Singapur, el incorruptible

Autor: Rubén Darío Barrientos
12 julio de 2019 - 12:00 AM

La corrupción nos está costando a los colombianos $ 140.000 millones diarios, lo cual se traduce en $ 50 billones al año. La fuente es la Contraloría General de la República. ¿Cómo sale un país adelante?

Medellín

Rubén Darío Barrientos G.

No sé si el ranquin de países más corruptos, sea también corrupto. Arriba, en la cima (menos corruptos) están Dinamarca, Nueva Zelanda, Singapur, Suiza, Suecia y Finlandia. Colombia, ocupa un indigno puesto 101º y Somalia es el último (sima) y lleva cinco años como colero, por lo que es el más corrupto. Esta clasificación la lleva a cabo Transparencia Internacional. Manifestemos, por lo pronto, que en Colombia las leyes son reactivas: salen después de cada problema serio y de la presión de los medios. Pero nadamos en las aguas del caos, la confusión normativa, la letra menuda y las leguleyadas. Una vez, leí en El Tiempo, que “los colombianos tenemos una capacidad prodigiosa para enredarlo todo”. Y todo esto termina siendo aliado de la corrupción y la venalidad.

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Acabo de leer una crónica del gran maestro Juan Gossaín (El Tiempo, 11 de julio de 2019), intitulada: “¿Quiere saber cómo fue que acabaron con la corrupción en Singapur?” y es todo un deleite: no solo por lo amena sino por las lecciones que brinda. En el mismo periódico -en la página 1.5- una desconsoladora nota periodística se refiere a la red en el ejército que cobraba por traslados y diplomas falsos, que condujo a la captura de doce suboficiales que exigían hasta $ 5 millones por enviar uniformados a sitios mejores y que, al estar allí, recibían como adehala primas de servicio. Y una página antes, el titular expresa que “Duque, insistirá en cadena perpetua para los violadores de menores”.

Acabamos de tener un mal ejemplo y un pésimo antecedente: el 19 de junio último, se hundió el proyecto de ley que eliminaba la casa por cárcel para los servidores públicos corruptos. Era una iniciativa de autoría del exfiscal Martínez Neira. ¿Cómo podemos avanzar así? Juan Gossaín, en su nota, expresa que “tendría que ser al revés: deberían haber ordenado que les dieran la cárcel por casa”. También recuerda que la corrupción nos está costando a los colombianos $ 140.000 millones diarios, lo cual se traduce en $ 50 billones al año. La fuente es la Contraloría General de la República. ¿Cómo sale un país adelante?

Invita el escritor a que se mire el espejo del caso Singapur. Haré un resumen ejecutivo de lo que se relata en la crónica. Singapur, fue un país altamente corrupto, en donde los sobornos y las trampas de dinero, eran cada vez más invencibles. Empero, el primer ministro in illo tempore Lee Kuan Yew, resolvió enfrentar el problema sin contemplaciones con nadie. (i) La primera medida tomada, fue incrementar con dureza las penas de cárcel para los culpables de corrupción; (ii) Al comienzo, las condenas más altas, se reservaron para quienes se apropiaran de dineros destinados a programas de salud, educación para atender niños y ancianos, (iii) Los empleados públicos se rotaban en sus cargos, para evitar que se enquistaran en las entidades, (iv) Todo empleado público, cuando se posesionaba, autorizaba al gobierno para solicitar información de las cuentas bancarias del país o del exterior. Y si se le encontraba culpable de un acto venal, perdía el derecho a la pensión y tenía muerte política, (v) La pena por los sobornos comprobados, era de diez años de cárcel y cien mil dólares de multa, (vi) Los colegios y universidades, empezaron a dictar la asignatura de ética pública, (vii) A partir de los años 80, se estableció la pena de muerte, para los corruptos que desfalcaran hospitales y entidades que suministraran alimentos para gentes de escasos recursos, (viii) Ahorcamiento y fusilamiento, para delitos de narcotráfico.

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En fin, cayeron sin atenuantes: ministros, gerentes, líderes sindicales, militares, jueces, policías, particulares, etc. Hoy, Singapur, es un modelo anticorrupto, la primera economía asiática, un país seguro para vivir y un paradigma de justicia creíble. Aquí, donde el modelo Singapur se replicara en alguna medida, no cabrían los encarcelados y la lista de fusilados y ahorcados llenaría muchísimas páginas. Las normas actuales, flojas y frágiles, se vuelven un saludo a la bandera para erradicar la maldita corrupción en Colombia.     

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