No dejemos acabar el Daca

Autor: Rafael Bravo
10 septiembre de 2017 - 12:07 AM

Le pasó el balón al mismo legislativo que por décadas ha sido incapaz de ponerse de acuerdo para enmendar un sistema migratorio que se cae a pedazos.

Pedrito salió al norte acompañado de sus padres en una travesía de varios días sin saber dónde iba a llegar. Era pequeño y todo parecía una aventura. Han pasado unos cuantos años y ahora prefiere que lo llamen Peter o Pedro. Entró a la escuela, recibió buenas notas e ingresó a la universidad. Pasó mucho tiempo sin pensar lo que vendría pues era un ‘’ilegal’’ más que iba a ver truncadas sus esperanzas pues carecía de papeles, es decir, un número de seguro social que le permitiera entrar al mundo laboral, disponer de una licencia de conducción, acceder a cubrimiento de salud y salir de las sombras. Vino entonces un presidente que se atrevió a desafiar a un congreso polarizado e ineficiente para darle protección temporal a cientos de miles de jóvenes con una decisión ejecutiva llamada DACA.

En palabras sencillas ese DACA es una forma de blindaje para que la migra los deje de perseguir y terminen de regreso a una tierra que ya no conocen pues su mundo es otro, Gringolandia, habiendo asimilado las costumbres, la cultura y el inglés, el idioma que ahora es su lengua nativa. Gran parte de los más de 800.000 jóvenes son inmigrantes con educación y talento que le aportan a la economía norteamericana llamados DREAMERS o Soñadores. Pudieron ir a la escuela gracias a los impuestos que pagaron los ciudadanos.

Lo invitamos a leer: Arpaio y el poder presidencial

Esos muchachos están ayudando a mitigar los problemas económicos causados por una población que envejece, próxima al retiro con una incidencia fiscal enorme, porque hay menos gente aportando al seguro social y al Medicare (el programa de salud para los jubilados). Una inmensa ola de jóvenes que sueñan con un mejor futuro, motivados, muchos de los cuales reciben salarios por encima del promedio, que pagarán impuestos durante décadas, crearán empresas y serán un multiplicador económico fundamental. Imposible no ver los beneficios.

Cierto día de septiembre el país vio estupefacto como en una de tantas salidas en falso del presidente y desconociendo la promesa de no actuar en contra de los Soñadores, se lavó las manos cual Pilatos y le pasó el balón al mismo legislativo que por décadas ha sido incapaz de ponerse de acuerdo para enmendar un sistema migratorio que se cae a pedazos. ¡¡¡Tienen 6 meses para lograr una solución!!!

La escena no podía ser más lamentable: un secretario de Justicia, el mismo que durante tanto tiempo como senador fue enemigo acérrimo de cualquier legalización,  con una voz de capataz y acento sureño tuvo la osadía de decir que DACA era un acto ilegal de ‘’ incalculables consecuencias humanitarias’’ impidiendo a cientos de miles de ciudadanos norteamericanos acceder a un trabajo. La diatriba no termino allí. Por el contrario ‘’ese ejercicio inconstitucional de autoridad  ha puesto a la nación en riesgo de crimen, violencia y terrorismo’’.

Falso de toda falsedad. Los recipientes de DACA no son amenaza a la seguridad pública. Todo lo contrario. Pasaron por un filtro que los hace inelegibles si tuvieron algún encuentro con la ley. Además, no es una legalización ni amnistía como la derecha retardataria la quiere hacer ver. Es una moratoria de 2 años que impide la deportación mediante un permiso de trabajo renovable que otorga otros beneficios. Por último, no les está quitando trabajos a los nativos teniendo en cuenta los bajos niveles de desempleo.

La arremetida no se hizo esperar. Amplias voces que expresaron su inconformidad, valga decir, empleadores, ciertos sectores de la política, la iglesia y los amigos de los inmigrantes tienen contra la pared a Pilatos. Posteriormente, en una declaración que nadie entiende le pidió a los DREAMERS no preocuparse. Ni Pedro con tantos títulos universitarios pudo traducir semejante galimatías.

Vea también la declaración de Trump sobre los Dreamers

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