Las nuevas realidades necesitarán de mentes abiertas y de librepensadores para poder adaptar las nuevas condiciones que nos ofrecen las cuatro fuerzas
Para salirnos un momento del ridículo círculo de circunstancias que rodean a Colombia, veamos algunos movimientos planetarios que de alguna manera nos han de impactar más temprano que tarde.
Sea lo primero, la ejemplarizante actuación del gobierno austríaco, que, ante un acto de corrupción de funcionarios del más alto nivel, reacciona de manera enérgica e inmediata y convoca a elecciones anticipadas para conformar un nuevo gobierno. Se parece a la pusilánime actuación del gobierno actual en cabeza de su presidente y de su embolatada, aunque cacareada lucha contra la corrupción.
Lo segundo, el inicio de una previsible guerra mundial originada en la lucha comercial de los gigantes de la computación y las telecomunicaciones, como lo son Google y Huawei, al cual podrían sumarse Apple y Microsoft contra Samsung, Facebook contra Vkontakte y Amazon contra Alí Babá, estos últimos en términos de mercados minoristas globales.
No olvidemos tampoco los conflictos actuales entre Google y China y entre Exxon y Rusia, que finalmente podrían llegar a ser más explosivos que la tan anunciada guerra entre el Oriente Islámico y el Occidente Cristiano.
Lo tercero, la explosión de las siguientes cuatro fuerzas que servirán de palanca para mover al mundo en un futuro cercano: la nanotecnología, la biotecnología, la infotecnología y la cognotecnología.
Sofía es el primer robot con nacionalidad en el mundo. En 2017 Arabia Saudí le otorgó la nacionalidad Saudí, hecho que en este momento pone sobre la mesa la necesidad de replantear conceptos que más o menos teníamos claros, como: alma, mente, pensamiento, conocimiento, sensación, identidad, sentimiento, carácter, voluntad, cerebro, inteligencia y personalidad, entre otros varios.
¿Cómo relacionamos a Sofía con cada uno de estos conceptos? Lo cierto es que las nuevas realidades necesitarán de mentes abiertas y de librepensadores para poder adaptar las nuevas condiciones que nos ofrecen las cuatro fuerzas para que todos podamos caber en el planeta.
Costumbres, tradiciones, dogmas, leyes, paradigmas, teoremas, corolarios, doctrinas, entre otras varias posturas, parece que entrarán en competencia abierta con las nuevas circunstancias, lo cual podrá llevarnos a conflictos desconocidos hasta el presente entre los defensores de una u otra postura y de una u otra posibilidad.
Dice Mafalda que antes el futuro era más fácil de predecir… Julio Verne, George Orwell, Isaac Asimov, Alvin Toffler y Yuval Noah Harari, así como otros tantos visionarios, nos han estado mostrando el camino que paulatinamente hemos venido recorriendo en los últimos decenios, y pensadores como Edgar Morin nos desnudan la real complejidad del mundo.
Dice el Eclesiastés que “no hay nada nuevo bajo el sol” y Shakespeare que “hay más cosas ocultas entre cielo y tierra de lo que uno se podría imaginar”.
Mantengamos la mente abierta, potenciemos el libre pensamiento y la tolerancia para que las nuevas realidades no nos atropellen y no terminen por pulverizar el pequeño mundo, el insignificante microcosmos que cada uno de nosotros ha construido con esmero, en medio de las creencias y las verdades con las cuales nos educaron y que nos propiciaron un cierto grado de conocimiento, y que se parece, muy ciertamente, a un grano de arena en medio de un vasto desierto, o en medio del océano, para concluir finalmente que no somos nada.
¿Se imagina usted amable lector el desplome de todas las ideologías existentes en todos los campos ante la posibilidad, cada vez más próxima, de encontrar vida fuera de la tierra? ¡Amanecerá y veremos!
Recordemos al Eclesiastés cuando sentencia: “Vanidad de vanidades, y tan solo vanidad”.