Echamos de menos unas imágenes que podrían servir para fortalecer la credibilidad en el proceso, y para que la opinión pública lo valore en toda su dimensión política y social.
Ahí sí que una imagen valió más que mil palabras: los colombianos recordamos por los registros fotográficos y televisivos la trascendental entrega de armas que protagonizaron el M-19, el EPL, el Quintín Lame y el PRT en desarrollo de los procesos de paz de 1990 con el Gobierno colombiano.
Infortunadamente en el proceso actual, con las Farc, las partes acordaron no hacer pública la entrega de armas, dizque para no herir la dignidad de los guerrilleros, según ellos, o por impedir similitudes con los procesos del 90. Grave error, ya que se demostró con la reciente dejación de armamento que un elevado porcentaje de la opinión pública centró su atención en este hito histórico, por encima de temas tan vigentes como los paros o las disputas territoriales. Se impuso la atención de los colombianos y del mundo entero en este hecho transcendental para la paz del país.
Echamos de menos unas imágenes que podrían servir para fortalecer la credibilidad en el proceso, y para que la opinión pública lo valore en toda su dimensión política y social.
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Pero es que además de estas falencias y posiciones absurdas, se están malogrando los méritos de la sustitución y erradicación de cultivos ilícitos: se registran más de 83.000 familias inscritas en el programa, y se busca extenderlo a todo el territorio nacional o al menos a las zonas donde ha sido más intenso el conflicto con las Farc.
Este año ya van erradicadas más de 15.000 hectáreas y se prevé alcanzar las 50.000 al final del año, para hacer evidente ante los críticos y el gobierno de los EE.UU. que no se requiere la fumigación, si el proceso de paz se consolida y la implementación de los acuerdos recibe más ayuda internacional.
De otro lado, se sabe que los hospitales militares ya no albergan heridos del conflicto armado, y que la cifra de muertes ocasionadas por las Farc está en ceros, que se han salvado 2.500 vidas producto de la negociación y más de 500 heridos en guerra se han evitado en el último año, mientras se redujo el secuestro y los casos de intimidación a las personas y por ende los desplazamientos. Queda por resolver la confrontación con la guerrilla del Eln que, estamos seguros, a medida que se consolide el proceso con las Farc se logrará que por las vías de la negociación o la militar, se imponga la capacidad del Estado y sus instituciones en favor de la paz y la reconciliación.
Pero insistimos en que es notable la ausencia de una estrategia sólida de comunicación de estos buenos resultados. Es la oposición política la que ha sabido sacar provecho de los equívocos, y con su artillería de mentiras y tergiversaciones parece estar haciendo su agosto, ellos sí quietos para la foto.
También es cierto que se deben abrir más las puertas a la articulación institucional con gobernaciones y alcaldías, a la difusión cabal de los logros del proceso, a mostrar más los resultados.
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Por último, en lugar de que Gobierno y Farc se distraigan con las declaraciones inoportunas del fiscal Néstor Humberto Martínez, deberían esforzarse por cumplir los compromisos derivados de los acuerdos. Conviene que en agosto se entregue toda la información de los bienes que posee la guerrilla, para destinarlos únicamente a la reparación de las víctimas. No se trata de seguir respondiendo a cuanto palo en la rueda le pueda colocar la Fiscalía al promisorio proceso de paz en marcha.