La evolución humana, en lo individual y especialmente en lo social nos conduce, según Yuval Noha Harari, hacia el tránsito de animales a dioses hasta convertirnos en una nueva especie: el homo deus. No obstante, la realidad diaria nos aterriza bruscamente y nos pone de presente que ese camino evolutivo será largo y penoso, pues debe enfrentar un poderoso enemigo: la estulticia humana.

Algunas situaciones cotidianas dan cuenta de dicha estulticia y, aunque la lista podría ser muy larga, veamos solo algunas de las más recientes.

Aunque ya el tema es trillado, qué maravillosa ocurrencia la de exigir que los hinchas del fútbol nos enrolemos y obtengamos un carnet para poder ser plenamente identificados y, en caso de malos comportamientos, poder individualizar a los responsables. El estreno oficial del enrolamiento fue en la reciente superliga cuando sucedieron algunos incidentes menores por la provocación de los jugadores visitantes y el ingreso a la cancha de sus familiares y fue un estreno estelar: las sanciones se aplicaron no a las personas sino a las tribunas: prohibición de ingreso a sur, e inicialmente, a occidental alta y baja. Luego los homo semisapiens de la Dimayor tuvieron la lucidez de entender que era físicamente imposible que los hinchas de occidental alta ingresaran a la cancha y redujeron la sanción a las tribunas sur y occidental baja. Objetivo logrado: se individualizó la sanción a casi diez mil personas todas ellas enroladas.

Lea también: Controles efectivos

Por otro lado, en la reciente competencia ciclística Colombia Oro y Paz, en la que por fin se incluye a nuestro país en el ciclo anual de la UCI, se presentó una situación folclórica a la que se dio una increíble trascendencia. Uno de nuestros más admirables y queridos ciclistas, caracterizado además por su gran calidad humana, en medio de su tradicional espontaneidad, le pidió a una de las modelos que estaba en el podio que le diera un beso en la mejilla, entre otras cosas, lo que es usual en ese tipo de premiaciones. Pero aparece la estulticia y se arma el escándalo mundial: el gesto de Rigo se califica como un acto de machismo y se analiza seriamente prohibir que en las premiaciones los ciclistas estén acompañados de damas.

Siguiendo con el recuento, a raíz de la emergencia ambiental ya cíclica en nuestra ciudad, se tomaron medidas como la ampliación del pico y placa. Ante tales medidas un periodista preguntó a un alto funcionario municipal, doliente de los temas ambientales, y le preguntó por qué no se habían tomado medidas previas a la situación de alerta. La respuesta fue contundente y desconcertante: si ya se sabían las fechas más críticas, no tenía sentido tomar medidas desde antes. Qué cátedra de visión prospectiva: ¡¡¡si sabemos que el día del terremoto será mañana, para qué vamos a evacuar desde hoy!!!

Armémonos de paciencia y estemos permanentemente preparados para nuevas y peores manifestaciones de la estulticia humana.

Por otro lado, desde que tengo uso de razón (hace poco), no había presenciado un proceso electoral tan frío en ánimos y tan vacío en propuestas. Como si ese proceso fuera de poca monta y no nos estuviéramos jugando nuestro futuro.

Esperemos que, una vez conocidos los engranajes de las nuevas maquinarias políticas regionales, comiencen los pre candidatos a proponer, por fin, alguna cosa, inicialmente, una visión integral de su propuesta y posteriormente, la explicación de cada una de sus estrategias, lo cual no debe convertirse en la repetición de la repetidera de los títulos y los nombres de los derechos constitucionales, que no son su creación, sino su obligación de cumplir.

Un precandidato, fuera de ser idóneo profesionalmente y de haber demostrado solvencia administrativa (la solvencia moral y ética se deben dar por descontadas), debe además evidenciar que le cabe el país en la cabeza, lo cual no es cosa sencilla. Un vasto territorio en todas sus dimensiones, con una multiculturalidad rica y difícil de amalgamar, con una coyuntura económica, política y social complejas, así como una situación internacional sombría, además con una indolencia y una falta de cultura política insospechadas de los mal llamados ciudadanos, necesitan de un líder verdadero, que no se ve, y no de un buen funcionario, aun cuando su cargo sea el de presidente de la República.

Recordemos a Von Hayek cuando dice: “La tolerancia consiste en que frente a una diferencia de conceptos, no sólo respeto los del otro, sino que analizo la posibilidad de que el equivocado sea yo”.

Seguimos insistiendo en la necesidad de dotar a Medellín de un adecuado Centro de Espectáculos, semejante a la Quinta Vergara de Viña del Mar que acaba de desarrollo su importante evento anual, el cual me causa envidia de la sana.

Lo invitamos a leer: Pequeñas pasiones