En Estados Unidos algunos legisladores han propuesto regular el uso de medios sociales como medio para evitar las fake news.
Singapur se ha unido al grupo de países adoptando una dura legislación que protege a sus ciudadanos de la propagación de las noticias falsas o fake news. En el mundo en que vivimos, Facebook, Twitter, Google e Instagram, así como las redes sociales se convirtieron en poco tiempo en las plataformas de preferencia para divulgar falsedades con el objeto de crear caos, difamar o confundir. Leyes similares en Australia, Alemania y Francia son una versión menos rigurosa buscando remover cierto tipo de expresiones de odio en los sitios de internet.
Facebook en particular fue el pionero de la censura cuando se ataca a personas o grupos con opiniones controversiales. La elección del candidato Trump que utilizó publicidad engañosa patrocinada por el gobierno ruso es el ejemplo más claro en la historia reciente de las fake news, palabra favorita del presidente quien desde su posesión la ha aprovechado para desprestigiar a los medios que cuestionen sus mentiras y falsedades habituales.
Pero Facebook está en el ojo del huracán por negarse a retirar un video editado que muestra a la líder de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi aparentemente alicorada en uno de sus pronunciamientos criticando a Trump. Hillary Clinton y otras figuras políticas se pronunciaron duramente en contra de la plataforma que se niega a retirar el video. Ese tipo de hechos son los que muchos se apoyan para una reglamentación de las plataformas y redes sociales.
Críticos de la ley de Singapur sostienen que se puede afectar la privacidad pues el gobierno podría obligar a los proveedores del servicio en línea a rastrear los sitios de búsqueda de los usuarios, con lo cual se configuraría un abuso de las autoridades en lo que concierne a los derechos ciudadanos. La ley del país asiático va más allá hasta exigirle a los sitios en internet a hacer correcciones a las publicaciones que los funcionarios consideren falsas o engañosas.
China es sin duda la muestra de lo que es capaz un gobierno en el control de las plataformas haciendo a veces imposible acceder a ellas, pues las consideran una amenaza que atenta contra la seguridad del estado. Pekín mantiene una vigilancia estricta sobre la actividad en línea de los ciudadanos evitando la opinión disidente de la oposición. En particular, Google ha sido víctima de la censura y el bloqueo durante años en ese país.
En los Estados Unidos, donde dos terceras partes de la población usa las redes sociales como fuente de noticias, algunos legisladores han propuesto regular, sin éxito, el uso de medios sociales como medio para evitar las fake news. Una ingenuidad si es el propio presidente quien acude no solo a llamar a sus contradictores como enemigos del pueblo, sino que es Trump el adalid de las falsedades y verdades sin fundamento.
Los partidarios de la libre expresión sostienen que cualquier intento por regular los medios sociales sería ir en contra de la Enmienda Primera de la Constitución. Si se la da al gobierno el poder de controlar las redes y plataformas, entonces comenzaríamos a ver intentos por reprimir, mediante acciones legales, la libertad de expresar las opiniones negativas del gobierno y sus representantes. Estamos entonces frente al dilema de si la noticia y opinión son la misma cosa.