“… tenemos intelecto, pero en realidad no somos tan inteligentes, hemos perdido la sabiduría…” (Jane Goodall)
Se celebró esta semana el día internacional de las niñas y las mujeres en la ciencia. Debió haber sido un festejo adobado con conferencias, películas y toda clase de eventos de difusión, pero me temo que pasó desapercibido para la gran mayoría de los colombianos. El país adolece de un nutrido grupo de mujeres dedicadas a la ciencia: según la Unesco y Colciencias, de continuar la tendencia actual, en 30 años se lograría la paridad porcentual de género, en educación y capacitación, en rangos de 10 para humanidades y 150 para las ingenierías. Y una fuerza laboral paritaria se lograría entre 50 a 90 años; mientras el porcentaje de investigadoras están en rangos entre un 50% en medicina y 20% en ingenierías. En honor a la conmemoración, hago un somero repaso con reseñas de algunas científicas colombianas, que se ocupan de escudriñar aquello que el común ni siquiera imaginamos que existe, dando herramientas para conocernos o para mejorar nuestras condiciones de vida, proponiéndose retos descomunales.
Elizabeth Hodson (¿70 años?): fisióloga y genetista vegetal. Se dedica a la microbiología y la agrobiotecnología. Miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Pertenece a la Comisión de Ética y Conocimiento Científico y Tecnológico de la Unesco. Educadora de varias generaciones de la Universidad Javeriana. Ama las plantas, habla con las bacterias a través del microscopio, transmitiendo a sus alumnos su pasión y amor por el oficio. Participó en la Misión de Sabios 2019.
Luisa F. Herrera (68 años): antropóloga. Desde el Instituto Colombiano de Antropología, participó del descubrimiento en 1976 de Ciudad Perdida en la Sierra Nevada, reconstruyendo el modus vivendi de los taironas, recorriendo la red de escaleras, terrazas y muros circulares de aquel patrimonio del país. En Amsterdam estudió palinología (estudio del polen y las esporas) de los que depende la reproducción de las especies, que facilita el estudio de microorganismos encontrados en los asentamientos arqueológicos.
Jimena Loboguerrero (41 años): antropóloga, historiadora, con el Museo del Oro estudió la metalurgia precolombina. Aprendió de los zenúes (cultura de orfebres y agricultores) como alcanzaron a construir 500.000 hectáreas de canales para controlar las inundaciones producidas por los ríos San Jorge, Cesar, Cauca en la depresión momposina. Clasificó la tumbaga: aleación oro+cobre con la que fabricaban joyas y adornos de “falsa filigrana”. Catalogó el mestizaje de “pardos” resultado de la unión de blancos y negros, mestizos e indígenas que trabajaban el oro. Precisó la intrusión de la Corona española que entró a “regular” el comercio de oro, plata y cobre, imponiendo el quintado (impuesto), resaltando la historia de resistencia cultural que hoy pervive en su magnífica orfebrería.
Ángela Restrepo M. (1931-2019): microbióloga, investigadora, docente, científica. Con énfasis en enfermedades pulmonares (semejantes a la tuberculosis) producidas por hongos, su diagnóstico y tratamiento. Miembro de la Sociedad Americana de Microbiolgía y de la Internacional de Micología Humana y Animal. Profesora de la Universidad de Antioquia y jefe del Laboratorio de Salud Pública Departamental. Con más de 300 publicaciones de artículos científicos, referenciada en América Latina y EEUU en instituciones científicas.
Natasha Bloch: bióloga/genética comportamental. Su objetivo: descubrir qué determina que el color sea tan diverso en la naturaleza. Sostiene que “los comportamientos sociales están ligados con los genes”. Su pasión: clasificar hojas, ratones, lagartijas, observar sus cambios según el hábitat. En la U de París VI y en la de Chicago, trabajó con aves y concluyó que son tetracromáticas (capacidad de distinguir la luz ultravioleta) y que ven el color según las preferencias de su cerebro. Posdoctorada en Londres donde estudió 5 años los guppies que también se comunican a través del color. Es profesora en Ing. Biomédica en los Andes.
Dolly Montoya (71 años): química farmacéutica y biotecnóloga. Fundó el Instituto de Biotecnología de la Unal; estudió ciencias biomédicas en la Unam, ciencias naturales en la U de Munich (reconocimiento magna cum laude) y en la U de Sussex. Dedicada a la investigación y la docencia, así como a la dirección y creación de institutos de biotecnología en el país. Es la primera rectora de la Universidad Nacional de Colombia.
Alejandra Falla: microbióloga, ingeniera genética, parasitóloga, investigadora de la malaria y terapias para combatir el cáncer. Ana M. Hernández: tesis laureada sobre recursos marinos. Dirige la Oficina de Relaciones Internacionales del Instituto Humboldt, presidenta de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política de Biodiversidad de los Ecosistemas. Adriana Ocampo: ciencia planetaria, trabaja en la Nasa en la misión Júpiter. Nubia Muñoz: premio Bbva Fronteras del Conocimiento por su vacuna contra el cáncer uterino. Sandra M. Sanabria: bacterióloga, hizo aportes para combatir el cáncer de seno triple negativo.
Investigaciones y publicaciones en revistas científicas, distinciones, pertenencia a organismos y grupos dedicados a las ciencias en Colombia y el mundo, especializaciones y doctorados. Deschavetadas y creativas, profesoras y maestras, así son nuestras respetadas científicas. Con hijos y familias que las apoyan y un país que las desconoce.