Nos hemos quedado sin relatos, los humanos y la humanidad están desorientados y que de ahí nace la pérdida del humanismo
Se entiende por relato, una serie de conceptos que orientan a un gran grupo de humanos en un período de tiempo determinado, para justificar el hecho de estar vivos, para buscar entre todos, el anhelado bienestar, y para racionalizar el empleo de los recursos que son finitos, a la luz de una idea o de un concepto que trata de justificar el presente y los guía hacia el futuro.
Detrás de cada relato se consolida un grupo de poder que vela por sus intereses y busca el respaldo del conglomerado.
Cada época trae su afán y sus propias lógicas. La Ilustración a diferencia de sus contrapartes, propicia y potencia el desarrollo integral del individuo y da a los conceptos de humanidad y de humanismo una nueva dimensión.
Hoy por hoy, el auge de la tecno informática y la tecno biología, ponen en evidencia, rescatando a Fukuyama, que nos hemos quedado sin relatos, que los humanos y la humanidad están desorientados y que de ahí nace la pérdida del humanismo que vivimos hoy en la primera quinta parte del Siglo XXI.
Los altos impactos en diversos órdenes de las nuevas tecnologías hacen que la tradición reciente deba ser revaluada, situación que pone en evidencia que los relatos que traíamos se han agotado y que no tenemos alternativas a la mano.
A esto le debemos adicionar el impacto del cambio climático y el crecimiento demográfico desmedido.
A principios del Siglo XX, existían tres relatos fuertes: La Democracia, el Socialismo y el Fascismo, en teoría todos desprendidos del Liberalismo heredado de la Revolución Francesa.
En orden cronológico desaparece el Fascismo, cae el Socialismo Comunista y al quedar sin contrapartes, la Democracia se hunde en una profunda crisis.
Cabe advertir que no se puede hablar de desapariciones totales y definitivas de los anteriores relatos: existen reductos humanos y zonas geográficas donde todavía quedan remanentes, pero en pleno ejercicio, que afectan a una porción de la población mundial.
Para complejizar el asunto, existen comunidades humanas con un alto grado de infra desarrollo político y educativo que no han logrado comprender y mucho menos implementar, los tres relatos anteriores, quedando a la zaga de los cambios que se han vivido y de los que han de venir. Para estos grupos la marginalidad pareciera ser una constante en el corto plazo.
Ahora bien, los relatos religiosos y los económicos deberían abrir sus perspectivas ante las nuevas realidades: es más, todos los generadores de relatos deberían partir de un acto de contrición y de un compromiso con la humildad, pues ninguno de ellos ha podido demostrar que es mejor que el otro y, sin embargo, debido a ellos, se han producido cientos de conflictos que han dejado como saldo millones de muertos, exclusión y violación de los derechos humanos.
Hoy más que nunca se requieren relatos nuevos, consistentes, integradores, respetuosos y pragmáticos que nos permitan comprender y convivir con los nuevos avances de la tecnología, ya que, de no hacerlo, el Humanismo, hijo de la Ilustración y productos ambos de un camino recorrido de manera tortuosa y traumática, se perderá en la historia del tiempo y podríamos ser testigos de cómo damos un gran salto hacia atrás, sino es que ese salto sea hacia el vacío.
He acá el gran reto de las humanidades y de quienes nos consideramos humanistas.