La verdad

Autor: Álvaro González Uribe
7 junio de 2019 - 10:35 PM

La verdad debe ser objetiva y nunca sesgada por ideologías o sentimientos. El CNMH está parcializando la verdad que las víctimas y Colombia necesitan para sanar.

Medellín

Álvaro González Uribe

La verdad son los hechos tal y como sucedieron y no como nos los quieran contar los victimarios, los combatientes, las mismas víctimas o terceros de oídas. La verdad es simplemente la verdad por dura, bella, compleja o intrascendente que sea. Pero es la verdad, sin sesgos ideológicos, sentimentales o amañados por cualquier motivo.

La verdad es una desde todos sus ángulos. Por eso hay que investigar, escuchar a los actores, analizar contextos, orígenes, causas y las circunstancias de tiempo, modo y lugar para encontrarla. No es una tarea fácil y, por tanto, no es posible una verdad perfecta, cinematográfica si se quiere. Pero hay que aproximarse lo más que se pueda a esa perfección.

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¿Por qué es tan importante develar la verdad luego de un conflicto como el de Colombia? Obvio que para poder juzgar los crímenes y para medir la reparación a las víctimas, eso es clave, pero hay otras razones más profundas. Durante sesenta años en Colombia se han cometido tantos crímenes que ya muchos cayeron y caerán en el olvido. Incluso, numerosos ni siquiera se han conocido ni se conocerán. Masacres, asesinatos, violaciones, desapariciones, secuestros, desplazamientos y decenas de actos más tienen que ser develados y recordados.

La verdad debe ser conocida por cada víctima para que ésta decida si perdona o no, para que sea reparada y para que se le prometa la no repetición. Conocimiento, posibilidad de perdón, reparación y no repetición son cuatro etapas claves que reposan todas en la verdad. No hay nada más doloroso para una víctima que su verdad no sea jamás descubierta ni contada, es la victimización permanente.

Y no es solo la verdad individual. Con todas las verdades se construye la memoria colectiva, memoria que tiene que ser contada, leída y mantenerse viva por dolorosa que sea, aunque nos golpee. Mientras más duro ese golpe más útil para saber cómo hemos sido, cómo somos y cómo no podemos volver a ser.

Las cosas pasaron. No hubiéramos querido que pasaran, pero pasaron. Son parte de nuestra historia, de cada historia personal, familiar, local y nacional. También del mundo. La verdad colectiva es la memoria histórica nacional, es patrimonio social de Colombia y de la humanidad.

¿Cuál y cómo es la verdad? La verdad verdadera -que es la única- no tiene ideologías políticas ni religiosas ni amistades ni socios ni regionalismos ni afinidades étnicas o de clase ni puede ser jamás instrumento para la venganza o para obtener el poder. No puede ser instrumento de nada. La verdad está ahí para que la recojamos o miremos y analicemos, es una sola, fría, quizás gélida como a veces quedamos después de saberla. La verdad es una roca dura y sólida que permanece firme e inmodificable antes, en y luego del temporal más arrasador.

La verdad es parte de la guerra y una de sus armas más letales porque su ocultamiento o tergiversación pueden permanecer en el tiempo una vez aquella finalice. En una palabra: Sin verdad no puede haber paz. Finalizan los combates, cesan los crímenes, se entregan o dejan las armas, se dan la mano los contendientes pero si la verdad no sale a flote la guerra continúa en el dolor.

Claro que la verdad no desaparece el dolor, pero, por un lado lo amaina y, por otro lado, impide que nazca más dolor. Cada día sin verdad después de la guerra es otro día más de guerra para las víctimas.

Por eso, luego de la firma de los acuerdos de paz del Teatro Colón, hay quienes quieren ocultar la verdad o sesgarla. O mirarla solo en el espejo. Es una de sus maneras de hacer trizas los acuerdos, es su manera de continuar la guerra.

Por eso es tan importante el Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH. Por eso el primero de sus objetivos institucionales estratégicos es Contribuir al esclarecimiento de los hechos, los responsables y las condiciones que hicieron posible el conflicto armado en Colombia, e interpelar a la sociedad sobre las dinámicas institucionales, políticas y sociales que lo desencadenaron y degradaron, para contribuir a la realización del derecho a la verdad de las víctimas y la sociedad en general, y a las garantías de no repetición”.

Pero si usted, amable lector, entra hoy a la página web del CNMH, empieza a ver ese sesgo que allí se le quiere dar a la verdad, haciendo énfasis en una parte de la barbarie: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/. Es claro que se quiere ir conduciendo la verdad a una verdad parcial de un partido, de un hombre, de un gobierno. Y la verdad parcial es mentira porque somos una nación, es toda una nación - “la sociedad en general”- la que sufrió el conflicto y sufre las violencias desde todas las orillas y hacia todas las orillas.

Lo invitamos a leer: ¿Dónde estaban?

El CNMH ya optó por una verdad parcial que falseará la memoria (su memoria) por una verdad de partido que como tal no puede ser verdad. Sin ánimo de confrontar porque no se trata de una guerra de verdades y son entidades con misiones diferentes, nos queda la Comisión de la Verdad, nos queda usted, padre Francisco de Roux, nos quedan los comisionados. Y la gente.

 

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