Quedando bien, ¿con quién?

Autor: Tomás Castrillón Oberndorfer
21 junio de 2019 - 10:31 PM

La comunidad ve con preocupación la transformación de un muy brillante parlamentario en un mandatario aparentemente vacilante y laxo.

Medellín

Como está próximo a cumplirse el primer año del gobierno del actual presidente de la república, es apenas natural que se hagan múltiples análisis sobre su gestión.

En términos generales, existe una especie de desconcierto o desazón en gran parte de la comunidad porque existe la percepción de que no ha respondido a las expectativas. También existe la desagradable sensación de que existen compromisos, desconocidos para la mayor parte de la población, de “hacerse pasito” con la administración anterior.

Lea también: No hay primera sin segunda

Otra impresión muy difundida es la de que el primer mandatario no lo es, porque los que “mandan” son las cortes y los compromisos espurios de la Habana.

Como en la ciudad de Medellín se ha venido desarrollando un festival del tango, es apenas natural que venga a la memoria un tango muy reconocido titulado Malevaje, y aplicarle al señor presidente la adaptación de una parte. Reza así la adaptación:

“El pueblo (en vez del malevaje) extrañao

Lo mira sin comprender

Lo ve perdiendo el cartel

De guapo que ayer brillaba en la acción”.

El mensaje es claro: La comunidad ve con preocupación la transformación de un muy brillante parlamentario en un mandatario aparentemente vacilante y laxo.

En este primer año, ha sido una verdadera desgracia que el caso Santrich haya ocupado tanto espacio y debate en el acontecer nacional. Lo más preocupante es la actitud del primer mandatario que solo atinó, cuando vio a Santrich en el parlamento, a exclamar: “Es un mafioso”. Este episodio tan triste, bien pudo evitarse si el malandrín de marras hubiera sido extraditado la primera noche de su detención.

La actitud del primer mandatario trae a la memoria el episodio histórico que relata el regaño de la sultana Aleixa madre del rey islámico de Granada: Boabdil, cuando le espetó: “Lloras como mujer lo que no defendiste como hombre”.

El primer mandatario se manifiesta repetidamente como un defensor de las instituciones, lo que hace necesario analizar el comportamiento de algunas de ellas como lo son las cortes.

Antes es preciso recordar algunas definiciones. Prevaricar: “Fallar conscientemente un funcionario a los deberes de su cargo al tomar decisiones o dictar una resolución injusta con plena conciencia de su injusticia”. También: Contubernio: “Acuerdo o alianza para fines censurables o indignos”. Incluye: Pactos ilícitos y conspiraciones.

Es evidente, haciendo referencia únicamente a las cortes, que, en muchos casos, han prevaricado y han actuado en contubernio específicamente con el mamertismo, o sea la Farc, o sea el comunismo. Aunque se acepta que los togados malos son unos pocos, no hay que olvidar que se peca por acción o por omisión. Y entonces la pregunta obvia que resulta es: ¿si merecen el respeto que permanentemente predica el primer mandatario?

También ¿a qué viene esa actitud presidencial de tratar de “modificar” los acuerdos y la JEP, porque hay que “cumplir” los “tales” acuerdos de la Habana, ignorando que fueron rechazados con el plebiscito?

A última hora, ha trascendido que el congreso, en términos resumidos: “le ha perdonado a la Farc”, y sorprende, hasta cierto punto, la actitud del Centro Democrático.

Además: Los muertos vivientes

Esta malhadada circunstancia trae a colación las denuncias de un conocido columnista, quien recientemente ha denunciado el llamado “Pacto de Rionegro”, que compromete a los expresidentes Uribe y Santos y que, presumiblemente, explica muchas situaciones incomprensibles hasta el momento.

El autor de esta columna se resiste a creer la existencia de tal pacto, porque en caso de ser cierto: “Apague y vámonos”.

 

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