No desdeñar el impacto del proceso de paz en la comunidad internacional.
Es un hecho: nuestro emblemático proceso de paz cuenta con un abrumador respaldo internacional. Pero nadie imaginaba que ese escenario sirviera para hacer recapacitar al presidente electo, Iván Duque, sobre las nefastas consecuencias de intervenirlo a fondo, como anhelan sus malquerientes.
El novel mandatario tuvo la oportunidad de conocer las diversas impresiones y de dimensionar las expectativas que se han generado en ese contexto, todas favorables a los acuerdos de paz; así que debió sorprenderse ante la ausencia de posiciones opositoras. Aunque el gobierno de los Estados Unidos critique el aumento de los cultivos ilícitos o pretenda llevar a sus cárceles a algunos líderes de la exguerrilla, se muestra abiertamente favorable a la negociación lograda y a la implementación de los acuerdos.
Por fuera del país, Duque pudo comprender que la negociación con las Farc tiene una valoración muy distinta a la de muchos colombianos. Y tal vez percibir cómo su propio partido ha desvirtuado los promisorios logros que se alcanzarán con la implementación en marcha. Del cumplimiento de los objetivos de la agenda negociada dependerán las grandes inversiones internacionales. También, que Colombia pueda alcanzar mayor capacidad de negociación y una participación adecuada en los escenarios que definen la política, el comercio, las inversiones y el desarrollo mundial. Y que se consolide en el bloque de naciones que adoptaron como su principal estrategia la lucha por la paz y la equidad.
En esos escenarios también debió percibir cómo acogen los países y gobiernos visitados el tema de las víctimas del conflicto armado y su justa expectativa frente al sistema de verdad, justicia, reparación y no repetición. Y entender que abrieron un compás de espera para comprobar si éstas son el eje de los acuerdos de paz, y si se podrá construir la verdad y la memoria histórica de estos 50 años.
Ahora bien, en lo relativo a la JEP, también existe una gran expectativa sobre su funcionamiento y realizaciones. Habría que agregar que el apoyo de la fiscal de la Corte Penal Internacional le otorga una legitimidad enorme.
Lo que más debió desconcertar al nuevo mandatario fueron las palabras de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, cuando se refirió al impacto que ha tenido el proceso de paz de Colombia sobre la comunidad internacional, y las consecuencias positivas que se presentarán en su futuro. ¿Duque valora en su cabal dimensión estas apreciaciones? Esperemos que sí, porque ese contexto internacional de sólido compromiso es el que debemos empezar a apreciar los colombianos, por múltiples razones.
Observen ustedes cómo el sector más radical del Centro Democrático trató de presionar a Duque para que volviera sobre el debate relativo a introducir cambios drásticos a dichos acuerdos. Incluso en el Congreso de la República, en cabeza de Paloma Valencia, se planteó la necesidad de trabajar por un referendo para concretar este propósito, aunque a la larga han tenido que bajar el tono. Además, el tema debía ser planteado por el propio Duque, aprovechando quizás su posesión el 7 de agosto, y no por voceros de su bancada.
El problema radica en que dicho grupo político no valoró estos asuntos, y su obstinada oposición a Santos no le despejó el camino para enfrentar los grandes retos del país. Retos que ahora tendrá que lidiar como gobierno, con un contexto internacional favorable a lo que tanto se opusieron: la paz de los colombianos y el enorme apoyo que este proceso suscita, como dividendos básicos para nuestro futuro como sociedad.
NOTA: lo más presentable ante el Gobierno del presidente Duque, es un cese bilateral de fuego y hostilidades con el ELN. Presentar como su mayor alcance un porcentaje, así se del 90%, no es garantía para la continuidad de la mesa de la habana. Ojalá me equivoque!!