Han reforzado “todas sus formas de lucha” y entre ellas deben destacarse el caos y la confusión que buscan crear siempre
Era de esperarse que, con el advenimiento del nuevo Gobierno Nacional, al tratar este de enmendar, así fuera muy tímidamente, los desastres que dejó la administración anterior, se presentara un recrudecimiento de “todas las formas de lucha”, por parte del mamertismo internacional.
Es preciso reconocer que entre los muchos desastres que dejó el gobierno de Santos con el embeleco de la búsqueda de la paz y con el nefasto Acuerdo de la Habana, rechazado plebiscitariamente, llegó la descomposición de las instituciones con el “fast track” y la JEP.
Para no alargar mucho los antecedentes, respecto al embeleco sofístico de que se buscaba: “Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición” hay que reconocer que se trata, ni más ni menos, de un caso similar al de “Las señoritas toreras mexicanas”. “Para los que llegaron tarde”, se repite que estas “No eran mexicanas, no eran toreras y no eran señoritas”. ¡El que entendió, entendió!
Los mamertos han reforzado “todas sus formas de lucha” y entre ellas deben destacarse el caos y la confusión que buscan crear siempre. Es así como aparecen infinidad de denominaciones originadas en las indefiniciones. Por ejemplo: ¿Qué es un líder social? ¿Quién es un defensor de los derechos humanos? ¿Quiénes son los cabecillas?
Con esas indefiniciones, se entra en una teoría de la relatividad bien diferente de la de Einstein. Las denominaciones con que se definen a muchos personajes dependen del hecho de pertenecer o no al mamertismo.
Un “defensor de los derechos humanos” o un “líder social” recibe esta denominación si pertenece al mamertismo, pero si por “desventura” pertenece a la oposición al mamertismo, lo transforman automáticamente en un “paraco”.
Otra de las “formas de lucha” es la de desprestigiar al Ejército y, como no, se despierta el caso de los “falsos positivos” contando “casual y simultáneamente” con la ayuda de la gavilla mediática internacional. En esta columna se ha sostenido que respecto a los “falsos positivos” había que aplicar aquello de que “no son todos los que están, ni están todos los que son”, refiriéndose a muchas de las víctimas. No hay que olvidar también a los “negativos ciertos”. En otras palabras, cuando el victimario es la Farc, abundan los “fue que” y de nuevo se tergiversan los términos como aquello de que el secuestrado es un “retenido”. Lo mismo pasa con el tal “altruismo” de las Farc. Pero cuando las bajas se deben a la acción legítima del gobierno, dejan de ser, automáticamente, guerrilleros subversivos, o narcoterroristas, para transformarse en “víctimas” que eventualmente llegan a ser parlamentarios.
Ciertamente, han existido innumerables víctimas inocentes, pero ello se debe, en muchas ocasiones, a la infiltración que, en cumplimiento de otra de sus “formas de lucha”, han logrado los mamertos delincuentes entre la población civil, llegando en algunos casos a utilizar a dicha población como escudos humanos.
Han sembrado una gran confusión en los usos de los términos. Así, por ejemplo: se dice que no se obra con justicia con los parlamentarios acusados de ser grandes consumidores de mermelada, pero en cambio ¿sí se obra con justicia en casos como el del exministro Arias y el exgobernador Ramos?
Esta “repotenciación” de todas las “formas de lucha”, se refleja también en la “gavilla mediática” y se notan algunas “repotenciaciones”, por ejemplo, en la cadena radial mamerta, en donde permanentemente sirven como “caja de resonancia” a los Barreras y a los Cepedas.
Los asuntos del “Glifosato” y de alias santrich, están reconfirmando el grado de penetración que ha alcanzado el mamertismo en organismos como las altas cortes y la JEP. En el primer caso, desde el accionar del ministro de salud “estrella” de la administración anterior, quien nunca pudo explicar el caso de las niñas de Carmen de Bolívar, hasta su desprecio manifiesto de multitud de testimonios y pruebas que lo contradicen, se sabía de la intención expresa del gobierno santista era favorecer a las Farc. En el caso de a. santrich solo cabe preguntar: ¿Si se hubiera tratado de un personaje del Centro Democrático habría recibido el trato deferente como ha sucedido?
En ambos casos, la actitud del actual mandatario nacional es la de aquel gobierno “digno y timorato”, como reza el poema de Rafael Pombo, que: donde hay que defender el “queso” representando la “libertad y el orden” o sea las instituciones y las leyes, del “ratón” representando al mamertismo subversivo o mejor el comunismo, busca salvaguardarlos mandando el “gato”, constituido por los enmermelados. Y claro, a la larga: “ambos marcharon, ratón y queso”. Conclusión: “Donde haya queso no mandéis gatos”.