En las crisis también existe una oportunidad para mejorar
Fernando Reimers, profesor de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard, con gran reconocimiento internacional y que ha estado activo en estos últimos meses, promoviendo reflexiones y entregando informes sobre la educación a nivel global, ofreció la semana pasada una conferencia que tituló Educar para un nuevo renacimiento (se puede acceder a la conferencia en el siguiente enlace: https://vimeo.com/440748819).
El profesor Reimers ilustra como estos momentos de crisis, por los que pasa la humanidad, se pueden convertir en una oportunidad para que las sociedades den un salto positivo en materia de desarrollo cultural, económico y bienestar de la sociedad, o por el contrario se pueden constituir en escenarios para el nacimiento o fortalecimiento de posturas autoritarias que hagan retroceder o perder logros alcanzados en materia de derechos civiles y disminución de las desigualdades. Para este efecto el profesor Reimers contrasta lo que hicieron dos países, sometidas a pandemias en épocas distintas, para afrontar la reconstrucción de sus pueblos.
En la Italia de siglo XIV, la elite que gobernaba decidió impulsar el florecimiento de las artes y las ciencias como una forma de recuperación de la nación de los estragos ocasionados por la pandemia de la peste negra; esta decisión permitió poner fin al Medioevo y dar inicio a un período de esplendor de las artes y las humanidades que puso los cimientos para el ingreso a la Edad Moderna.
Ahora, la Alemania de comienzos de siglo XX, decidió adoptar medidas restrictivas en el gasto público, como forma de afrontar los estragos ocasionados por la pandemia de la gripa española, lo que llevó a sectores de la población que se vieron marginados y desprotegidos por el Estado, a radicalizar sus posiciones, dando paso a movimientos nacionalistas y con esto al surgimiento del nazismo, periodo de la historia de la humanidad que sólo llega a su fin con la terminación de la segunda guerra mundial.
Traigo a colación la conferencia del profesor Reimers para introducir una reflexión sobre el momento actual que vive el mundo y dentro de este nuestro país. Los efectos de las pandemias en las sociedades son globales, no obstante, la historia da cuenta de que cada nación los puede convertir en oportunidades o en verdaderas pesadillas. Si bien es cierto todos tenemos que aportar nuestro grano de arena para superar las crisis y moldear un mejor futuro, corresponde a los gobernantes, ahora más que nunca, dejar a un lado las diferencias ideológicas, los cálculos políticos y trabajar los asuntos locales con perspectiva global.
No se debe esperar conjurar la crisis sanitaria con la llegada al país de una o varias de las 10 versiones de la vacuna que se están desarrollando en el mundo; desde ya se deben poner en marcha iniciativas que, en primera instancia, logren mantener lo que desde hace varias décadas ha logrado avanzar Colombia en materia de disminuir la pobreza, cerrar la brecha en inequidad, cobertura escolar y salud. Al gobierno del presidente Duque no le podemos pedir que muestre nuevas victorias en estos frentes, pero si le debemos exigir que el país no retroceda en lo construido por otros gobiernos en las últimas décadas. Los gobiernos Nacional y territoriales cuenta con instrumentos importantes como los planes de inversión, las reservas nacionales e internacionales y el talento humano que ha venido acumulando.
El Congreso de la República tiene la oportunidad de quitarse el karma que lo identifica como la institución más impopular que tiene Colombia, cooptado por la corrupción y la politiquería, para que asuma su papel en el trámite de leyes que, en el marco de la Constitución Política, permitan allanar los caminos para que la transición a la nueva normalidad ubique al país dentro de las naciones que están comprometidas con el desarrollo de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
Como lo ilustra el profesor Reimers, el camino de aumentar las desigualdades y el marginamiento sólo traerá como consecuencia que sectores de la población que se identifiquen como marginados, busquen soluciones populistas que benefician la llegada de los grupos de extrema (tanto de izquierda como de derecha) al poder. Lo ocurrido en los últimos años en Colombia permite apreciar que los extremos ideológicos buscan acabar con las libertades, desconocer los avances de Estado, tienden a concentrar el poder en beneficio de un sector y no gobiernan para toda la nación.
Me temo que el presidente Duque y su equipo de gobierno no han logrado comprender el contexto histórico actual y se han dedicado a utilizar las facultades que les otorgó la ley para emitir decretos dirigidos a mantener el estatus quo y no han vislumbraron que la historia les reclamará el no haber tomado decisiones de Estado en procura de evitar el deterioro de las condiciones de bienestar de amplios sectores de la sociedad. Para algunos funcionarios de alto nivel, la generalidad de la población colombiana se puede calificar como “atenidos”, es decir, sectores que son considerados por definición al margen de alguna obligación por parte del Estado. La historia no se repite, pero conocerla proporciona elementos valiosos para valorar decisiones en tiempos de incertidumbre.