Recibir a todos los estudiantes

Autor: Carlos Arturo Soto Lombana
2 junio de 2020 - 12:06 AM

Hacia la cobertura total

Medellín

El exrector de la Universidad Nacional de Colombia, Dr. Ignacio Mantilla, en la columna semanal del 21 de mayo, escrita en el blog de El Espectador, dio a conocer su propuesta de cómo resolver la encrucijada relacionada con la admisión de los nuevos estudiantes al principal centro de educación superior del país.

Ante la no posibilidad, de que tanto el Icfes como la Universidad Nacional de Colombia, puedan aplicar las pruebas saber 11 y el examen de admisión, respectivamente, atendiendo a las restricciones de aislamentiento físico impuestas por el Gobierno Nacional, el profesor Mantilla pide mirar el objetivo (la selección de los estudiantes) desde otro punto de vista. En este sentido la propuesta es sencilla: admitir a todos las personas que quieran estudiar en ese centro educativo y utilizar el primer año de estudios como un verdadero filtro para la selección de los estudiantes que finalmente continuarán los estudios en el Alma Mater.

Por mi parte, una propuesta similar la realice hace cinco años, cuando propuse la necesidad de ingresar a la Universidad de Antioquia sin examen de admisión. En esa ocasión el contexto no estaba marcado por alguna pandemia, sino por los datos que algunos estudios arrojaban sobre la escasa capacidad predictiva que tenía (o tiene) el actual examen de admisión de la Institución. Alguien mencionó que un proceso aleatorio de asignación de los cupos cumpliría la misma función que la selección a través del examen de admisión.

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En el caso de la Universidad de Antioquia existen antecedentes que permiten apreciar que la Institución en el pasado no requirió de examen de admisión para lograr ampliar su cobertura, como lo realizado en el programa de “Universidad Desescolarizada” en los años 70, germen del actual proceso de regionalización, o los programas de educación a distancia en los años 80, que permitieron recibir bachilleres sin el requisito de examen de admisión a la Facultad de Educación.

El contexto actual tiene como circunstancia apremiante que las IES (Instituciones de Educación Superior) no pueden contar con los resultados de instrumentos de medición como la Prueba Saber 11 y los propios examenes de admisión que suelen aplicar las universidades. A pesar de que las directivas de estas instituciones trabajan en fórmulas para salvar esta carencia de un instrumento de medida, lo cierto es que las soluciones que se adopte (notas de los colegios, edad del aspirante, puntajes obtenidos en otras medidas censales, entrevistas, etc.) nunca podrá soslayar los sesgos producto de las desigualdades sociales y económicas.

Considero que llegó el momento para que las universidades públicas aborden el tema de un acceso libre e irrestricto de sus estudiantes, de la misma manera que las universidades públicas de Argentina lo vienen realizando desde hace cuatro décadas. Sobre este tema también escribí hace tres años, mencionando que en el hermano país del cono sur, la no restricción y gratuidad en el acceso a la educación superior pública es una política de Estado.

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Coincido con la propuesta del Dr. Mantilla y considero que las universidades públicas y el Estado colombiano deberían asumir el actual desafío con una mirada distinta, retomando experiencias cercanas que se tienen en el Continente, lo que permitiría un gran salto en equidad social. Por supuesto caminar hacia la cobertura universal y gratuidad en educación superior requiere de una apropiación de recursos importantes que permitan generar las condiciones para que esto se haga realidad.

Mirando así el panorama, esta propuesta sería una manera de que el Estado derrame sobre un importante sector de la población, recursos destinados a cubrir los costos que implica la educación superior. Los datos de pérdida de empleo que presentó el Gobierno en estos días son preocupantes y los pronósticos de las cifras de desempleo al final de la pandemia resultan alarmantes. Todo lleva a pensar que la única posibilidad de educación superior será la que ofrezcan las universidades públicas, ante la imposibilidad de que muchas familias puedan pagar los costos de la educación superior privada.

En mi columna de la semana pasada, escribí sobre la experiencia del Instituto Minerva, que sin tener campus y sin hablar de virtualidad o educación a distancia, ha revolucionado el concepto de la modalidad presencial. Minerva es una Institución para una élite social y económica, contrario a lo que muchos pensarían. El experimento como lo ha denominado el profesor Mantilla requeriría que los estudiantes que se vinculen a las universidades tengan condiciones para sus estudios (equipos, espacios, condiciones económicas, apoyos institucionales), de lo contrario estaríamos ante una propuesta demagógica cuyos resultados serían desastrosos y profundizarían las desigualdades del país.

 

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