Es preciso considerar y rechazar la actuación de algunas personas, encabezadas por los especuladores de medicamentos y alimentos, que tratan de aprovechar las crisis para su propio beneficio.
Ante los últimos acontecimientos relacionados con la salud de la población, viene a la memoria el titular de este escrito que corresponde al de un clásico del cine.
Se pensaba que al ocurrir cada una de las últimas contingencias que se han presentado en el país, no podría venir nada peor. Así fue como se pasó por Reficar, Electricaribe y la contingencia de Hidroituango. De acuerdo con la Ley de Murphy “todo es susceptible de empeorar”, y el mundo se ha visto sometido a una pandemia provocada por un virus que claramente afecta a Colombia. En pocas palabras se ha declarado un “Estado de guerra” para combatir la extensión y los efectos de tal virus.
Considerando entonces la “apertura de hostilidades” contra el virus, es conveniente recordar el conocido texto titulado: “El arte de la Guerra” del chino Sun Tzu.
En el capítulo que se refiere a: “Puntos débiles y fuertes”, se dice: “Generalmente, el que ocupa el terreno primero y espera a enemigo tiene la posición más fuerte; el que llega MÁS TARDE y se precipita al combate está ya debilitado”. En el capítulo que se refiere a “Las marchas”, dice: “Si las órdenes son sin excepción, eficaces las tropas serán obedientes. Si las órdenes no son siempre eficaces, las tropas serán desobedientes”.
Lea también: De la infiltración a la vacuna
Finalmente, respecto a los “Planes de contingencia” distingue dos tipos fundamentales. El de Respaldo, o sea: “El que contempla las contramedidas preventivas ANTES QUE SE MATERIALICE UNA AMENAZA”. Y el de Emergencia, o sea: “El que contempla las contramedidas necesarias DURANTE LA MATERIALIZACIÓN DE UNA AMENAZA”. “El que entendió, entendió”.
Ciertamente, “todos a una”, lucharán contra la contingencia viral y cuando se haya logrado el control de la pandemia, las entidades de control serán las encargadas de evaluar el comportamiento de los dirigentes que tuvieron a cargo la responsabilidad del manejo de la lucha por la salud.
Al iniciarse “el combate” surgieron varias recomendaciones iniciales como medios para tratar de controlar la infestación. Se destacan: el correcto aseo de las manos, la distancia mínima que se debe mantener entre los ciudadanos y la limitación en el número de personas en las reuniones y asambleas. También ha venido a la memoria una serie de prácticas que eran normales a mediados del siglo pasado, hace unas dos generaciones, como se recomendaba en el “Manual de Urbanidad y buenas costumbres” del español Manuel Antonio Carreño publicado en 1853.
En efecto: en el capítulo II: “Del aseo”, en el artículo I: “Del aseo de nuestra persona”, dice: “Nuestras manos nos sirven para casi todas las operaciones materiales de la vida y son, por lo tanto, la parte del cuerpo que más expuesta se halla a perder su limpieza. Lavémonos, pues, con frecuencia durante el día, y, por de contado todas las ocasiones en que tengamos motivo para sospechar siquiera que no se encuentran perfectamente aseadas”.
Le puede interesar: De los pactos y las alianzas
También en el artículo titulado: “Del aseo para con los demás”, dice: “Jamás nos acerquemos tanto a la persona con quien hablamos, que llegue a percibir nuestro aliento”. También da recomendaciones para “cuando no estando solos nos ocurra toser o estornudar a fin de impedir que se impregne de nuestro aliento el aire que aspiran las personas que nos rodean”.
Es fácil ver que muchas buenas prácticas del pasado se abandonaron. Por ejemplo, hace unos años se introdujo la práctica de saludar con un beso a propios y extraños. También debe recordarse que en las antiguas casas existía un lavamanos a la entrada del comedor. Y así por el estilo.
Es claro que tal circunstancia se debe al facilismo, inmediatismo y esnobismo que mucho antes que el “Corona virus” invadieron al mundo sin haberles encontrado vacuna ni remedio.
Finalmente, es preciso considerar y rechazar la actuación de algunas personas, encabezadas por los especuladores de medicamentos y alimentos, que tratan de aprovechar las crisis para su propio beneficio. Entre este tipo de abusadores también están algunos comunicadores que: en su afán de obtener el tal “rating”, o buscando un falso protagonismo recurren a repetidas manifestaciones amarillistas que muchas veces hacen cundir la alarma.
También, algunos dirigentes políticos demuestran, repetidamente, que ya están en la carrera por la presidencia abusando del protagonismo y la repetida aparición en los medios.