Hemos vivido entre el predominio de tres religiones monoteístas que giran alrededor del padre, un padre creador, omnipotente, amoroso y justo. Su figura ha ocupado rigurosamente el centro de la cultura occidental pero no podemos desconocer que esa representación se ve necesariamente afectada por el curso de la historia y particularmente por el lugar que la mujer viene a ocupar en la civilización”. 

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Con este planteamiento, el psicólogo y analista del Foro del Campo Lacaniano, Juan Guillermo Uribe, inició su relato sobre la figura de padre y las modificaciones que esta ha tenido durante la historia. Según señaló, “el siglo XX es el siglo de las mujeres, el control de la natalidad las dotó de una libertad sexual que no las somete ni al hogar ni al marido y les da la posibilidad de elegir ser madres o no, Ese solo hecho representa necesariamente una ruptura con relación a la figura patriarcal”.

Al menos en Occidente, ha sido una constante que sean inherentes a la figura paterna el rol de nombrar porque “uno recibe un nombre y lo dice con el apellido del padre” y la función simbólica de poner límites dado que “la imagen que se ha tenido históricamente es la del padre como transmisor de la ley”.

Para Uribe, “desde la perspectiva Freudiana, el padre ha sido visto tradicionalmente como el modelo a imitar por parte del niño, además de cumplir con un rol de ‘castrador’ de los deseos incestuosos frente a la madre”. El experto agregó que la función paterna de modular la relación madre-hijo se ha enfocado en moderar el deseo de la madre de no dejar ir nunca a su hijo, escenario en el que el padre ha sido el mediador que permite la asimilación de la partida en el momento que sucede. 

El psicólogo planteó además que “la figura del padre ha sufrido una declinación dentro de la cultura, pero la cultura no tiene como prescindir de la figura paterna, para eso habría que empezar por eliminar las religiones monoteístas; el lugar protagónico de la mujer ha afectado la figura patriarcal pero el hecho de que esta figura sea afectada como representación, no cambia en absoluto el lugar de eje en una cultura que se persigna en nombre del padre”.

Adiós al poder absoluto

Rafael Iván Toro, abogado y miembro de la Academia Antioqueña de Historia, afirmó que “la paternidad pasó de tener un poder omnímodo en el que se era padre por ser proveedor  y orientar los destinos de un hogar a ser algo que se gana a través de la interacción con la familia. Hoy ha quedado a un lado ese poder absoluto de la figura paterna que de manera implícita le permitía prácticas como la poligamia y el tener hijos por fuera de su familia siendo socialmente aceptado. El padre ha pasado de ser considerado el todo en una familia a asumir su papel como coautor de la familia”. 

Por su parte, Hernando Muñoz, profesional en trabajo social y decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia, destacó “el cambio más importante que ha tenido la figura del padre es que en el tiempo reciente el hombre le está dando importancia a paternar, es decir, más que verse como un proveedor que protege está entendiendo que es importante lo emocional, brindar una mirada más cercana, comprometerse con el cuidado del hijo, propiciar el debate; paternar es estar presente y eso lo han entendido los padres actualmente”

Muñoz destacó que anteriormente la figura del padre se limitaba únicamente a su rol como proveedor económico y genético y afirmó que las movilizaciones de diferentes movimientos sociales han propiciado una nueva configuración de la figura paterna “muy alejada de las que nos tocó a nosotros donde cualquier manifestación de afecto o cercanía entre el padre y los hijos era socialmente inaceptable, aunque hoy seguimos viendo muchas actitudes machistas asociadas a la idea del hombre como protector, proveedor y con la obligación de tener familia, también debemos hablar de un cambio evidente en el que los padres le han perdido el temor a las manifestaciones de afecto”. 

Angélica Naranjo, investigadora de la Corporación Mujeres que Crean, destacó que  “hay hombres que están moviéndose de lugar y se están permitiendo vivir el goce del vínculo amoroso que comparten con sus hijos pero también vemos que ha habido un incremento en temas como las denuncias por inasistencia alimentaría y eso evidencia que incluso hay un aumento en los hombres que no están asumiendo el mínimo ejercicio de responsabilidad que es el de la manutención de sus hijos”.  

Naranjo enfatizó que “si bien hay hombres que se han enfocado en vivir la paternidad de forma más cercana, también es necesario reconfigurar la idea de paternidad y las responsabilidades que implica para lograr un verdadero compromiso por parte de los padres.

La mirada de los padres

Diego de Jesús Cortés, abuelo de 65 años, afirmó que durante su infancia todas las decisiones del hogar dependían del papá y destacó como gran diferencia entre la paternidad ejercida por su progenitor y la forma como el asumió la vida en familia, el hecho de considerar la opinión de la esposa a la hora de los negocios porque “ahora años mi papá vendía una finca, la casa o cualquier terreno y avisaba solo cuando había que salir porque antes no lo ponía en conocimiento a la mujer y en cambio uno ya con la esposa no podía llegar a decirle ‘nos vamos’ porque ahí ya las decisiones se tenían que tomar entre los dos”.

Por su parte, Sigifredo Usme, vecino del sector Estadio, ve en la aparición de la tecnología el cambio más significativo al momento de ser padre, porque “los hijos con lo que ven en el computador ya empiezan a tener más libertades mientras antes había mucho respeto hacia la figura del papá porque era la cabeza visible de la familia y ahora los roles han cambiado mucho y el niño no identifica muy bien la autoridad cuando antes se hacía sin reparo lo que el papá decía”.