Ociosidades humanas

Autor: Pedro Juan González Carvajal
16 mayo de 2017 - 12:08 AM

El poder de fuego, comienza, con sus consecuencias físicas y geológicas, a impactar al planeta

Últimamente hemos sido testigos de cómo la madre naturaleza se expresa ante el mal manejo que los humanos hacemos de los recursos que nos proporciona con generosidad.

Tragedias invernales, sequias, deslizamientos, volcanes, tornados, terremotos, tsunamis, hacen parte de nuestra cotidianidad y son asociados a nuestra incontrolable depredación.

Sin embargo, el impulso egoísta y suicida asociado a la conservación o el acceso al poder, ha hecho que las grandes potencias traten de mejorar permanentemente su capacidad militar, con armas cada vez más sofisticadas, haciendo que el refinamiento alcanzado, supere, en palabras de García Márquez, a la propia clarividencia de la poesía.

La aparición de la pólvora posibilitó la creación de la artillería, con los primeros cañones; ésta evolucionó con las bombas apoyada en la aviación y los porta  aviones, y la capacidad de fuego de los cañones, devino en los actuales misiles lanzados desde tierra, agua, aire o atmósfera. Este poder de fuego, comienza, con sus consecuencias físicas y geológicas, a impactar al planeta con sus explosiones, y a promover variaciones de temperatura, presión y estabilidad del terreno, debido a los impactos y las vibraciones que éstas producen.

Entre 1945 y 1992, Estados Unidos realizó 1039 ensayos atómicos, el primero de los cuales se realizó en el Atolón de Bikini en el Pacífico Sur. Por costos, la gran mayoría de los ensayos subsiguientes se realizaron en el desierto de Nevada. A partir de la prueba real sucedida sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, han aparecido bombas atómicas de mayor capacidad y de estilos diferentes, como la neutrónica, que acaba con la vida, pero preserva las infraestructuras y la bomba de hidrógeno, considerada como un arma termonuclear mucho más potente que la tradicional bomba atómica, cuyas primeras pruebas realizó Estados Unidos en el mes de marzo de 1954 en las Islas Marshall y en el Atolón Eniwetok.

Recordemos que la capa sobre la cual se asienta el más alto porcentaje de vida en la tierra, es decir, la superficie terrestre y los océanos, está ubicada sobre una serie de placas tectónicas, dentro de las cuales se destacan la Euroasiática, la de Filipinas, la Australiana, la Pacífica, la Africana, la de Arabia, la India y estas otras que impactan directamente sobre el continente americano: Juan de Fuca, Cocos, Nazca, la Norteamericana, Caribe, Scotia y la placa Suramericana, todas ellas en permanente tensión, cuya energía liberada ocasiona la erupción de los volcanes y los terremotos, sobre todo en el punto de intersección entre el Cinturón de Fuego del Pacífico y la Cordillera de los Andes.

El anuncio con bombos y platillos por parte de los Estados Unidos del reciente lanzamiento de la bomba más grande de todas las existentes, no nucleares, la Moab, la “madre de todas las bombas”, sobre Afganistán, abre la polémica acerca de los efectos directos e indirectos de este tipo de explosiones, a la luz de lo que se conoce como Guerra Geoterrorista, donde se pueden crear terremotos artificiales e intervenir en el control sobre el clima. -Sobre todo si se intervienen o afectan los procesos que suceden entre las placas tectónicas enumeradas anteriormente-.

Ante los experimentos que se estaban realizando, el 10 de diciembre de 1976 la Asamblea General de la ONU aprobó la “Convención de prohibición de uso militar u otro uso hostil de técnicas de modificación ambiental”. Y no fue gratuito: desde 1970 Estados Unidos estaba ensayando las llamadas armas de terremotos empleando tecnología de pulso, plasma y sónica, apoyados en las ideas electromagnéticas de Tesla, junto con las llamadas “bombas de ondas de choque”. El 28 de julio de 1976 mueren cerca de 650.000 personas en Tangshan en China, se dice, que como producto de los efectos de una de estas pruebas. En 1977 la Unión Soviética realiza este mismo tipo de pruebas, de modo submarino, bajo Filipinas, con consecuencias semejantes. En 1978 el profesor Puharich hace pública su investigación sobre “Asuntos de guerra magnética global, una visión de efectos inducidos en el planeta entre los años 1976 y 1977”, lo cual alerta a la comunidad internacional. En 1995 Francia realiza pruebas atómicas en el Atolón de Muroroa. El 8 de Enero de 2008, Estados Unidos, empleando la tecnología de Tesla con respecto al uso del electroplasma magnético, conocida como HAARP (High frequency, Active, Auroral, Research, Program), realiza un nuevo ensayo que tendrá como efecto (se dice), de la muerte de 140.000 personas en Haití, que es devastado por un terremoto, tal como sucede con la población China de Sichuan el 12 de Mayo del mismo año. Obviamente, estos hechos son prontamente desmentidos o desatendidos por los responsables.

Recordemos de otro lado que los terremotos artificiales se pueden producir básicamente por estas acciones: 1 Inyección de fluidos dentro de la tierra. 2 Extracción de fluidos de la tierra. 3 Minería y explotación de canteras. 4 Pruebas nucleares. 5 Construcción de Presas y Embalses. Es por esto que hoy, el   método de FRACKING o de Fracturación Hidráulica, ha generado tantas discusiones y debates por sus efectos en la estabilidad de la corteza terrestre a los alrededores de donde es empleado en la extracción de petróleo.

Mientras terminamos de entender las teorías de Tesla, y todo lo anterior acaba con todos nosotros, dotemos a Medellín de un adecuado Centro de Espectáculos.  

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