la supresión de las contralorías, también ha sido un caballito de batalla que algunos han empleado para desorientar, más que para construir.
Periódicamente aparece la idea de quitarle un paquete de ceros a nuestros papeles moneda actuales, o, mejor dicho, a nuestros billetes, Aún cuando pueden existir criterios monetarios y económicos partidarios de dicha modificación, existen aspectos culturales y de tradición, que han impedido su ejecución.
De cuando en vez aparecen voces partidarias de que los militares en ejercicio puedan ejercer el derecho al voto y otros que no. En un país como Colombia, en medio de caudillismos crecientes, lo mejor es que no.
Ante la inseguridad creciente en las ciudades y el campo, la idea de restringir la entrega de salvoconductos va y viene. Argumentos existen para las dos posturas. Países hay que sirven de ejemplo para las dos opciones. Amanecerá y veremos.
Ni que hablar de temas complejos como el aborto, la eutanasia y la pena de muerte.
De igual manera las discusiones bizantinas ante la innegable igualdad de derechos de las mujeres.
Eventualmente se discute sobre la pertinencia o no de figuras como las concesiones, que en otros países han dado buenos resultados, pero que acá en medio de la corruptela, han servido en algunos casos como vehículo de malos manejos.
Como decía Marañas, “en este país nunca pasa nada y cuando pasa, ya pasó”.
NOTA: Tan estúpida como la decisión de la Secretaría del Medio Ambiente de Bogotá de incautar hace algunos años unos peces ornamentales de Atlantis Plaza en Bogotá, por el temor de que murieran, y una vez decomisados murieron en extrañas condiciones, pasa hoy lo mismo por parte de la también estúpida decisión del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente –Dagma- de trasladar un león que estaba bien cuidado en Cali para un zoocriadero en el departamento de Córdoba, para llevarlo casi hasta su muerte. Sería importante un castigo ejemplar para los estúpidos que tomaron estas estúpidas decisiones.