Medellín, Turismo y la Oscura Noche.

Autor: David Roll Vélez
15 febrero de 2018 - 12:08 AM

Atrás quedaron los tiempos en los que un extranjero era visto casi como un extraterrestre.

Es fascinante como Medellín pasó de ser para el turismo internacional la capital de una provincia perdida, en la que solo se detenían los viajeros si tenían negocios o amigos, a convertirse en casi que punto obligado para quienes recorren el continente y una ciudad  que debe chulearse de la lista de pendientes por parte de quienes coleccionan destinos.

Atrás quedaron los tiempos en los que un extranjero era visto casi como un extraterrestre y se le miraba  y era  casi reverenciado como tal porque la mayoría eran tiernamente tímidos o bastante generosos. El que por aquí caía se lo disputaban entre varias familias para atenderlo y si se descuidaba terminaba casado, (como le sucedió a mi papá), o fundando un monasterio (lo que le pasó a uno monjes amigos).

Ahora los taxistas del aeropuerto se quejan, con la mano en la nariz, de las costumbres de aseo de algunos de los visitantes y dicen que es frecuente el regateo agresivo contra las tarifas oficiales. Pero ellos, y los demás que les venden tures al Peñol con la verborrea de quien ofrece la Alhambra o la pirámides de Gize, en el fondo están encantados con esta invasión.

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Es difícil hacerles entender de todos modos, a quienes protestan  por esos comportamientos, que nuestra ducha diaria no es una norma universal y que esos viajeros están acostumbrados a defenderse de sobreprecios al turista desde Vietnam hasta Marruecos, por lo cual no se dan cuenta de que nuestra ciudad es bien diferente a Palomino (la playa de moda para extranjeros en la costa colombiana) y que no dependemos para vivir de hacerles sablazos de cinco dólares a unos desarrapados visitantes.

Lo que sí preocupa en verdad es la mala información que figura en redes sobre lo que fue nuestra Oscura Noche de finales de los ochenta y comienzos de los noventa. Hice el ejercicio de dormir dos noches en un hostal de El Poblado para escuchar los comentarios de los viajeros al respecto, y descubrí que quienes vienen a Medellín siguen tan ignorantes sobre los oscuros personajes de esa época como los que aun sin venir, y más por falta de información que morbo, compran camisetas con la foto de los macabros protagonistas o no se pierden una película sobre el tema.

Esta misma semana escuché durante el desayuno (sí, dan desayuno aunque la cama cueste 25 mil pesos y la habitación 50)  a dos jóvenes argentinos de clase media decidiendo si gastarían su último día en Medellín visitando el Museo Botero y el centro o yendo a un cementerio donde está la tumba del innombrable.

No pude evitar preguntarles qué sentirían ellos si yo en Buenos  Aires en lugar de ir a la Casa Rosada frente a la cual las Madres de Mayo forzaron la transición democrática, me fuera a visitar la tumba de Leopoldo Galtieri, el general culpable de la muerte de 649 inocentes jóvenes argentinos que mandó como corderos a la Guerra de las Malvinas para intentar mantenerse en el poder.

Además: La democratización de los viajes (segunda parte)

Creo que no me entendieron, y de pronto ni hicieron caso de mi extensa descripción de la maravillosa catedral del ladrillo, de  la fascinante calle Junín, de la Estación de tren en la Alpujarra y demás atractivos del centro, que les insistía no debían perderse. Pero igual considero que debe hacerse el esfuerzo  e intentar desanimar a todos los que podamos de que le rindan culto a los autores de uno de nuestros mayores traumas colectivos.

Es un tema de política y afecta nuestra democracia, porque en el fondo es una falsa verdad más inflada en las redes (esos y otros jóvenes miraban por Internet un texto en el que se dice que quien visite la tumba esa les traería suerte por toda la plata que está enterrada debajo), y sabemos que es casi imposible combatir esas cosas con argumentos racionales.

De hecho desde hace dos años dejé de darles clases gratis a quienes en el extranjero me abordaban con el tema para insistirme en el carácter supuestamente polémico del innombrable jefe de la mafia. Más bien opté por crear una falsa verdad  y trato de convencerlos de que el supuesto personaje nunca existió, que es una invención más de Hollywood y de algunos directores locales. Y aunque no lo crean funciona. ¿no dicen que un paisa vende cualquier cosa? Lastima que no podamos convencernos a nosotros mismos. ¡Que mas quisieramos!

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