Duque ha sido capaz de sacar adelante algunos proyectos de gobierno muy importantes. Pero eso no oculta que la relación con los partidos políticos independientes es mala y pueda deteriorarse
Según https://www.eltiempo.com/politica/congreso/instalacion-congreso-de-la-republica-los-proyectos-claves-del-periodo-390648 comienza la nueva legislatura con bajas expectativas. Proyectos como la doble instancia retroactiva apara forados o la de cárcel efectiva para corruptos, que se hundió en la legislatura pasada, y otros que están en la agenda del Gobierno, pueden sucumbir en este año legislativo, básicamente por dos razones, que están entrelazadas: el presidente, hasta ahora no ha modificado su postura de llamar formalmente a los partidos y grupos independientes del Congreso a participar en su gabinete o en importantes instituciones descentralizadas del orden nacional, para incorporarlos a la defensa de las iniciativas del ejecutivo, de un lado; y la inminente lucha por el poder electoral regional y local, por el otro, en el que los congresistas tienen grandes intereses políticos y burocráticos.
Puede ser. No obstante, ha habido entre los dos poderes una relación importante en la actual legislatura: Se aprobaron, de acuerdo con https://www.lagrannoticia.com/politica-y-campana-electoral-2019/42510-duque-saca-pecho-por-los-13-logros-legislativos-de-su-gobierno-en-10-meses, Ley del Plan Nacional de Desarrollo Pacto por Colombia, pacto por la equidad’; La ley de las TIC; la que promueve las fuentes de energía limpia aplicadas al transporte vehicular; el ingreso a la Ocde; la actualización de la ley 418, donde se crean las zonas estratégicas de intervención integral; el fortalecimiento de la Superintendencia de Salud; el Ministerio del Deporte; el Presupuesto General de la Nación; el Presupuesto Bienal de Regalías, que estableció el beneficio de obras por regalías en las regiones productoras y no productoras; la que sanciona con claridad el delito de abigeato; la aprobación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y del Ministerio del Deporte; la Ley de Financiamiento para la Reactivación Económica y el fortalecimiento de la inversión en las regiones; el Presupuesto General de la Nación (PGN) que más recursos le ha dado a la educación y la salud; el Presupuesto Bianual de Regalías; la Ley que fortalece la capacidad sancionatoria de la Superintendencia Nacional de Salud; la Prórroga de la Ley 418, que crea las Zonas Estratégicas de Intervención, entre otras.
Esto significa que, de alguna manera, Duque ha sido capaz de sacar adelante algunos proyectos de gobierno muy importantes. Pero eso no oculta que la relación con los partidos políticos independientes es mala y pueda deteriorarse aún más en esta legislatura, cuando el tiempo avanza y su margen de desempeño decrece para liderar algunas políticas estratégicas decisorias para el futuro de la nación, especialmente con tres problemas: enfrentar una reforma que lleve a cabo el necesario rediseño del equilibrio de poderes, completamente desbalanceado a favor del judicial (me refiero al poder acumulado por su cúpula) y en detrimento del ejecutivo y el legislativo. Si no se enfrenta este problema, éste seguirá saliendo del radar de estos dos últimos, que serán meros espectadores de los esfuerzos que hagan los ciudadanos y sectores de la sociedad civil para reformar al primero, mediante iniciativas como el referendo, o, en caso contrario, el fortalecimiento de lo que se ha dado en llamar la dictadura del poder judicial.
Igualmente, pueden complicarse otros tres elementos estratégicos de la agenda nacional: la lucha contra el narcotráfico, el enfrentamiento de las muy difíciles relaciones con Maduro y el flujo migratorio de venezolanos, sin precedentes en la historia reciente de América Latina.
En efecto, aunque el Gobierno pueda estar viendo como un triunfo, y posiblemente lo sea, el reciente pronunciamiento de la Corte Constitucional, y se aliste a iniciar fumigaciones con glifosato, luego de superar la maraña de condiciones que la decisión del alto tribunal impone, la realidad es que necesita apoyo político suficiente de los partidos independientes que hacen presencia en el Congreso para contener las arremetidas de las bandas de narcotraficantes de todos los pelambres y denominaciones, así como los de la oposición en ese organismo, relacionada o no a esos grupos, que defienden la legalización masiva de los cultivos y la actitud permisiva de la Corte para su consumo.
La lucha para combatir militarmente al narcotráfico y para ampliar programas sociales de cobertura que den salida justa a los pequeños cultivadores, cuesta. Y no olvidemos que el presupuesto lo aprueba el Congreso y que el gobierno de Santos disminuyó dramáticamente los recursos del gasto militar. Más programas sociales, más combatientes y mejores y más modernas armas, necesarias para derrotar a las mafias, requieren de recursos públicos.
Maduro es la amenaza principal externa a la soberanía colombiana, relacionada, además, con la guerrilla colombiana y el narcotráfico. Su salida es incierta, y mientras esta no se produzca, es necesario modernizar y ampliar la capacidad armada y operativa de nuestras Fuerzas para disuadirlo de una agresión. Y ello requiere recursos., que repito, fueron recortados drásticamente por Santos.
Y una mala relación con los independientes en el parlamento puede entorpecer la necesaria normalización y el indispensable control del flujo incontenible de venezolanos, a quienes acogemos solidariamente, como debe ser, pero al que hay que reglar para evitar la infiltración de saboteadores y espías maduristas que pueden venir para debilitar nuestra frágil institucionalidad, apoyando a los grupos armados y tener como objetivos blancos económicos estratégicos. Y para contener la llegada de enfermedades que ya habían desaparecido en Colombia, verdadera amenaza a nuestro sistema de salud pública, así como el arribo de plagas como la fiebre aftosa y el hongo que actualmente ataca el banano.
El apoyo del Congreso a las iniciativas estratégicas del Gobierno será difícil de obtener si este mantiene su política de cero participación institucional de los partidos políticos independientes para formar una coalición de gobierno. Es más, podrían declararse en oposición, dificultando aún más las iniciativas del gobierno. En consecuencia, el ejecutivo carecería de recursos y apoyo, seguiría reduciendo su capacidad de gobernar en temas centrales de los intereses colombianos. Así las cosas, ni el ejecutivo ni el legislativo tendrían la capacidad de incidir directamente en las decisiones cruciales para Colombia, se neutralizaría uno al otro, se convertirían en instituciones irrelevantes, que dejarían el campo abierto a los enemigos de lo que todavía queda de democracia en Colombia. Una verdadera paradoja política.
Espero que haya luz verde para la cooperación entre los dos poderes. Y que nos expliquen, si no la hay, cuál será la hoja de ruta frente a esos desafíos. No es un asunto menor. En realidad, es el mayor de todos. Queremos estabilidad y gobernabilidad.