No es aventurado decir que la aparición de la covid19 ha agudizado un nacionalismo que va en contravía de la globalización
Mucho antes de la aparición de la pandemia y como resultado de la guerra comercial entre Estados y China la globalización comenzaba a mostrar fracturas. Ahora, con el cierre de fronteras el comercio y flujo de personas esa internacionalización se ha frenado considerablemente. En un ambiente donde las alianzas hoy son inciertas y la cooperación internacional ausente, toma fuerza la idea de reducir la interdependencia económica.
Sin duda la globalización trajo consigo muchos beneficios: comercio, tecnologías nuevas, ideas, inversión y turismo. Hay quienes a su vez la ven como una herramienta destructiva: el cambio climático, el terrorismo y la propia pandemia que ha exacerbado la globalización.
La globalización está en retirada por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
El grafico anterior muestra el Índice de Apertura Comercial partiendo de 1870 cuando gracias a los barcos a vapor la integración económica hizo posible el movimiento de bienes. El segundo periodo está marcado por una declinación causada por las guerras mundiales además del retiro de Rusia del comercio mundial y la aparición de la pandemia conocida como Fiebre Española en 1918.
En un tercer periodo entre 1945 y 1980 hubo un repunte de la integración económica, esta vez confinada a los Estados Unidos, Europa Occidental, y Japón. Es preciso recordar que para esta época el bloque soviético y China eran economías por fuera de los mercados y América Latina, el Sudeste Asiático y África optaron por un modelo de sustitución de importaciones debiendo permanecer aislados.
Durante la cuarta fase que va de los ochenta hasta la crisis de 2008, se consolida la integración económica a un nivel sin precedentes. Liderada por China e India, los países en desarrollo desmantelan las barreras comerciales y la caída del Bloque Soviético llevo a una liberalización económica acentuada por la desaparición del Muro de Berlín.
El más reciente periodo denominado ‘’lentalizacion’’ (slowbolazation) o cúspide de la globalización se caracteriza por un menor crecimiento, anormalmente débil en los años recientes. En efecto, en 2019 el volumen de comercio global fue menor. Las razones que explican esta tendencia se resumen así: el crecimiento de las cadenas de valor, es decir, la extensión de las redes de suministro entre los países se ha aplanado. Asimismo, la agenda de reformas no tuvo progresos y con Xi Jinping como líder de China se dio un giro hacia adentro con una política centrada en desarrollar industrias claves. De hecho, las exportaciones chinas como porcentaje del PIB han descendido de 31 por ciento en 2008 a 17 por ciento en 2019.
No es aventurado decir que la aparición de la covid19 ha agudizado un nacionalismo que va en contravía de la globalización. Lo que muchos desconocen es que China sirve de proveedor principal de materias primas para la industria farmacéutica y equipos de protección, vitales para la seguridad ciudadana. En ese peligroso juego de palabras en que ha caído Donald Trump buscando culpar a China por la aparición del virus, Estados Unidos profundiza su aislamiento y hace ver los productos Made in China con recelo.
La falta de liderazgo de los Estados Unidos en esta coyuntura deja vacíos en el sistema de comercio mundial y no es nada extraño que ello sea aprovechado por China. A su vez, el temor que se ha creado con la pandemia induce a los gobiernos a girar hacia adentro. En la misma línea, la administración Trump cada endurece cada vez más su política antinmigrante deportando indocumentados sin cumplir los protocolos establecidos, mediante políticas que incrementan las tarifas de las visas de residencia y de ciudadanía.
La economía mundial pasa por un punto de inflexión en el que los temores por la dependencia de otros se acrecientan. Un giro hacia el proteccionismo no necesariamente significa el fin de la globalización. Puede ser una reversa temporal.