Existen muchos ejemplos de personajes que se pasean por la dirigencia política porque simplemente no se les aplicó el “espejo retrovisor”.
Es reconocido que a nadie que ha cometido un error, o que desatendiendo las normas y protocolos establecidos, ha dado origen a una tragedia económica, un desastre material, o a un desbarajuste político, le gusta que se le diga, palabra más o palabra menos: “Vio, se lo dije”.
Es lo que pasa con los movimientos mamertos, cuando insisten siempre que no se les aplique el “espejo retrovisor”, pero que son los primeros en recurrir a la utilización de este “aparato”, cuando son desplazados del poder.
Es lo que está pasando con el último cambio de gobierno, y aprovechando la falta de firmeza y autoridad del nuevo mandatario, los mamertos y enmermelados del antiguo gobierno siguen muy campantes con una actitud de que “aquí no pasó nada”, cuando se hace referencia a la situación económica de salubridad y de seguridad que dejó el gobierno anterior. El nuevo gobierno, bien sea por cortesía o en un exceso de benevolencia, no ha descrito, con la crudeza que la situación merece, la “herencia” que le dejó el gobierno anterior.
No se trata de “cobrar por ventanilla”, pero si hay que aplicar aquello de “las cuentas claras y el chocolate espeso”.
Para mencionar solamente unos pocos aspectos, habría que mirar la cuestión de la salud pública y eso que para la “gavilla mediática”, el anterior ministro estrella era el de salud. También habría que mirar la financiación del desastroso acuerdo de la Habana, lo mismo que la “NOBELÍSTICA” Paz, la infraestructura desfinanciada y, así por el estilo.
Pero con su bien conocida habilidad, de recurrir a distractores y a cortinas de humo, cuando los mamertos se ven sometido al “espejo retrovisor”, recurren a muchas estratagemas. Es así como se inventan las “búsquedas de la verdad perdida” (parodiando la película “En busca del Arca perdida” del personaje Indiana Jones) y la implantación de una “Justicia, Exógena y Pirata”, la JEP.
Para obtener la tan cacareada “no repetición” de los actos perversos, es absolutamente necesario recurrir al “espejo retrovisor”.
En el ámbito nacional, existen mucho ejemplos de personajes que se pasean por la dirigencia política porque simplemente no se les aplicó el “espejo retrovisor”. Bastaría recordar respecto al anterior ministro de hacienda el “asunto” Dragacol, y en el campo local con relación al excandidato presidencial Fajardo, el “affaire” Orbitel.
Es bien reconocido que quien no conoce la historia, es decir quien no aplica el “espejo retrovisor”, está condenado a volver a padecer circunstancias nefastas y finalmente si no se aplica el “espejo retrovisor” no se podrían emitir leyes como la llamada Ley “anti space”, desarrollada gracias a la triste experiencia del caso Space. Resumiendo: A la aspiración mamerta de aplicar el “sin espejo retrovisor” debe responderse con un “Ya voy Toño”.
En el desarrollo de las obras de infraestructura, es absolutamente necesario aplicar “el espejo retrovisor” cuando se trata de asegurar la experiencia previa de los eventuales ejecutores de las obras. Mucho más crítica se vuelve dicha necesidad, cuando se trata de obras como Reficar y, como no referirse a la actual “contingencia” de Hidroituango.
En este último caso, como en tantos otros que han ocurrido en el desarrollo de obras de infraestructura importantes, las causas de los desastre no suelen ser únicas, sino que se deben a un combinación trágica de circunstancias que debieran ser evitadas, y para ello se elaboran los criterios, las especificaciones, los protocolos, los controles, etc.
En el caso de Hidroituango, ciertamente existen muchas circunstancias que deben ser analizadas profundamente y que van desde un eventual abuso de las autonomías, como ocurre con la Academia, y la desfiguración de los “tales” controles políticos que debieran ejercer los organismos competentes.
Se corre, siempre, el peligro de navegar en un mar peligroso y pleno de triquiñuelas de índole jurídica que terminan, con frecuencia, en la impunidad que traen los vencimientos de términos.
Desgraciadamente, las causas concomitantes parecen extenderse desde la formación limitada de los nuevos profesionales pasando por una laxitud inexplicable de entidades serias e independientes como las asociaciones de profesionales que se limitan a ser: “PONDERADAS CON CAPACIDAD DE REFLEXIÓN ¿!?!).