La RAE define la muletilla como voz o frase que se repite mucho por hábito, y es precisamente a unas insoportables muletillas, muy en boga, a lo que me quiero referir
Si hay algo que caracteriza nuestro idioma es la riqueza de sinónimos, que nos permite hablar no solo con una fluidez casi poética, sino además darle a cada momento o situación el tinte y el acento preciso. Entendiendo la semiótica como la teoría para leer el mundo mediante la interpretación de los signos: códigos, lenguajes, lenguas, señales, podríamos concluir que acá estamos asistiendo a la derrota de esta disciplina. Me refiero a que se ha instaurado un facilismo o superficialidad mayúsculos en el habla generalizada, trátese de una conversación común, de un discurso o de una conferencia. La RAE define la muletilla como voz o frase que se repite mucho por hábito, y es precisamente a unas insoportables muletillas, muy en boga, a lo que me quiero referir.
Apuesta/apostar: la palabreja se puso al orden del día desde la era Santos a raíz de su conocida inclinación por el juego de póker. Se usa para expresar que se va a iniciar una acción con cierto riesgo, ej. le vamos a apostar al fracking; por qué no decir: jugarse, arriesgarse, asumir, probar, ensayar, incursionar. Asertiva (o): es quien expresa su opinión de manera firme, para referirse tanto a un individuo como a una posición. Servirían también: acertado, viable, pertinente, conveniente, oportuno, adecuado, atinente, convincente.
Disruptiva(o): innovación que rompe tradición o paradigma. “El matrimonio igualitario es disruptivo”, sí; también lo son los vehículos eléctricos, las comunicaciones 5G, la lucha por la libertad de la mujer para abortar. Todo lo cual también puede ser: perturbador, rompedor, revolucionario, alternativo, inquietante, un cambio o alteración. Inclusión: genéricamente se refiere a tener en cuenta grupos de población que son denigradas o ninguneadas tales como: grupos étnicos, afrodescendientes, población lgbti, rom, discapacitados, desposeídos. A estos los podemos: reconocer, tener en cuenta, introducir, aceptar, insertar, incorporar (y por otro lado respetar).
Proactivo: (anglicismo de proactiv) que se adelanta a las situaciones tomando el control. Se dispone de un abanico de opciones con sutiles diferencias que se acomodarían a un sin número de eventos: previsivo, profético, adelantado, inspirado, intuitivo, creativo, iluminado, audaz, temerario. Resiliencia: además de su pésima fonética, acomodada de la italiana resilienza (elasticidad), este vocablo trata de decirnos lo que se expresa con mayor precisión con: resistencia, aguante, valentía, entereza, tozudez, obstinación, porfía.
Tema: esta es la cereza en el pastel. Escuché recientemente la entrevista a una funcionaria del gabinete presidencial, le alcancé a contar veinte veces esta palabra, que de manera inusitada se convirtió en un prefijo inútil, una mosca en la sopa. El tema de la pandemia, el tema del feminicidio, el tema de los respiradores, el tema de las sesiones del Congreso. Fijémonos que si retiramos la denostada palabra (y sus soportes), la idea queda intacta, clara y se vuelve más ágil el discurso: la pandemia, el femincidio, los respiradores, las sesiones del Congreso; no pasó nada con las ideas, y se ahorra en verborrea. Claro que en ese caso quien habla tiene que pensar un poco más a fondo para decir cosas sustanciosas, o sencillamente acaba el discurso más rápido y, en verdad, eso lo agradece cualquiera.
Rebujando en el baúl del idioma se puede lograr que las ideas se expresen con los vocablos adecuados en aras de la economía de tiempo y con mayor claridad. Recrear el lenguaje está muy lejos de volverlo cantinela, estribillo. El ejercicio de sinónimos que acabo de hacer solo tiene un objetivo demostrativo pero se queda corto frente al recurso idiomático disponible.
Queda la deuda de hablar del “lenguaje inclusivo”, cuyo fin es loable pero que no ha encontrado alternativa conveniente y que convierte la lectura de un informe o discurso en “políticamente correcto” pero imposible de entender. Por ejemplo: niños y niñas, campesinos y campesinas, médico y médica, enfermeras y enfermeros, individuo e ¿individua?, qué pesado.
Tampoco me aventuro a entrar en polémica con el lenguaje seudotelegráfico de las redes sociales, lo que da para un tratado diferente, tan solo reclamo recuperar el lenguaje fluido, el parlamento pertinente, al menos en el habla directa.
Fuentes: