Las bases republicanas ahora se niegan a que Obamacare sea derogada.
A diferencia de lo que ocurre en otros países, los votantes en los Estados Unidos participan de los cabildos abiertos programados por los congresistas en sus regiones. Es la auténtica democracia representativa en donde los constituyentes ejercen un control político pidiendo que sus necesidades sean escuchadas. Estos foros populares han mostrado el descontento y polarización existente en donde los electores reclaman el cumplimiento de las promesas de campaña. Sorprende que los legisladores republicanos tengan que enfrentar la furia de los suyos de costa a costa, pues está en juego la posibilidad de acabar con la Ley de Salud-Obamacare que beneficia a millones.
Una paradoja que sean los mismos partidarios de Trump quienes ahora reconozcan las bondades de una Ley que acaba con las preexistencias, un asunto de vida o muerte para muchos que han podido acceder a un plan de salud. Una bolsa en la que caben ciudadanos de clase media y personas de escasos recursos. Esta revolución popular indignada por las políticas migratorias, laborales y educativas puestas en marcha por el nuevo mandatario, tiene a los congresistas republicanos contra la pared y sin respuestas efectivas.
Aún más preocupante son las reacciones de los electores ante los informes no confirmados sobre la intromisión rusa en las elecciones de noviembre y lo que ello significa para el futuro democracia norteamericana. La negativa de Trump a publicar sus declaraciones de impuestos. La revocatoria que permitía a los estudiantes transgénero usar el baño de su preferencia. La sensibilidad ante la crítica y su enfermiza adicción a Twitter y el paquidérmico arranque de su gobierno. Los que pensaron en un cambio drástico y efectivo comienzan a entender la diferencia entre ser candidato a terminar de gobernante.
Los movimientos de protesta contra las decisiones de un gobierno son la reacción natural de los ciudadanos buscando proteger sus derechos. Basta recordar lo sucedido recién posesionado Obama y expedida la Ley de Salud cuando miles a nombre del Partido del Te salieron masivamente a expresar su desacuerdo con la legislación. Lo de hoy es algo similar, solo que hay que reiterarlo, las bases republicanas ahora se niegan a que Obamacare sea derogada.
Lamentable que algunos sectores salgan a descalificar las espontaneas manifestaciones de rechazo afirmando que son el producto de la izquierda y agitadores profesionales. El macartismo en su mejor expresión para callar a los inconformes y una burda forma de eludir las responsabilidades con el constituyente primario. La historia pasada demostró como los demócratas ignoraron en 2009 el inusitado aumento de las protestas para luego perder las mayorías en el Congreso.
Algunos congresistas han optado por cancelar los cabildos abiertos alegando que está en riesgo su seguridad personal y la de quienes asisten a los mismos. Hasta el momento, lo más grave han sido los gritos y acaloradas discusiones en los recintos que reciben el apoyo de las autoridades policiales.
Entre tanto, el partido demócrata condenado al ostracismo hasta los próximos comicios de 2018, cuando habrá elecciones a congreso se encuentra en una encrucijada: declararse en abierta oposición al gobierno Trump o negocia el ambicioso proyecto legislativo de los republicanos que a todas luces tiende a beneficiar a los grandes intereses corporativos. ¿No es el gabinete de los millonarios la muestra palpable?