La verdad sobre las mentiras del mundo moderno y las democracias

Autor: David Roll Vélez
6 marzo de 2019 - 09:03 PM

El liberalismo también le regaló a una importante cantidad de seres humanos un modelo político, la democracia, cuya más agradable ventaja es que les permite hablar pestes de ella mientras los protege hasta de sí mismos.

La verdad sobre la mentira de que hoy hay unos pocos ricos y una inmensa mayoría de pobres, es que casi la mitad de la población mundial, o sea como 3.600 millones de personas, son clase media. Ni el más loco optimista del renacimiento hubiera soñado con ese 50 por ciento y menos con esa mil millonaria cifra, sabiendo que la situación de los seres humanos fue casi siempre de pobreza generalizada y de desnutrición, desde tiempos inmemoriales hasta hace muy poco.

La verdad sobre la mentira de que vivimos en un planeta cada vez más en guerra es que el mundo jamás ha estado tan en paz como hasta ahora, y que de unos 200 países que hay, no llegan a 10 los que están en guerras abiertas y a 20 los que tienen conflictos, o sea un 5 y 10·% del total. Desde la antigüedad hasta la modernidad, pasando por la Edad Media, la historia de la humanidad fue la de las guerras, y la paz era noticia. Hoy es al contrario.

Lea también: Algo sobre las no democracias

La verdad sobre la mentira de que las religiones pasaron a un segundo plano en la mentalidad humana y de que se impuso un racionalismo agnóstico con pocas excepciones en casi todo el mundo es que  de un planeta que ya tiene casi 8.000 millones de habitantes, solo mil millones no piensan que existe una realidad sobrenatural. La contundencia de los argumentos racionales contra la existencia de ese mundo paralelo parece que no hace mella alguna hoy en ese deseo colectivo de creer en divinidades de diversa índole, sin necesidad de ayudas inquisitoriales.

La verdad sobre la mentira de que el ser humano abandonó la monogamia como norma y se lanzó a una vida sistemáticamente promiscua, es que la casi total población mundial todavía hoy decide casarse o vivir con alguien, y con acuerdos de exclusividad sexual más o menos flexibles según las circunstancias.  Aunque hay menos prejuicios y las personas se permiten experimentar más variaciones en su vida privada, no ha vuelto a darse un movimiento internacional importante que defienda el amor libre como forma de vida al estilo de lo que sucedió en la era hippie. Los estudios que se han hecho, basados en las redes, muestran por el contrario una juventud aspirando a relaciones estables.

Y por último, la verdad sobre la mentira de que la gente vive aburrida con las democracias y las ve como un fracaso, es que por lo menos en Europa, América, Oceanía y algunos importantes países africanos y asiáticos, se optó casi por unanimidad y con entusiasmo por ese sistema, y casi nadie piensa que deba ser reemplazado por otro. En general no se vota tanto como se quisiera ni la gente mete mucho las narices en asuntos públicos en esas democracias tan diseminadas por el orbe. Pero no es por escepticismo, sino porque la principal ventaja del modelo es justamente que uno pueda dedicarse a sus propios asuntos ya que hay otras personas elegidas por todos para solucionar los problemas colectivos, aunque lo hagan mal muchas veces.

En síntesis, en el medio del maremágnum de las falsas verdades, se han creado también ideas de los seres humanos de hoy que no corresponden a la realidad. En efecto hay mucha pobreza en el mundo que podía ser evitable, y quizá lo sea en las próximas décadas; y existen unas guerras cruentas que podrían haberse controlado, las que es probable que  se logre contener o limitar  en unos 20 años. Pero contando numeritos, aunque nadie lo parece saber, es un hecho que casi todos los seres humanos viven en países en paz, y la mitad de ellos son “ricos” en el sentido de necesidades básicas satisfechas hasta el nivel del ocio. También es verdad que este milenio el liberalismo, en sus muchas versiones (el capitalismo chino es una de ellas), logró por fin darles una amplia libertad sexual a casi todos los seres humanos y permitirles que no crean en Dios si no quieren. Pero al parecer esa enorme multitud de personas (que además contra toda predicción están habitando un planeta que supuestamente no iría a alcanzar para tantos y menos en ese nivel de consumo), han optado por seguir creyendo en las divinidades de las primeras civilizaciones. Adicionalmente, han optado por formas de monogamia flexibles, a medio camino entre los modelos patriarcales y  las películas de Almodóvar, pero más cerca de los primeros.

Lo invitamos a leer: Creencias políticas y religiosas

Por último hay que decir que el liberalismo también le regaló a una importante cantidad de seres humanos un modelo político, la democracia, cuya más agradable ventaja es que les permite hablar pestes de ella mientras los protege hasta de sí mismos.

 

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Comentarios:

MIGUEL
MIGUEL
2019-03-07 12:11:10
PODRÍA SER FÁCIL, SEÑOR ROLL, ALCANZAR ESOS 3600 MILLONES DE PERSONAS EN LA CLASE MEDIA SI USAMOS LOS PARÁMETROS DEL ACTUAL GOBIERNO COLOMBIANO.

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