Todo un circo, un espectáculo deplorable de congresistas adentro y otros que se remontan, de recusaciones e impedimentos interminables, de intrigas y lobistas, de más fuego al candil…
Rendidos de que la JEP y sus objeciones, sean: desayuno, mediamañana, almuerzo, algo, cena y merienda; mejor dicho, que constituyan titular principal de noticieros de radio, noticia en desarrollo de noticieros de televisión y portada de revistas, nos tenemos que aguantar los colombianos semejante bombardeo de sobreactuación congresional e informativa y de artillería política soterrada, desde todos los costados, ángulos, perspectivas, transversales, oblicuas y diagonales. Desde luego, estamos frente a otra polarización de país. Y no será la última.
Me voy a referir al debate del 29 de abril último, en donde no se permitió votar en la plenaria del Senado, porque fue una jornada de impedimentos y recusaciones, con el telón de fondo de detractores y defensores a ultranza de las objeciones a la ley estatutaria de la JEP. La sesión se inició después de almuerzo y el postre fueron señalamientos y, desde luego, impedimentos y recusaciones (un votico, vale oro). Fue una tarde de abogados y leguleyos, porque este tema se convirtió en un culebrón sin límites. Funcionarios del gobierno salieron a hablar con congresistas (especialmente Carlos Holmes Trujillo, que se las trae para hacer lobby) y todo fue un ir y venir tras bambalinas, pero con cámaras encendidas.
Apareció un hecho histórico, que fue el debate de la ley estatutaria de la JEP, que se remonta a 2017, dado que se recordó que estaban impedidos para votar quienes se habían marginado de esa sesión. Hasta que, entre una cosa y la otra, Ernesto Macías se vino a la carga, a recusar al senador del Polo Iván Cepeda, argumentando conflicto de interés porque su esposa es contratista de la JEP. El primero que ripostó fue el senador Jorge Robledo para decir que era una “maniobra dilatoria enviada por la Casa de Nariño”. Hasta que el que terminó recusado fue el propio Macías, por interponer una tutela contra la votación de las objeciones en la Cámara. Y tampoco se salvó de ser recusado, el inefable Roy Barreras, quien recusó a su vez a Álvaro Uribe por haber participado en las negociaciones tras la victoria del No.
Y el impedimento contra la senadora Paola Holguín (se había declarado impedida en 2017) se votó varias veces. Y en ese fuego cruzado, cayeron: Sandra Ramírez, Victoria Sandino, Pablo Catatumbo y Julián Gallo del Partido Farc, quienes fueron también recusados por estar sometidos a la Jurisdicción Especial de Paz. Fue, pues, una batalla campal de impedimentos y recusaciones. Amaneció y el 30 de abril, se resolvió que las recusaciones fueron negadas, permitiéndose que senadores como Álvaro Uribe, Roy Barreras o Iván Cepeda pudieran participar en la discusión sobre las objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP.
Pero la jornada (para variar) continuó con una nueva votación sobre impedimentos, donde fueron acogidos dos senadores adicionales que se habían retirado de la discusión por presentar algún tipo de inhabilidades legales y constitucionales. Tras ocho horas de debate, en dos días, vinieron trinos por doquier y los opositores a las objeciones, sumaron 47 votos para hundirlas, pero la mayoría absoluta era de 48. La responsabilidad del voto que hizo falta les fue endilgada a las senadoras Martiza Martínez (La U) y Ana María Castañeda (Cambio Radical), cuyas bancadas tomaron la decisión oficial de no respaldarlas. Ambas hicieron mutis por el foro, al momento clave de la votación.
“Tú me recusas, yo te recuso”, es el título de la película. Y con los ánimos bien exaltados, aparece Antanas Mockus animado por un trino de otro inefable, Armando Benedetti, que decía: “Para allá o para acá se necesitan 49. ¡Ojo!!! @AntanasMockus es aún senador. ¡Podría venir y votar! ¡Te esperamos y así llegaríamos a 49! #PazSinObjeciones”. Y la sobremesa, fue que al presidente del Senado, Ernesto Macías, a micrófono abierto, se le escuchó claramente decir frente a la votación que se hacía para la senadora Paola Holguín: “Jueputa, mire esa votación”, lo que generó molestias y reproches. Todo un circo, un espectáculo deplorable de congresistas adentro y otros que se remontan, de recusaciones e impedimentos interminables, de intrigas y lobistas, de más fuego al candil…