Para muchos cristianos católicos la llegada de Francisco a la silla de Pedro significo una luz de esperanza frente a la regresión preconciliar agenciada por Juan Pablo II y Benedicto XVI.
En varias columnas he contrastado el universalismo de Jesus y de Pablo con los tribalismos que están despedazando el mundo actual, concluyendo que “¿A quién, sino a la iglesia de Jesús (el muerto y resucitado para todos), le corresponde ponerse por encima del sectarismo tribal proclamando un universalismo más allá de todo racismo, clasismo y sectarismo político o religioso en un mundo despedazado por estas patologías sociales, y a la fe en su Dios y padre (de todos en El) como base absoluta y punto de partida de este universalismo? Así lo ha visto Francisco quien en un movimiento muy propio de Jesús, no solo ha retornado a la evangélica opción preferencial por los pobres; sino que se ha llegado hasta el otro oprimido y tomado partido por él”.
Después de caracterizar el tribalismo, ejemplificado con el nazismo, voy a enmendar mi entusiasmo con el papado de Francisco con una crítica a su manejo del problema de la pedofilia, el cual ejemplifica como la estructura de poder de la tribu se cierra frente al otro diferente guardando filas (dentro de la jerarquía eclesiástica) para proteger dicha estructura. En el tribalismo se reúnen cuatro fenómenos interrelacionados: 1) la identificación con la tribu; 2) el encontrar en esta el significado y la identidad de la cual se carece; 3) la consideración del foráneo a la tribu como una amenaza o como un chivo expiatorio en el cual proyectar sus temores (y consiguientemente su violencia como lo destaca Girard), exclusión que tiende a incluir el desconocimiento de su dignidad humana; 4) la erección de la estructura simbólica de la tribu en un fetiche en una enajenación que resume y expande 1) y 2) hacia la idologización del líder o de una estructura de poder. No se requiere mayor elaboración para aplicar estas características al nazismo: 1) el nacionalismo alemán proyectado en un racismo de la superioridad aria montado sobre unas sandeces seudocientíficas; 2) la adhesión fanática al partido y absoluta obediencia al líder que se traducen en una absoluta sumisión en el cumplimiento de la misión asignada (argumento de Hanna Arendt sobre la banalidad del mal sosteniendo que Eichman no era un monstruo psicótico sino un pobre imbécil alienado como pieza de una maquinaria burocrática militar); 3) el fantasioso culpar a los judíos por todos los males de la humanidad (incluyendo los causados por los mismo nazis y su otro chivo expiatorio los socialistas) y la negación de su humanidad en monstruosidades que deshumanizan a los propios fanáticos nazis; 4) el fanatismo delirante en el cumplimiento del juramento de obediencia que Hitler idologizado exigía mistificando monstruosidades como cumplimiento del deber frente a la voluntad del líder.
Esta monstruosidad requería de una respuesta de parte los cristianos, quienes desde Iglesia testimonial (confessing church) de los pastores evangélicos o desde varias comunidades católicas resistieron esta idologización declarando a Jesucristo como único Führer en una confrontación que llevo al martirio a gigantes como D Bonhoeffer entre los primeros y a Alfred Delp SJ de las segundas, o a la tortura en campos de concentración a miles de entre sus filas. Para Bonhoffer (adelantándose a la Teologia Politica europea y a la Teologia de la liberación Latinoamericana) no se trataba simplemente de la libertad para vivir la fe sino de que la iglesia tenia la obligación de ponerse de lado de los oprimidos y consiguientemente denunciar la persecusion de los judíos (convirtiéndose asi, según sus propias palabras en la voz de los que no tienen voz). Una posición que replica la de Jesus en su toma de partido por los pobres, los marginados del poder teocrático central, los pecadores, los enfermos, en su ministerio de extensión del reino de Dios como invitación para absolutamente todos, especialmente para estos marginados del poder teocrático. Perspectiva en la cual la buena nueva del amor de Dios y de la extensión de su reino debe llegar a todos sin exclusión alguna, despedazando asi toda pretensión humana de superioridad moral, religiosa, socioeconómica o racial. De manera que como lo vio Pablo (ya no hay judío vs gentil, esclavo vs libre) primando sobre las pretensiones de los judaizantes (inicialmente Pedro en una primera muestra de infabilidad papal…), todos estamos invitados por encima de cualquiera de estos esquemas excluyentes.
Volviendo al esquema aplicado al nazismo, debe resultar claro que este es aplicable a las formas de nacionalismo, racismo y populismo que se están extendiendo por el mundo actual: Jihad Islámica, Sionismo militante anti palestino (cuya critica no involucra el racismo inverso al antisemita, distinguiendo el judaísmo como religión y el sionismo como construcción del estado de Israel vs el racismo sobre el cual esta montada la opresión de los palestinos), ideología de los cuadros de los populismos como el chavismo (ver el video de la oración del delegado: Chávez nuestro q estas en el cielo…..). Y así como la resistencia cristiana en la Alemania nazi confrontó el horror tribal del nazismo con el Universalismo de Jesus, ¿A quién, sino a la iglesia de Jesús (el muerto y resucitado para todos), le corresponde ponerse hoy por encima del sectarismo tribal proclamando un universalismo más allá de todo racismo, clasismo y sectarismo…? Pero la iglesia también puede reaccionar tribalmente con una defensividad que la hace incapaz de leer lo signos y las necesidades de los tiempos (a través de los cuales la guía el Espíritu Santo instaurando el Reino en la Historia), como ha sido en el caso del escándalo de la pedofilia y sus raíces en la disciplina canónica ligando sacerdocio y celibato.
Para muchos cristianos católicos la llegada de Francisco a la silla de Pedro significo una luz de esperanza frente a la regresión preconciliar agenciada por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y en aspectos como la crisis ecológica (el “cuidado de la casa común”), el desplazamiento del legalismo a la misericordia en materias como el divorcio y el aborto y su adopción de la opción preferencial de Jesus por los pobres, Francisco ha avanzado enormemente (en el último aspecto siguiendo los pasos del gran Juan XXIII, Paulo VI y el mismo Juan Pablo). Su confrontación con la burocracia de la curia y el colegio cardenalicio pone de manifiesto como sus esfuerzos hacia la colegialidad y los aspectos mencionados de teología moral enfrentan una cerrada oposición de quienes fueron dejados allí por Juan Pablo y Benedicto en su esfuerzo por proteger la regresión preconciliar. Francisco venia pues desarrollando un papado que entusiasmaba a quienes habíamos saludado su entronización como una era de regreso a la actitud humilde y abierta a y respetuosa de el mundo del gran Juan XXIII y Gaudium et Spes (la constitución sobre la Iglesia en el mundo moderno). Una medida de su espíritu reformador, en la dirección de superar así el tribalismo eclesiástico frente al mundo (reflejado también en su “fuera de la iglesia no hay salvación”), particularmente la hostilidad frente al moderno (la herencia en derechos humanos de la libertad, igualdad, fraternidad de la ilustración, incapaz de reconocer en esta una derivación del universalismo de Jesus y de Pablo) es que desde los sectores más retardatarios de la Iglesia se lo ha pretendido acusar de Herejía…
No en vano la tentación del poder aparece entre las tres tentaciones que enfrentó Jesus en su camino de la manifestación del Espíritu Santo en el bautismo en el Jordán a su anuncio de la llegada del reino en la sinagoga de Nazaret como su misión de llevar la buena noticia a los pobres; y es claro que Jesus fue ejecutado por los romanos por una falsa acusación de las autoridades judías de liderar una rebelión, cuando Jesus había distinguido con toda fuerza y claridad su mesianismo de servicio al amor de Dios que anunciaba frente al de poder político esperado por Israel. Esto, junto con la confrontación de la exclusión por la universalidad del reino, hace de toda forma de Constantinismo un herejía que idoliza el poder, una herejía en la cual la Iglesia Católica ha caído por buena parte de su historia de Constantino a Vaticano II. Aún más, la tentación del poder se ha afincado al interior de la cultura e institucionalidad eclesiásticas en flagrante contradicción con el mandato de Jesus: “no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. 9 Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo. 10 Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo. 11 El más importante entre ustedes será siervo de los demás”. (Mateo 23). Lo cual se ha manifestado en la estructura de un poder papal de señor feudal y monarca absoluto, en un proceso de afincamiento de un autoritarismo excluyente del laicado a quien se infantiliza, y de la mujer a quien se demoniza en el culto a la virginidad, en el cual ha caído la ideología eclesiástica.
Es en esta dirección de poder es que debe mirarse tanto los horrores de la pedofilia como la actitud de defensa cerrada protectora de criminales en que ha caído la Iglesia. La pedofilia involucra la descrita estructura de poder autoritaria en dos sentidos: por una parte es sabido que la violencia y el abuso sexuales son dinámicas de poder en la cual el agresor ejerce el control que necesita para afirmarse en su precaria (enferma) personalidad, en este caso sobre chiquitos que han idealizado a quienes ellos creen en su inocencia que representan a Dios!; por otra el origen de la pedofilia está en una regulación adoptada tardíamente en la iglesia de occidente que excluye del sacerdocio a los casados y se ha venido convirtiendo en un símbolo y un mecanismo del poder sacerdotal y eclesiástico sobre los laicos de quienes se separan mediante el celibato. ¿Porque la Iglesia católica prefiere dejar sin atención ministerial a decenas de millones de fieles que pudieran ser atendidos por casados cualificados ordenados, a (leyendo los signos y las necesidades de los tiempos) ceder en un nexo entre sacerdocio y celibato que no tiene ningún fundamento bíblico o teológico? Por la misma razón que ha cerrado filas para proteger a criminales pedófilos: ante todo está la defensa del poder y el control eclesiástico contra toda posible erosión (también manifiesta en la mencionada hostilidad por la afirmación de la autonomía del sujeto por parte de la modernidad). Actitud que condujo a horrores como la protección que recibió de Juan Pablo II el monstruoso Maciel o la forma como Mr. Ratzinger obstruyo procesos judiciales contra sacerdotes pedófilos (con la activa colaboración de Mr. Castrillón).
Teníamos la esperanza de que Francisco con todo su discurso sobre la colegialidad y el respeto por el otro significara un avance frente a esta desviación del poder eclesiástico, llevando más lejos los primeros pasos hacia la decencia ya dados por Benedicto disciplinando varios sacerdotes pedófilos (desde que era cardenal, incluso enfrentando a Juan Pablo en el caso de su protegido Maciel) por faltas que le acaban de merecer 175 años de cárcel al médico de la liga americana de lucha, cuando las tensiones con la justicia secular civil de varios países finalmente movieron a la justicia eclesiástica a actuar. Pero Francisco vuelve a caer en concentrarse en proteger a protectores de sacerdotes en vez de acoger respetuosamente victimas en una actitud penitencial. El centro de todo el esfuerzo ministerial deberían ser las victimas pero Francisco vuelve a poner por encima a la autoridad eclesiástica (Mr. Barros protector del nefasto Maciel chileno Karadima). Es pues en este aspecto del ejercicio del poder que Francisco ha fallado estruendosamente cediendo a la tentación del poder, para la desilusión con la iglesia (en su sentido jerárquico y no comunidad constituida por el Espíritu Santo en cuerpo de Cristo, esa si infalible) de muchísimos católicos, particularmente chilenos: ¿quién importa más la víctima o la estructura de poder que la oprime? ¿en dónde queda todo su discurso sobre la colegialidad cuando impone un obispo por encima de las recomendaciones de obispos y contra las manifestaciones de la comunidad de feligreses? ¿Qué es lo que importa el ejercicio de la autoridad o el ministerio pastoral? ¿Es su discurso un ejercicio vacuo de relaciones públicas como la petición de perdón de Juan Pablo II a las mujeres junto con sus acciones para marginarlas definitivamente del sacerdocio? Frente a todos estos problemas en los cuales repercute el tremebundo problema que históricamente la Iglesia se creó alrededor del sexo (culto a la virginidad, auto emasculación de padres como Orígenes que llego al punto de tener que ser prohibida, proyección en la mujer de los que vivían como sus propios “demonios”, cultura y legalidad institucionales que articulan elementos patológicos del desprecio platónico-agustiniano por el cuerpo y la sexualidad, misoginia heredada del judaísmo y del monaquismo primitivo en el cual se combinó con la huida del mundo pej de Antonio y de Jerónimo), no solamente se trata de que como decía el eminente teólogo Jesuita arzobispo de Milán Mr. Martini, la iglesia está atrasada dos siglos. Se trata de una defensa del poder eclesiástico que no tiene presentacion alguna frente al evangelio de Jesus de servicio humilde y enaltecimiento de la comunidad (que todos sean uno como tu y yo somos uno) contra fracturas y divisiones que Francisco pretende conservar en una actitud autoritaria que contradice su planteamientos y parece más adoptada por sus predecesores. Una defensa de la tribu, en este caso su estructura de poder episcopal, en la cual se convierte la iglesia que no acoge con benevolencia y predilección al otro víctima, en este caso los miles de niños y niñas cuya inocencia fue mancillada por enfermos incapaces de vivir su celibato (con consecuencias psicológicas irreparables para muchos de ellos), muchos de estos enfermos protegidos por la autoridad eclesiástica.
¿En donde queda la dignidad humana y como hijos de Dios de las víctimas de Karadima y de los católicos de Osorno? ¿En dónde queda la iglesia para el otro (no para el poder tribal) que se sigue de la confrontación de Jesus contra la exclusión del marginado (curando en sábado, acogiendo prostitutas, alternando con recolectores de impuestos, ejerciendo su ministerio entre los pobres de la provincia marginal) que lo llevo a la cruz? ¿Puede Francisco tener la más mínima duda de que lado, entre el poder eclesiástico y los chiquitos victimizados por enfermos que han sido protegidos por este poder, estaría Jesus?
Es verdad, como lo menciono, que desde cardenal Benedicto sancionó pedófilos, pero reaccionó después de muchas presiones negándose inicialmente a entregar evidencia en procesos civiles; también es verdad que Francisco continuó la política de zero tolerance ; pero, por un lado, ya le renunciaron dos miembros de la comisión sobre el tema porque no avanza efectivamente; y por otro, ahora se trata de los muchos obispos que protegieron pedófilos tal como se le critica a Barros y de la reacción de Francisco defendiéndolo acusando a las víctimas de calumniadores, una salida que provocó la crítica del capuchino (más allá de toda ambición de poder) obispo de Boston O’Malley cabeza de la comisión. Francisco es un gran papa que le va a hacer un bien enorme a la iglesia preconciliada por Juan Pablo y Benedicto (y posiblemente un santo) pero superar el apego al poder tribal queda para pocos como Jesus….Aunque en realidad es más de fondo: la Iglesia como institución reaccionó en todo el proceso en una forma defensiva (como lo ilustra el caso de Law cabeza de la poderosa iglesia de USA, a quien Juan Pablo refugió en la curia vaticana nombrándolo arcipreste de una de las basílicas de Roma) incapaz de asimilar su significado como signo y necesidad de los tiempos, como la llamaba el Espíritu Santo, en general su respuesta ha sido too little too late