Hay un detalle que sí es muy diciente: resulta que Guarumo pagó el dudoso sondeo de opinión, con su aliada Ecoanalítica, lo que se estima en unos $ 50 millones como costo.
El guarumo es un árbol de las marantáceas, cuyas hojas producen efectos tónicos sobre el corazón. En 2012, se creó la empresa Cloud Based Zona Franca S.A.S., la misma que a fines de 2014 cambió su nombre por el peculiar Guarumo S.A.S. Pues bien, acaba de difundirse una encuesta (?) de Guarumo y Ecoanalítica, que alborotó el avispero: Allí sale el presidente Iván Duque con un 48,5% de opinión favorable y un 40,4% de desfavorable, cuando es evidente que nadie se cree este dato, pues la encuesta (?) llevada a cabo con 1.884 personas, fue recolectada del 15 al 17 de noviembre, cuando estaba la candela del IVA propuesta para mucha parte de la canasta familiar. Invamer Gallup había dado el mísero 27,2% de favorabilidad para Iván Duque y Cifras & Conceptos, se había situado en el modesto 33% de favorabilidad. Entre otras cosas, amable lector, usted ha visto dos veces un signo de interrogación luego de la palabra encuesta, por una razón muy sencilla: para mí lo que se divulgó no fue una encuesta, sino un sondeo de opinión, que éste se conoce como una medición estadística tomada a partir de encuestas, destinadas a pulsar la opinión pública, lo que se hace por muestreos.
Y después de conocerse los resultados del sondeo de opinión (que no de una encuesta), vino la debacle. Carlos Ariel Sánchez, exregistrador nacional del estado civil, y Alfonso Portela, exregistrador para lo electoral, músculos importantes de contenido de Guarumo, salieron a los medios a afirmar que no estaban de acuerdo con la metodología utilizada (lo que equivale a disentir de los acomodaticios porcentajes dados a conocer) y expresaron tras su descontento que no seguirían con Guarumo para estos menesteres. Se adiciona a ello, que esta firma era de Víctor Manuel Muñoz, el mismo que el presidente Duque nombró Alto Consejero para la innovación y la transformación digital, aunque hay que advertirlo, Muñoz vendió sus acciones a la familia. La suspicacia fue creciendo por esta última circunstancia y quedó palpable la sensación de que hubo una inclinación por favorecer la imagen del presidente. Es un imposible que los números jugaran a favor de Duque por la coyuntura que se vivía, por los sablazos contra el ministro Carrasquilla y porque aún el primer mandatario no ha mostrado su esperado liderazgo. Guarumo venía de acertar de manera connotada en los resultados de encuestas presidenciales, por encima de las otras empresas análogas.
Otra compañía encuestadora, Cifras & Conceptos, -gerenciada por César Caballero-, el día 12 de mayo del presente año, anunció que no haría más encuestas para medios de comunicación, luego de una escandalera al favorecer con sus números la candidatura de Vargas Lleras, a quien con una metodología retórica garantizaron que estaría por encima de Gustavo Petro, y que pasaría a la segunda vuelta. Todo un chasco. También Cifras & Conceptos había tenido otra “chambonada” al querer exhibir como notables los puntajes de Rafael Pardo para la Alcaldía de Bogotá, en 2014, en contravía con la opinión pública. Y Napoleón Franco, que fue adquirido por Ipsos, dejó de participar en medios políticos y se centró en estudios de mercados. En el país, se mueven en estas azarosas materias dos empresas colomboamericanas (Invamer-Gallup y Yanhass) y tres nacionales (Guarumo, Cifras & Conceptos y Datexco). El análisis de este último episodio, cargado de infortunio, es: a) La credibilidad de Guarumo quedó maltrecha, sumándose al desprestigio de Cifras & Conceptos; b) La intromisión de Palacio, por conducto del Alto Consejero Muñoz, se infiere desde los resultados absurdos y su cercanía con la firma y c) Vuelven a estar en el ojo del huracán las empresas encuestadoras, requiriéndose una nueva intervención de su vigilante el Consejo Nacional Electoral.
Pero hay un detalle que sí es muy diciente: resulta que Guarumo pagó el dudoso sondeo de opinión, con su aliada Ecoanalítica, lo que se estima en unos $ 50 millones como costo. La explicación que dieron fue que la razón estribó en que era importante adquirir experiencia (sumar masa de conocimiento). Mejor dicho, la tormenta perfecta.