Sobre la educación, la sociedad y la pandemia

Autor: Invitado
15 mayo de 2020 - 12:00 AM

Lo único que puedo aportar desde mi posición de docente es invitar a todos a que reflexionemos sobre si queremos seguir dándole el mismo rumbo de “progreso material” a la sociedad.

Envigado, Antioquia

Por: Yován Avilez Cogollo*

Soy docente de aula y he decidido hacer una pausa. Alejarme un poco del árbol para poder apreciar el bosque.  Parar, dejar un momento de lado la presión y el desgaste por los tutoriales virtuales para aprender a utilizar las herramientas tecnológicas y las aplicaciones, la búsqueda de recursos para la preparación de clase virtual, las plataformas de clase con los estudiantes, la revisión de actividades y contestar a correos, las reuniones virtuales con los directivos y otros colegas.  (y debo agradecer que por lo menos puedo hacerlo de esa forma, otros docentes y sus estudiantes no tienen esa oportunidad).

¿Por qué pensamos que podríamos “adaptar” lo que hacíamos antes como sistema educativo al espacio virtual? La transición está siendo muy traumática para todos los que estamos involucrados en la educación. Contemplando el bosque reflexiono sobre varios aspectos:

Primero; la crisis del sistema educativo. La educación como institución de la sociedad ya venía rezagada desde hace muchísimo tiempo, y esta afirmación, todos sabemos que no es una novedad. La estructura de funcionamiento de la educación ha estado caminando a paso de tortuga mientras que otros estamentos de la sociedad se han venido desplazando como liebres, a la par de los tiempos y sus transformaciones.  El sistema educativo debió involucrar de una manera más oportuna y con un sentido de apertura las nuevas tecnologías. Ahora nos ha tocado a los trompicones, sin la debida preparación. Se nos vino la tormenta sólo con lo que disponíamos a mano, sin haber construido un refugio adecuado.

Segundo; la crisis de la familia. Al igual que el sistema educativo, la institución de la familia también ha venido experimentando un deterioro de su papel fundamental en la sociedad, el cual es moral. Y esta es otra verdad de Perogrullo.  Y hoy más que nunca la convivencia familiar ha sido una gran generadora de conflictos que degeneran, en muchos casos, en violencia doméstica. En la familia, hasta hace poco la premisa principal era ausentarse para proveer y estar poco presente para compartir.

Tercero; la crisis del individuo. En otros tiempos los seres humanos generábamos con facilidad el sentido de pertenencia. Crecíamos en función a hacer parte de una comunidad, primero la familia y luego otros estamentos de la sociedad en los cuales nos sentíamos seguros y en relación con los demás, donde servíamos a la sociedad desde sabernos parte de un barrio, una escuela, un grupo, una comunidad religiosa, entre otras. La sociedad actual nos ha llevado a un individualismo que genera incertidumbre en nosotros y nos embarga de soledad, aun cuando estemos rodeados de muchas personas.

Cuarto; familia y sistema educativo como formadores del individuo. La sociedad Había tomado la ruta de que la familia nos dieran la antorcha, al sistema educativo, para que nosotros nos dedicáramos exclusivamente a todo lo relacionado con la formación de sus hijos. Antes de la crisis sanitaria mundial sabíamos que había errores en esa decisión. Ahora, la familia retomó parte de su función educadora, pero le toca hacer algo que no le corresponde. 

El sistema continúa operando a distancia; los padres se volvieron “instructores escolares” sin dejar de ser trabajadores y el individuo en formación se llenó de más incertidumbres porque el confinamiento le multiplicó las responsabilidades escolares y domésticas y le cercenó la posibilidad del aprendizaje con el otro (y del otro). Por eso no tiene sentido que los integrantes de la primera infancia reciban “educación virtual” y los padres exijan que se les tenga a los hijos gran parte del día frente a una pantalla, para que ellos, puedan cumplir con sus responsabilidades laborales. Ayer leí un mensaje de Facebook de una estudiante que me permito el atrevimiento de compartir sin citar la fuente: ¿De verdad creen que estamos aprendiendo algo? Pues están equivocados, lo único que hacen es llenarnos de estrés y cansancio mental, añadiendo actividades y una carpeta de experiencias que solo la llenamos por obligación.” Así que Sistema educativo y familia, estamos poniendo a nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes en un gran riesgo psico-social.

Estos cuatro aspectos me llevan a indagar sobre algo más profundo, sobre lo cual también ha habido una búsqueda teórica desde hace muchos años. El sentido y el propósito de la educación. Volvamos a hacernos las preguntas fundamentales. ¿Por qué educar? ¿Para qué formamos a las nuevas generaciones?  Sería muy ambicioso de mi parte pretender responderlas, pero es mi deber y el de la sociedad volver interrogarse sobre este asunto fundamental del futuro de nuestra sociedad.

Lo único que puedo aportar desde mi posición de docente es invitar a todos a que reflexionemos sobre si queremos seguir dándole el mismo rumbo de “progreso material” a la sociedad y que ya sospechamos que el planeta no soportará. Como sistema educativo ¿seguiremos dándole importancia a los contenidos que debe aprender el estudiante?  Como familia ¿seguiremos creyendo qué los más importante para nuestros hijos es el éxito para que se sacrifiquen a la productividad de una sociedad decadente?

Para finalizar, dentro de nuestras muchas incertidumbres, una de ellas es ¿cómo será la generación post-covid? (o como la quieran llamar). Apelo al optimismo, esta crisis mundial nos debe sacar fortalecidos como sociedad, como humanidad. Y de eso depende el papel que están jugando la educación y la familia en estos momentos.  Casi lo olvido, este año 2020, la celebración del día del maestro también debe ser de reflexión sobre nuestro papel en la sociedad.

*Docente de Lengua Castellana del municipio de Envigado Antioquia

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