Un daño irreparable está ocurriendo en la selva amazónica
Cerca de dos millones de hectáreas de selva tropical han sido consumidas por el fuego con la complicidad de un gobierno que se hizo elegir con el compromiso de arrasar la Amazonía. De algo que los suramericanos nos sentíamos orgullosos era que en nuestras manos estaba el pulmón del mundo; la reserva más importante en biodiversidad (flora, fauna y humana) del planeta. En un abrir y cerrar de ojos se le ha propinado a la amazonia un golpe mortal que tendrá implicaciones aún desconocidas sobre el equilibrio natural del planeta.
Este golpe a la biodiversidad nos debe llamar la atención sobre el compromiso del Gobierno Nacional, en relación con la meta en deforestación en Colombia consignada en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 (no en unos pocos días pero sí a lo largo de estos cuatro años) cercana a las 800 mil hectáreas. Comparando las dos naciones en su tamaño, Colombia y Brasil, la meta en deforestación del gobierno colombiano es más agresiva contra la naturaleza que lo que estamos viendo por estos días en la amazonia brasileña.
Si para algo sirve lo que está sucediendo en la Amazonía brasileña es para crear conciencia del poder destructor del hombre sobre los hábitats de diferentes especies nativas (flora y fauna) y comunidades indígenas, que están siendo forzadas a migrar y dejar su territorio para que “los colonos” ingresen y conviertan lo que hoy es selva en tierras para la agricultura, la cría de ganado, la explotación de minerales e hidrocarburos. Cambiar la selva por territorios para la explotación industrial y empresarial está en la órbita de empresarios y políticos que consideran que de esta manera se propicia el desarrollo y la generación de riqueza.
Desde hace varias décadas estamos experimentando el impacto de la deforestación y perdida de nuestra biodiversidad en los contextos local y global, ocasionada por el estilo de vida que “el mundo civilizado” ha construido, fundamentado en la explotación descontrolada de los recursos naturales. Las comunidades ancestrales han logrado un acumulado de conocimiento sobre el uso de los recursos y la relación con la naturaleza. Estas comunidades, dependiendo del hábitat en donde viven, han configurado sistemas de creencias alrededor de los conceptos de madre tierra, padre rio, o madre selva.
El “mundo desarrollado” debería volver sus ojos a las culturas ancestrales, representadas en las comunidades indígenas, pueblos que han demostrado una relación de respeto y uso sustentable de los recursos que proporciona la naturaleza. Estas comunidades indígenas tienen sistemas avanzados de conocimientos y han logrado avanzar en propuestas de formación de sus pueblos alrededor de la Pedagogía de la Madre Tierra, como la que se desarrolla en la Universidad de Antioquia, o los programas sobre el Buen Vivir o la Revitalización de la Madre Tierra que actualmente ofrece la UAIIN (Universidad Autónoma Indígena Intercultural) en Popayán.
Estamos a tiempo de salvar a la Madre Selva de esta destrucción desenfrenada, que al mismo tiempo representa la destrucción de la vida en nuestro planeta.