Respecto a la pandemia de la Corrupción, son innumerables los casos que permanentemente son denunciados que demuestran aquello de que: “Hecha la Ley, hecha la trampa”.
El desarrollo de la problemática que ha implicado el actual ataque viral del Coronavirus, Covis 19, ha hecho que, aparentemente, muchas otras pandemias han pasado a segundo lugar de importancia, aunque son muy letales también, por lo menos dese el punto de vista moral y ético. Es que, parodiando el lema de las EPM, esas otras pandemias “ESTÁN AHÍ”.
Ciertamente deben destacarse principalmente estas dos pandemias:
Primera: El comunismo, que busca apoderarse de Colombia, en todas sus formas o presentaciones, como diría un vendedor, que incluyen a los siguientes matices: el socialismo del siglo XXI, el castrochavismo, la intelectualidad de algunos auto proclamados como intelectuales, el mamertismo, etc.
Segunda: La corrupción, con sus apéndices representados por el clientelismo, la burocracia, el contratismo y la “mermelada”.
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El mamertismo ha arreciado en la aplicación de “todas las formas de lucha” recurriendo a toda clase de trucos e informaciones tendenciosas buscando la pérdida de la institucionalidad poniendo, en primer término, como blanco de este ataque, al Ejército y a la Policía. Específicamente, como ya ha sido costumbre, encabezando las últimas denuncias contra el Ejército, está la revista Semana, con la caja de resonancia que dan los medios de la “gavilla mediática”. En definitiva, el ejército ha estado muy de malas con los ministros de defensa que le han nombrado. ¡El que entendió, entendió!
Es claro que los que determinan, en última instancia, la certeza o veracidad de las denuncias, serán los jueces basados en las investigaciones de los medios de control. Lo que sucede es que estos últimos estamentos, Jurídicos, Investigadores e Instructores, han demostrado estar demasiado infiltrados por los mamertos y, además, para acabar de ajustar, cuando las cabezas visibles de los órganos de control andan, aparentemente, en campaña presidencial.
También ha sido permanente la campaña de desprestigio en contra del expresidente Uribe, y es claro que su liderazgo, al frente del partido de gobierno, se ha visto diezmado por la actitud de la Corte Suprema de Justicia que también ha demostrado permanentemente su talante politiquero con la clara orientación mamerta, demostrada, repetidamente también, con la persecución a otros líderes políticos contrarios.
En esta actividad intensa, desplegada por el mamertismo, debe destacarse la actitud del senador Petro y la comunidad se pregunta entre varias cosas: ¿Es que el senador Petro tiene “patente de corso” para hacer lo que le venga en gana? ¿Será que el mamertismo ya lo considera el futuro presidente y que está en La Habana recibiendo la debida capacitación?
Con la pandemia también se ha visto una actitud de ponerle “palos en la rueda” a todas las decisiones que toma el gobierno nacional en su afán de contener el ataque viral. Es muy típica la actitud, populista y soberbia de la alcaldesa de la ciudad de Bogotá. El mamertismo es muy hábil en aprovechar las indecisiones y fragilidades de un gobierno nacional que, eventualmente, ha sido timorato y tardío. Por ejemplo, en los últimos días parece que les abrió un portillo a las “vacas ladronas” del ELN, y se muestra reacio a romper relaciones con La Habana que es fuente, origen y patrocinadora de muchos de los movimientos subversivos.
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Respecto a la pandemia de la Corrupción, son innumerables los casos que permanentemente son denunciados que demuestran aquello de que: “Hecha la Ley, hecha la trampa”. Específicamente se trata de la Ley 80 con todas sus modificaciones, incisos, conceptos, jurisprudencias y todos los etcéteras.
Con la emergencia provocada por la pandemia, aparecieron numerosos contratos (chanchullos “ventiados”) para la adquisición de bienes, que buscaban los enriquecimientos ilícitos de algunos contratistas inescrupulosos, con el agravante de que contribuyen a la diseminación de la pandemia.
Como ejemplo de ese nefasto contratismo, se recuerda la denuncia, con el afán de contribuir al desprestigio de la Policía Nacional, del contrato en el año 2012, del proyecto Ciudadela Policial, en San Luis, Tolima, en donde se pactaban plazos ridículos, imposibles de cumplir, para acordar luego innumerables ampliaciones.
Apenas ahora, (¿Por qué?) aparecen los hallazgos de la Contraloría.
“El viejo truco”, citado por Maxwell Smart, el agente 0086 de la conocida serie de TV, “Get smart” en inglés.