Lo que se busca en este caso es un efecto y un daño político, como ha sucedido en muchísimos otros asuntos manejados por la Fiscalía y quienes en ella trabajan
En esta actualidad donde todo se ha vuelto pandémico o anti pandémico, resulta casi extraordinario encontrar un tema distinto a algo que no tenga relación con el ya famoso y letal virus que tiene al mundo al revés y promete no dejarlo quieto al menos en el cercano inmediato.
El dichoso y socorrido auxilio llegó por fin pero no vino despojado del todo de las primeras letras del terminacho de moda – pandemia – aunque nada concreto tenga que ver con ella y su catastrófico balance en materia de salud.
Se trata y bienvenido sea, del vocablo pandemonio, certero para significar la espantosa situación que en Colombia ha vivido eternamente todo aquello relacionado con la justicia y su, casi nunca, pronta, cumplida y recta aplicación.
El introito tiene que ver con la decisión anunciada en las últimas horas por la Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia, de llamar a rendir indagatoria al gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria Correa, dentro de la investigación que se le adelanta por la presunta irregularidad en la adjudicación de un contrato para rehabilitar la vía entre Caucasia y Puerto Berrío, efectuada en el 2005.
Abstracción hecha de quien es la persona encartada, asombra la celeridad que en medio de ese pandemonio en que vive la justicia colombiana, ejerció el funcionario actor, quien quizá aburrido de espulgar papeles en esta interminable cuarentena, encontró ese negocio que estaba engavetado hace tres lustros y le dio por desempolvarlo para ponerlo a tono con la actualidad.
Quien esto escribe es lego absoluto en menesteres de juzgados y de antemano presenta excusas por su posible error, pero lo más seguro es que el tal delito -- si lo hubo – haya prescrito en estos quince años transcurridos, que seguramente son más que el doble de la pena a imponer por la supuesta falta.
En medio de su ignorancia cree también que uno de los fundamentos para el éxito de cualquier investigación es la inmediación de la prueba, la cual en este caso para el acucioso y célere funcionario es prácticamente inexistente, habido el tiempo pasado.
Lo que se busca en este caso es un efecto y un daño político, como ha sucedido en muchísimos otros asuntos manejados por la Fiscalía y quienes en ella trabajan, movidos más por ciertos intereses que por la aplicación de una justicia verdadera.
¿Si esto ocurre con una investigación en la que está comprometido un personaje de la talla del actual gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, qué pueden esperar otras personas del común pendientes desde hace años de que se les defina la situación?
La forma como actúa la justicia en Colombia, por medio de inspectores, jueces, fiscales o magistrados, no solo cusa risa incontenible sino vergüenza y rabia, porque si algo hay detrás es el sesgo, la preferencia, la manipulación, la desviación y el favorecimiento, pero nada de rapidez, rigurosidad e igualdad.
Si como dicen el tiempo es el peor enemigo de la justicia, Colombia y su paquidérmico aparato judicial es prueba permanente y palpable de ello.
TWITERCITO: Esta cuarentena tan larga le permitirá a algunos fiscales descubrir posibles fallas en los primitivos contratos de alhorría.