No todos los días se recuperan y hasta se crean territorios dentro de una ciudad, en especial un centro, con todo el poder que tiene esa palabra.
Siempre me han gustado los centros de las ciudades y quizá por ello también las plazas de los pueblos. Mis hijos, crecidos en otra generación que ha construido gran parte de su vida en centros comerciales y urbanizaciones cerradas, siempre me preguntaban extrañados el porqué de ese gusto por sentarme ratos en las bancas de los parques de pueblos y ciudades.
No sé cómo definir ese gusto, simplemente me siento bien. Es como captar la esencia y el sabor de la ciudad o pueblo donde esté. Su génesis, su corazón. Escribo esta nota porque en buena hora el centro de mi Medellín se ha puesto otra vez de moda o, más bien, su recuperación como tal está en foros, actos, obras, escritos y propósitos bastante aterrizados provenientes de varias entidades, dirigentes y urbanistas.
Desde que empezó su deterioro fatal que calculo a mediados de los setentas, varias administraciones han intentado recuperarlo. Han logrado algo pero, o no ha habido continuidad entre los diferentes períodos (nuestro eterno mal para casi todo), o no han alcanzado los recursos, o ha faltado concertación entre los diversos actores públicos y privados, o los proyectos no han sido los adecuados para enfrentar una realidad que en parte no ha sido comprendida y en parte es muy cambiante para que las políticas públicas diseñadas le sigan el paso.
Percibo que ahora estamos en un momento clave como nunca para recuperar el centro de Medellín. A la par con un empeño integral de la actual administración, varias entidades y organizaciones de diverso tipo allí ubicadas están emprendiendo, articuladas, diversas labores y obras para que nuestro principal barrio sea lo que debe ser: el espacio más importante, enriquecedor y agradable de la ciudad.
Pero no solo es ese esfuerzo creciente de entidades y personas lo que me genera el optimismo: es también, y en especial, observar que el factor generacional está siendo determinante. Los jóvenes dirigentes, artistas, estudiantes y usuarios ocasionales y permanentes, están jugando el papel esencial. Ese nuevo elemento es hoy el gran potenciador del centro. Ellos están haciendo un centro a su medida que debe ser la misma de todas las generaciones: le apuestan a un centro vivo, alegre, cultural, educativo y artístico, le apuestan a un centro multifacético que es precisamente la característica de los centros.
Y lo están logrando. Lo están logrando entre ellos mismos que han descubierto este maravilloso espacio de ciudad -quizá el más- y que ayudan a construirlo, a veces con empandas... También están actuando la administración en cuanto a vías donde cada vez predomine más el peatón y obras de infraestructura con esencia humana, y los comerciantes, establecimientos educativos y habitantes y usuarios en general. Se está viendo una sinergia, una concertación a veces programada y a veces espontánea, jamás vista de esa manera. Están transformando ese gran espacio de encuentro; apropiándoselo y ofreciéndoselo generosamente a Medellín y al mundo.
Y sí, hay un lunar que aleja todavía y mucho: la inseguridad… Contra esta muy poco pueden hacer los jóvenes emprendedores del centro. Es una labor de las autoridades que deben repensar su política al respecto. Sin duda, se trata de un problema de ciudad y de país en general, pero las políticas deben ser adaptadas con inteligencia al territorio donde se deben aplicar. En especial, un espacio urbano como el centro requiere una mirada muy diferente. Es un mal tan complejo que necesita más tiempo y discusión, pero que estoy seguro tendrá soluciones bajo el principio de políticas distintas para territorios distintos.
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Camino por el centro y… ¡en esta esquina fue, aquí era, ahí estaba pero cambió, allí pasó, acá queda aún!…, decenas de lugares referentes. Amo al centro de Medellín donde viví tiempos hermosos de mi infancia y adolescencia, donde mi ciudad se me tatuó en el alma. Hay mucho por decir de él, pero debo respetar el espacio de esta columna, como se deben respetar los espacios de todo tipo… Sin embargo, aplaudo y animo lo que se está haciendo por mi amado centro. No todos los días se recuperan y hasta se crean territorios dentro de una ciudad, en especial un centro, con todo el poder que tiene esa palabra. ¡Viva el fresco movimiento centro de Medellín! (¿MCM?).