Se repite la historia de 2016 cuando Trump perdiendo la votación popular llego a la Casa Blanca por la forma en que está conformado el Colegio Electoral.
Aun no terminan de conocerse los resultados finales de las elecciones de mitaca en los Estados Unidos y lo único cierto es la gran división partidista que se reflejó en la ampliación en el número de curules en el Senado en favor de los republicanos, mientras los demócratas en adelante dominaran en la Cámara de Representantes. Un país partido entre una población de votantes urbanos que votaron por los demócratas y unos sectores rurales que cada vez más se inclinan hacia los republicanos.
La estrategia electoral del partido de Obama y Clinton de centrarse en las mujeres, las minorías y los jóvenes produjo sus dividendos con la victoria en la Cámara. Un número record de votantes en las ciudades y suburbios. Por su parte, los republicanos acudieron a los hombres, los anglos y los votantes rurales manteniendo el control del Senado. Igualmente, otra cifra record de electores conservadores en las zonas rurales leales a Trump.
Para ilustrar lo anterior, no es sino mirar la muy significativa cifra de votos por el partido demócrata al Senado con cerca de 45 millones contra 33 millones que lo hicieron por los candidatos republicanos. En otras palabras una ventaja de casi 12 millones que no fue suficiente para alcanzar la mayoría y que por el contrario va a significar al menos 3 escaños adicionales para el partido republicano. Se repite la historia de 2016 cuando Trump perdiendo la votación popular llego a la Casa Blanca por la forma en que está conformado el Colegio Electoral.
La esperanza estaba puesta en que los sectores progresistas rechazaran las posturas racistas y antiinmigrantes de un Trump que hizo campaña apelando a la retórica nativista, a la base electoral ‘’blanca’’, los ataques a la ley de salud y su gimnasia verbal para hacerle creer a la gente de una invasión de ‘’ilegales’’ desde Centro América.
El panorama político que se avecina augura un escenario poco positivo por la radicalización partidista y lo que se ve venir con una Cámara demócrata que va intentar equilibrar las cargas hacia un control efectivo a los excesos del Ejecutivo. El país está a la espera de lo salga del informe del fiscal encargado Robert Mueller que definirá si Trump tuvo alguna responsabilidad con el gobierno ruso en las elecciones presidenciales de 2016.
Trump se erige como triunfador no por su tono conciliador sino gracias a lo expresado arriba poniendo como chivos expiatorios a la comunidad inmigrante y las demás minorías raciales. El candidato al senado por el estado de Tejas Beto O’Rourke, a pesar de la derrota, se proyecta como una figura de enorme carisma y futuro para el partido demócrata. Bilingüe como quiera que proviene de la frontera con México, basó su campana en una imagen fresca cercana a las minorías y una estrategia alejada de la polarización y división. Como dicen los tejanos: “cuando se uno se cae del caballo, no es sino volver a montarse y seguir”.
Desde ya comienza la batalla de cara a las elecciones presidenciales con Trump definitivamente proyectado a la reelección y un partido demócrata que buscara desesperadamente encontrar un candidato que aglutine a las mayorías y defina un programa de gobierno que favorezca a las clases media y pobre.