El denominador común es la podredumbre que afecta a todas las esferas públicas.
La crisis que viven los partidos políticos tradicionales tiene sus raíces en los crecientes hechos de corrupción, las componendas y el descredito generalizado. Hoy el electorado es menos fidelizado, volátil e intermitente. En los Estados Unidos el partido republicano ha dado paso al trumpismo. En Europa las extremas se tomaron el poder en Italia, Hungría y Polonia. En México el candidato López Obrador tiene un pie en Los Pinos. En Colombia el establecimiento se ve amenazado por un aspirante de izquierda prometiendo dar un salto hacia algo que aún no se conoce como tampoco cuales serían sus consecuencias.
El denominador común es la podredumbre que afecta a todas las esferas públicas. Acabamos de ver como en España Mariano Rajoy tuvo que abandonar por el penoso escándalo de corrupción en el que se vio envuelto su Partido Popular. En México el PRI no sale de apuros y en Colombia el sistema judicial se fue a la bancarrota por la incursión de mafias que compran sentencias al más alto nivel. Muchas décadas de desigualdad y pobreza atribuidas a una clase gobernante ajena a las necesidades de la mayoría.
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Italia enfrenta su peor momento por la disfunción política en manos de 2 agrupaciones populistas: el izquierdista Movimiento Cinco Estrellas y La Liga que agrupa a la extrema derecha, ambos hostiles hacia la Unión Europea y coincidiendo con una agenda económica que haría explotar la ya enorme deuda de ese país que ya llega al 130 por ciento del producto. Los mercados financieros globales respondieron negativamente a la inestabilidad italiana y podrían terminar amenazando al resto de Europa.
Desde inicios del siglo pasado el jurista Hans Kelsen afirmaba que la “democracia moderna se funda enteramente en partidos políticos…solo desde la ingenuidad o hipocresía puede pretenderse que la democracia sea posible sin partidos políticos”. Pues esa no es la realidad presente donde el liderazgo se ejerce por nuevos grupos que han esgrimido un discurso xenofóbico, que apela al proteccionismo y el cierre de fronteras en varios rincones del planeta.
Está claro que los partidos tradicionales están muy lejos de cumplir satisfactoriamente con las expectativas de los electores. Tras la crisis estamos en la encrucijada de o bien hacer mejores partidos o ingresar a un mundo amorfo cuyo territorio será ocupado por tecnócratas y populistas, lo que daría lugar a un nuevo campo de batalla que sería todavía peor que el actual.
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Como se podrá advertir, el surgimiento de los partidos políticos ajenos al sistema tradicional es una tendencia creciente que puede tomar cualquiera orientación y expresión. Desde la extrema derecha o la misma izquierda y hasta el centro. También es cierto que algunas de esas tendencias usan discursos incendiarios con propuestas que van en contravía de los mismos principios democráticos liberales. Todo lo anterior por el desencanto de la gente y el desencuentro con la dirigencia partidista.