A sus 33 años recién cumplidos, con el amor que siente por esta ciudad y por su profesión renovados, Sebastián Castella toreará en solitario este sábado en el cierre de la 26 Temporada Taurina de La Macarena
Llevábamos diez años sin hablar con él a pesar de sus infaltables visitas a Medellín y parece que no le han pasado los años. A diferencia de la mayoría de sus compañeros que aparentan más edad de la que tienen, Sebastián Castella conserva esa cara de niño bueno que por momentos cuesta relacionar con un torero.
Empezamos hablando de la encerrona de hoy, algo que hará por primera vez en América. “Fue idea mía. Quería hacerlo hace tiempo y se presentó la oportunidad ésta temporada. El empresario lo vio viable y se dio todo pero es un reto que quería cumplir en América y especialmente en Colombia, además estoy en un momento de mi carrera en el que me encuentro feliz, bien, muy a gusto delante del toro. Bueno, a gusto dentro de lo que se puede, pero sí en un momento en el que disfruto y después de hacerlo varias veces en España y Francia, pues es un acontecimiento que vale la pena cumplir aquí”.
Sabe que es un reto fuerte pero dice que cuando uno quiere marcar algo en el toreo hay que hacer cosas como esta.
Fue fácil embarcarlo en la muleta de la conversación. Fluyó. Uno que otro toque suave simplemente para reforzar su buen recorrido.
No siempre es posible alcanzar esos retos...
Es que a veces hay que pasar por etapas y caminos que no son los más agradables pero hay que pasar por ahí para poder conseguir otras cosas. Eso es también tener claro lo que uno quiere y saber que hay que pasar por esos momentos y esas dificultades.
A veces el principal enemigo que uno tiene son sus propios miedos.
Es uno mismo. Está clarísimo.
Pero los toreros los superan más fácil que los demás…
Puede ser. Por lo que vivimos, lo que nos toca y por el animal que tenemos delante. Ese compañero que nos lo da todo o nos lo puede quitar.
¿Se puede estar cómodo frente a él?
Con los años se va adquiriendo cierta técnica que te permite estar más a gusto, pero está claro que es un animal que nunca terminas de conocer. Con la experiencia, teniendo el toreo en la cabeza y ya maduro, vives para el toreo y así se anda mucho más fácil frente a él, pero el toro es muy sicólogo como cualquier animal que siente como estás. Lo percibe y aunque te lo pone complicado, si eres capaz de sobreponerte a sus dificultades, él es agradecido ante el esfuerzo tanto sociológico como el de ponerte ahí, jugarte la vida, entregarte. Agradece el sentir que entregas tu estado más puro.
Y esas sensaciones, ¿se pueden contar?
¿Contar? Pfffffff… precisamente por eso considero que son importantes los catadores de arte, porque nosotros sabemos hacerlo, lo vivimos pero no tenemos capacidad para contarlo aunque la mejor manera de contarlo es vivirlo, hacerlo vivir y que los demás lo vean, pero explicarlo es muy complejo porque uno mismo no sabe cuándo puede pasar algo mágico en una plaza. Solo pasa, no sabes por qué y no lo volverás a ver porque es algo efímero. Es tan bonito y tan complejo a la vez que es difícil de explicar.
¿Con cada toro también las sensaciones son distintas?
Claro. Como las personas, cada uno tiene su personalidad, su carácter.
Su crecimiento
Sebastián Castella asegura que ha evolucionado mucho como persona en los últimos años gracias, en gran parte, a su mujer y al haber conformado una familia; pero dice que hay cosas que jamás deben cambiar. “Las ganas y la ilusión no deben cambiar porque ese es el motor para seguir mejorando y cada año buscar algo nuevo. Es normal que en 17 años de alternativa, la gente ya te tenga visto, vienen otros apretando, entonces hay que demostrar, a sí mismo primero, y después a los demás, que uno está aquí por algo y cada día dar algo más”.
El ser padre no lo ha vuelto más conservador, por el contrario, siente la obligación de ser cada día mejor, de triunfar para que sus hijas estén orgullosas de él.
Dice ser un romántico de la vida y por eso siente la necesidad de ayudar. Ha toreado para apoyar distintas causas y en Medellín no ha cobrado sus honorarios un par de veces porque consideró que era momento de aportar. Por eso mismo va a torear en la Santamaría mañana, pues aunque respeta la posición de sus compañeros, considera que sin saltarse ningún principio, lo más importante era estar ahí y ser coherente con lo que se había dicho durante estos cuatro años.
“No estoy aquí solo para ganar dinero. Vivo de esto, si, pero también quiero intentar ser mejor cada día en mi profesión y ayudar no sólo al prójimo sino aportar lo que podamos en lo nuestro. No estar en la temporada de la libertad para mí sería una equivocación”.
Lo suyo es la coherencia y los hechos así lo demuestran.
Considera que su padre es quien más sufre con su profesión. Su madre, tal vez por ser polaca, tiene más sangre fría y jamás se ha salido de una plaza como si lo ha hecho su padre en tardes difíciles. Dice tener muchos sueños por cumplir, entre ellos triunfar en Sevilla, a pesar de haber sentido “casi tocar el cielo” cuando ha salido por la puerta grande de Las Ventas.
Su mirada se ilumina al hablar de esta tarde, al pensar en sus hijas, al recordar sus ilusiones, al tratar de explicar lo que ha sentido al abrir la puerta grande de Madrid. No ha cambiado mucho físicamente en diez años pero se nota esa evolución que mencionó varias veces. Ahora no sólo habla más sino que lo hace relajadamente pero, sobre todo, sonríe más. Lo acompaña una gran sonrisa casi todo el tiempo, que permite comprobar que eso de que se siente feliz, no son solo palabras.
Sebastián y el miedo
Castella reconoce que hay mayor responsabilidad al hacer el paseíllo solo pero también le da tranquilidad saber que tiene seis toros para lograr cosas importantes.
Antes de torear necesita estar solo y asegura haber aprendido a convivir con el miedo. “Se tiene que aprender a vivir con él porque si no eso te mataría. Al principio cuesta pero… estoy en el cuarto y tengo el miedo allá, yo estoy aquí y al final nos hacemos amigos y vamos los dos juntos a la plaza pero si, hay que aprender a convivir con él porque si no, no tendría vida. Hay días en que lo tienes ahí y agobia un poco más, pero es importante sentirlo porque el que no tiene miedo es porque no le da importancia a lo que hace. Si sientes miedo es porque sabes que te vas a arriesgar”.
Un torero, tres ganaderías
Sebastián Castella hará el paseíllo en solitario para enfrentarse a seis toros de tres ganaderías de distinta condición cada una.
La primera será Achury Viejo, conocida por su encaste Santa Coloma, con origen en Vista Hermosa y Mondoñedo, que representa un duro reto para cualquier matador, pues el comportamiento de este encaste es, si se permite decirlo, más impredecible que el de otros.
La segunda será Ernesto Gutiérrez, la más laureada y apetecida de las ganaderías colombianas. La que piden las figuras por la nobleza de sus ejemplares y porque tiene, estadísticamente hablando, la mayor probabilidad de embestir de todo el hato bravo nacional.
Y, finalmente, Santa Bárbara, que con reses en Núñez y en Domecq ha sido la más triunfadora en Medellín. Y la mejor presentada.
Torear seis toros de una sola ganadería, probablemente, ofrecería un menor margen para el triunfo. Tres líneas distintas multiplican esa posibilidad, para el bien del torero y del público.