La “corrección” bursátil no se está dando porque la economía muestre signos de debilidad
De la fiesta de hace unos días pasamos a las caras largas de esta semana. Los mercados bursátiles se sacudieron perdiendo no sólo las ganancias de comienzo de año, sino que la bolsa de Nueva York sufría su mayor caída en desde 2016. No hay que ser un experto en finanzas para saber que los mercados suben y bajan. La bonanza que comenzó desde los finales de la Gran Recesión tenía que llegar a su fin. El excedente de ‘’exuberancia’’, para utilizar un término similar al de Greenspan cuando fue director de la Reserva Federal, fue lo que movió a la bolsa a índices record y a tantos a invertir.
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El índice Dow Jones de Wall Street tuvo un comportamiento fenomenal con un aumento del 26 por ciento en el último año. Históricamente el rendimiento promedio es de un 8 por ciento anual, lo que llevó a los inversionistas a preguntarse si había alguna justificación para que el mercado bursátil alcanzara esos niveles. Ciertamente las compañías han disfrutado de tasas de interés muy bajas, la productividad ha venido en alza y los salarios se mantuvieron bajos.
La “corrección” bursátil no se está dando porque la economía muestre signos de debilidad. Todo lo contrario. El desempleo es el más bajo en 17 años. Las empresas tienen dificultades para suplir las vacantes y el crecimiento económico es saludable. Igualmente, el resto del mundo disfruta de un momento al que pocos le apostaban. No hay que confundir al mercado bursátil con la economía.
Las cifras positivas de empleo del mes de enero revelaron lo que todo el mundo ansiaba: que el mercado laboral se ha venido ajustando a niveles cercanos al pleno empleo y que los salarios crecieron un 2.9 por ciento en enero comparado con el mismo mes de 2017. Un presagio del fortalecimiento del poder adquisitivo. Si hay más gente trabajando, los ingresos de las familias suben y ello lleva a un mayor consumo. Sin embargo, ese aumento en los salarios tiene un efecto contrario para las autoridades monetarias encargadas de controlar la inflación.
A Wall Street le preocupa que un alza de los salarios asuste a los inversionistas. Un poco de inflación es un reflejo de que las cosas van bien, que la economía crece y hay estabilidad. Lo contrario es dañino y peligroso. La gente pierde confianza en el valor del dinero. No es sino ver lo que está ocurriendo en Venezuela donde nadie cree en el precio del bolívar pues cae todos los días, al tiempo que la economía colapsa.
La Reserva Federal como máxima autoridad monetaria ya anunció un alza de las tasas de interés como medio para controlar la inflación. Eso se va a traducir en mayores costos para el sector productivo, menores utilidades y en un mal necesario de modo que la economía no termine ‘’recalentada’’.
En resumen. Los aumentos en los salarios son un indicativo de que la economía se acerca al pleno empleo. Unas tasas de interés más altas son el remedio para poner en cintura la inflación que golpea a todos en el bolsillo. Y entonces el mercado bursátil terminó de paganini.
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