Llevamos más de 30 años hablando y anunciando la tan anhelada y esperada reconstrucción de la red férrea, sin que hasta el momento hayamos podido evidenciar avances significativos
Hace algunas semanas, el presidente Duque, prometió llevar agua potable a La Guajira. Ya se me perdió la cuenta de los presidentes anteriores que prometieron y no cumplieron el mismo objetivo. Hace poco salió el recorrido del Tour de Francia para 2019 que incluye más premios de montaña y recorta los kilómetros de las etapas contra reloj, e inmediatamente salen algunos comentaristas a anunciar que este sí es el recorrido preciso para que Nairo gane la competencia. Mientras tanto, yo me ilusiono. Amanecerá y veremos.
Con bombos y platillos el presidente Uribe y su ministro Andrés Uriel Gallego (QEPD) anunciaron que por fin se reconstruiría la carretera entre Quibdó y Medellín, sin que hasta el momento se haya concluido la obra. Llevamos más de 30 años hablando y anunciando la tan anhelada y esperada reconstrucción de la red férrea, sin que hasta el momento hayamos podido evidenciar avances significativos.
Tomando solo como hito la Constitución de 1991, estamos a la espera de poder llevar agua potable y electricidad a todos los municipios de Colombia, sin que hasta el momento lo hayamos logrado.
Se habla, se discute y se anuncia la construcción de al menos un nuevo puerto en la costa pacífica, sin que hasta el momento haya luz verde para el proyecto.
Hemos intentado desde hace tiempo lograr tener un país libre de aftosa, con algunos avances incuestionables, pero sin lograr consolidar la propuesta.
Este país fariseo ha propuesto luchar contra la corrupción desde la época de los Encomenderos y el rancho sigue ardiendo.
Atlético Nacional, mi equipo del alma, no es capaz de sostener de manera continua dos torneos internacionales como ganador, debido a la necesidad de desmantelar el equipo por la venta de jugadores.
Se sabe que el tema pensional es insostenible, y lo siguen sosteniendo con babas.
Se sabe que el sistema de salud es ineficiente y no lo organizan.
Se sabe que la justicia es inoperante y la siguen maquillando.
Se sabe que la educación pública y privada es de regular calidad y no nos importa.
Sabemos que hay que universalizar el salario mínimo y ni el gobierno, ni los empresarios ni los sindicatos se dan por enterados.
Sabemos que tenemos que cuidar los bosques y los páramos y los seguimos destruyendo.
Sabemos de la expansión de la minería ilegal y pareciera que eso no fuera con nosotros y no nos afectara.
Requerimos de estrategias para darle valor agregado a nuestra tradicional economía extractiva y no lo ponemos en obra.
Se establecen programas agresivos contra la tramitología y no los aplicamos.
Nos desgarramos las vestiduras cada que hay un atentado aleve contra un niño o una mujer, y el alboroto dura media hora, mientras es reemplazado por otros sucesos similares con otras víctimas.
Para colmo de males el “país cangrejo” sigue su camino, “viento en popa hacia la deriva”. Ahora resulta que vuelve el flagelo de la aftosa por la suspensión del programa “País libre con vacunación”.
Retomemos a José Saramago cuando dice: “He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro”.