Para los países pobres como el nuestro, no es fácil tomar medidas drásticas como ya las han tomado algunos países ricos.
Parto por reconocer que “doctores tiene la Santa Madre Iglesia” y que las siguientes son las sugerencias de un ciudadano afectado por la situación ambiental que vive el Valle de Aburrá, acompañado por casi otros 4 millones de conciudadanos.
Lo cierto es que la solución combina diferentes tipos de estrategias y de acciones que parten de reconocer la topografía y la fisiografía propias de este Valle.
Lo primero, es reconocer la necesidad de reivindicar y fortalecer la existencia de la cultura ciudadana, de la solidaridad y del sacrificio que ciertas decisiones imponen.
Lo segundo es confiar en que las decisiones de los mandatarios locales y de los funcionarios púbicos, son estudiadas, responsables y no tienen en cuenta cálculos políticos egoístas y cortoplacistas.
Lo tercero es reconocer que la institucionalidad de las Alcaldías y del Área Metropolitana del Valle de Aburrá es legal, legítima y competente, así como la de las autoridades ambientales respectivas y que muchas de las decisiones que es necesario tomar desbordan el ámbito local y regional.
Cuarto, entender que los Planes de Ordenamiento Territorial – POT – de los distintos municipios del Valle de Aburrá no son los más acertados, ni mucho menos los más complementarios. De igual manera, hay que reconocer que los POT se respetan pero no se cumplen.
Quinto, no es fácil la coexistencia de 10 autoridades municipales en un mismo espacio conurbado y que la institución Área Metropolitana del Valle de Aburrá debe fortalecer su vocación inicial como ente planificador y no como ente ejecutor.
Sexto, por diferentes razones, el tema demográfico no ha sido ni es tema central de discusión, lo que hace pasar por alto que hemos desbordado la cantidad de humanos que somos capaces de albergar con dignidad.
Séptimo, algunas acciones puntuales podrían ser: Siembra masiva de árboles en las laderas del Valle de Aburrá, de acuerdo con el otrora denominado Plan Siembra que contemplaba 11 millones de árboles. Aprovechamiento racional del espacio público y de cualquier área que pueda albergar nuevos y adecuados árboles. Proceder a establecer un período de tiempo dentro del cual y sin dilaciones ni prórrogas, se debe ejecutar el proceso completo de chatarrización, de suspensión del uso de motores de dos tiempos, de mejorar la calidad de los combustibles que se venden en el Valle de Aburrá y de regular el uso de motos y de vehículos privados de más de 20 años.
Octavo, paralelo a las medidas anteriores, seguir fortaleciendo la infraestructura del transporte público en todos los modos. De igual manera impedir que los camiones de carga tengan que atravesar todo el Valle de Aburrá, para lo cual hay que disponer de un Puerto Seco en cada extremo del Valle y garantizar que los camiones de distribución sean operados con energía eléctrica. Es necesario también reubicar las dos Terminales de Transporte.
Noveno, algunas acciones de aporte ciudadano, podrían ser: Que los colegios privados monten sus propias flotas de transporte estudiantil o las contraten y que se prohíba el transporte de estudiantes en carros particulares familiares, lo cual mejora la movilidad y evita trancones y emisiones de gases mientras llevan o recogen a los estudiantes. Incentivar el trabajo en casa o teletrabajo. Que no se den permisos de construcción en zonas ya congestionadas. Que los constructores diseñen edificios con pocos parqueaderos, obligando al uso del transporte público. Que se establezcan horarios diferentes para el inicio y la terminación de las jornadas de las actividades públicas, académicas, industriales y de comercio y servicios. Que los municipios o el Área Metropolitana legislen en cuanto a la exigencia de colocar paneles solares u otro tipo de energías alternativas en las terrazas de los edificios, retomando lo que en algún momento se hizo con la obligación urbanística de instalar obras de arte en cada nueva edificación.
Para los países pobres como el nuestro, no es fácil tomar medidas drásticas como ya las han tomado algunos países ricos, en el sentido de anunciar la prohibición, a partir de un año específico, del rodamiento de carros impulsados por hidrocarburos, privilegiando fuentes energéticas no contaminantes.
Finalmente, desarrollar campañas pedagógicas que inviten a emplear el transporte público y desmotiven el uso de vehículos privados.
Qué le vamos a hacer, pero nos tocó.